"No ocultes tus talentos. Se hicieron para usarlos. ¿De qué sirve un reloj de sol en la sombra?", Ben Franklin
La observación y la curiosidad han sido las grandes herramientas de la evolución científica. Mirar atentamente y preguntarse qué diferencia a los grandes hombres; y Eratóstenes fue uno de ellos. Nació en Cirene, lo que ahora es Libia, en el año 276 a.C. Fue un célebre matemático, astrónomo, historiador, geógrafo, filósofo y poeta. Estudió en Alejandría y, durante algún tiempo, en Atenas. Sus conocimientos y habilidades se repartían a lo largo de una gran variedad de disciplinas por lo que fue nombrado director de la Biblioteca de Alejandría, la mayor concentración de conocimiento que existía en su época. Por aquel entonces reflexionó sobre un hecho que había leído en un informe de observaciones en Syena (actual Asuán): durante el día del solsticio de verano -21 de junio- al mediodía, el Sol no proyectaba sombra alguna y era capaz de iluminar por completo el interior de un pozo profundo.
La clave está en las sombras
Syena dista de Alejandría 843 Km y, sin embargo, a la misma hora, la proyección de las sombras difieren ligeramente. Este hecho demostraba, primero, que la Tierra era redonda. Sería imposible que en una superficie plana los objetos tuvieran diferencias en los ángulos de sus sombras. Por otro lado, pensó que le bastaría conocer los grados de desfase entre las sombras proyectadas en las dos ciudades y la distancia que las separa, para aplicar algunas reglas trigonométricas y averiguar el diámetro de la Tierra.
Se puso manos a la obra. Midió primero la sombra producida por un enorme obelisco en Alejandría el 21 de junio, cuando el sol se encontraba en lo más alto. Era la parte más fácil. Ahora le quedaba conocer la distancia entre Syena y Alejandría. Unos dicen que lo obtuvo de los escritos de comercio que eran habituales entre ciudades. Otros, que lo obtuvo gracias a una encomienda al ejército. Al parecer les ordenó caminar en línea recta para contar los pasos que separaba dichas ciudades. Fuera como fuese, ahora sabemos que el resultado obtenido fue sorprendentemente próximo al real. Tan sólo se equivocó en un 1%.
Errores posteriores y Cristobal Colón
Con posterioridad, Posidonio rehízo los cálculos utilizando otra ciudad cuya distancia conocía con exactitud. Sin embargo, se cree que un error al mezclar los estadios griegos (unidad de medida de la época) con los egipcios provocó que el resultado final fuera sustancialmente menor. Claudio Ptolomeo se basó en estas últimas estimaciones para trazar sus famosos mapas que servirían de guía para navegantes de todo el mundo. Uno de los más ilustres, el intrépido Cristóbal Colón, los utilizó para convencerse de la viabilidad de llegar a las Indias cruzando el Océano Atlántico. Un fallo que podría haber sido fatal y que resultó prodigioso.
Cuentan que cuando Eratóstenes envejeció se quedó ciego. Como le ocurriera a Borges, el director de una de las mayores bibliotecas de la historia no era capaz de leer los libros que custodiaba, así que se apartó buscando la soledad y se dejó morir de inanición. Fueron épocas en las que las grandes figuras de la sociedad estaban ligadas a ciertas responsabilidades morales que llevaban al extremo. Desde luego no estoy pidiendo que los grandes representantes de nuestra sociedad, una vez llegado el momento, se retiren y se dejen morir. Me conformaría con que hicieran sólo lo primero.