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Huracanes, sequías e inundaciones ya no son culpa del calentamiento global

Entre las novedades del informe de la ONU resalta que ya no se responsabilice al CO2 de provocar eventos meteorológicos extremos.

Entre las novedades del informe de la ONU resalta que ya no se responsabilice al CO2 de provocar eventos meteorológicos extremos.

En un acto de humildad científica que quizá se debería extender a otros aspectos de su trabajo, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) recoge en su quinto informe las conclusiones de otro texto que publicó el año pasado sobre los llamados eventos meteorológicos extremos: huracanes, tornados, inundaciones, sequías, etcétera. En general la conclusión es que no sabemos lo suficiente aún y que no parecen existir tendencias al alza o a la baja en estos fenómenos.

También reconoce que en el próximo siglo no habrá ninguna catástrofe con la que Al Gore o El día de mañana han pretendido asustarnos estos últimos años. No se apagará la corriente del Golfo, ni habrá emisiones catastróficas de metano por el derretimiento del permafrost ni se derretirá la Antártida o Groenlandia. Lo único que al IPCC le sigue pareciendo plausible es que al Ártico se quede sin hielo en verano, aunque también que es un escenario reversible en el plazo de años o décadas.

Hay que indicar que buena parte del alarmismo y de sus más extravagantes conclusiones, como aquella del Congreso estadounidense de que llevaría a las mujeres a la prostitución, se centra en las consecuencias de los eventos meteorológicos extremos. También ha sido el centro de algunas de las más sonadas polémicas en la institución, como la que llevó a la renuncia de Chris Landsea tras ver tergiversado el conocimiento científico sobre huracanes en la elaboración del cuarto informe del IPCC, que afirmaba que el calentamiento había incrementado su número. El quinto informe asegura ahora que "no se han identificado tendencias robustas en el número de tormentas tropicales, huracanes y grandes huracanes durante los últimos 100 años en la cuenca del Atlántico Norte".

También reconoce el IPCC que continúa existiendo "una falta de pruebas" en lo referente a las tendencias en "la magnitud y/o la frecuencia de inundaciones a una escala global". También que existe que una "baja confianza" en una tendencia a escala global en "sequías o aridez (falta de lluvias" y que su anterior informe “probablemente exageró” en este apartado.

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