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La cabeza de un coloso de Memnón vuelve a su sitio tres mil años después

Un terremoto le hizo perder la cabeza y acaba de recuperarla por obra de un equipo internacional de arqueólogos.

Un terremoto le hizo perder la cabeza y acaba de recuperarla por obra de un equipo internacional de arqueólogos.

Con el contorno bien definido de uno de sus lados y la huella de la erosión marcada en el otro, esa cabeza de dieciséis toneladas fue presentada este lunes descansando sobre los hombros de la gigantesca estatua, como no lo había hecho desde hacía unos 3.200 años.

Después de diez años de trabajo, "colocar la cabeza ha sido como poner la guinda al pastel", sostiene el arqueólogo español Miguel Ángel López, que ya levantó el grueso del cuerpo en 2012 y se ha encargado de lo que llama la mayor reconstrucción colosal del mundo.

Según explica, se ha utilizado un sistema de poleas y unos andamios de madera para ir subiendo, con la fuerza de más de veinte hombres, la parte superior de la figura pese a las presiones que ejercía.

De cuerpo completo, ese gigante de cuarcita se halla en el segundo pilono de los tres que forman el templo fúnebre de Amenhotep III (Amenofis III, en griego), cerca de la ciudad de Luxor.

Representa a ese faraón de la XVIII dinastía, que consolidó la supremacía egipcia en Babilonia y Asiria desde la antigua Tebas entre los años 1390 y 1352 a.C.

Sentado en un trono con la reina Tiye junto a su pierna derecha, supera las 300 toneladas y mide 11,5 metros de altura. Unas dimensiones con las que compite otra estatua de ese mismo faraón recientemente levantada por el mismo equipo, dirigido por la armenia Hourig Sourouzian, y considerada la reconstrucción más alta de ese tipo.

En una parte más alejada, esta estilizada figura se erige con el pie adelantado, mide más de trece metros y pesa casi 120 toneladas. "Tenía la base muy erosionada y tuvimos que reforzarla para que volviera a sujetar ese peso", comenta López.

Tras la recolocación en su lugar original de estas piezas y otras de menor tamaño, faltan otras muchas por recuperar en el mayor templo del mundo, de unos 700 metros de largo y compuesto de tres patios, un peristilo, una sala hipóstila y un santuario.

Entre las joyas que yacen ahí está una estatua de alabastro y 1,70 metros de altura que representa a "Iset", una de las hijas de Amenhotep III, "única por el material y la calidad artística, así como por ser la primera vez que se la descubre con un coloso de su padre en este sitio", asegura la directora del proyecto, iniciado en 1998.

Sourouzian se muestra "encantada" por la restauración de este inmenso "puzzle", mientras trata de imaginar cómo sería retroceder en el tiempo y ver las estatuas colosales integradas entre edificios administrativos, religiosos y comerciales, entre otros.

Aunque gran parte de las figuras fueron utilizadas en otros templos, la armenia insiste en reconstruir "todo lo que se pueda en nuestras cabezas, mentes y papeles".

La idea es, además, transformar esta parte del valle del río Nilo en un "gran museo al aire libre" y cambiar la fisonomía del paisaje para el disfrute de los visitantes, considera el jefe de Egiptología del Ministerio egipcio de Antigüedades, Ali Al Asfar, presente en la inauguración.

Eso supone intentar remediar los efectos de aquel fatídico seísmo que hizo colapsar la mayoría de las grandes figuras del templo, las cuales quedaron desmembradas y dispersas bajo una superficie de agua y barro.

Solo se libraron del desastre los dos colosos de Memnón de la entrada principal, cuyo nombre lo pusieron los griegos en alusión a un monarca etíope que luchó en la guerra de Troya.

Ambas figuras, desgastadas y agrietadas, también van a ser sometidas a continuas operaciones para reparar sus partes dañadas en la próxima campaña, en la que sus responsables prometen seguir restaurando todo lo "imaginable".

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