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Australia aprueba el arroz dorado para consumo humano

Pese a los esfuerzos de Greenpeace, el arroz que podría salvar de la muerte y la ceguera a cientos de miles de niños ha recibido el visto bueno.

Pese a los esfuerzos de Greenpeace, el arroz que podría salvar de la muerte y la ceguera a cientos de miles de niños ha recibido el visto bueno.
El arroz dorado salvaría la vida, y la vista, a cientos de miles de niños cada año. | Golden Rice Project

El Instituto Internacional de Investigación del Arroz, una organización sin ánimo de lucro, ha logrado que el organismo encargado de aprobar para el consumo los productos alimentarios en Australia y Nueva Zelanda (FSANZ) haya dado su visto bueno al arroz dorado. Se trata de un cultivo transgénico cuyas primeras variedades datan de finales de los años 90 y que incluye entre sus nutrientes una buena cantidad de provitamina A o betacaroteno, un compuesto químico que nuestro cuerpo transforma en vitamina A, gracias al uso de genes provenientes de bacterias y otras plantas, como el maíz o los narcisos.

Se estima que, cada año, entre uno y dos millones de niños en los países pobres mueren por falta de vitamina A. Muchos más se quedan ciegos. Siendo el arroz el principal alimento de muchas de la zonas más pobres del mundo, muchos de estos niños podrían salvarse simplemente cambiando la variedad de arroz que consumen. Pero la investigación y producción del arroz dorado se ha visto bloqueada por el activismo ecologista, que se niega a que se permita ningún tipo de cultivo de este tipo.

La aprobación por parte de Australia y Nueva Zelanda es principalmente simbólica. En primer lugar porque para que pudiera cultivarse en estos países necesitaría del beneplácito de un órgano regulatorio distinto. Y en segundo lugar porque nunca fue un arroz pensado para que se consumiera en países ricos, donde no existe el problema de carencia de vitamina A. Los reguladores reconocen que el único problema que soluciona esta aprobación es que el arroz no tendrá escollos de ningún tipo si es transportado a través de estos países.

Pero no deja de ser significativo que tras analizarlo cuidadosamente hayan concluido que el cultivo transgénico no conlleva riesgos para la salud. Hay que recordar que los activistas ecologistas, con Greenpeace a la cabeza, han destrozado cultivos experimentales y han procurado por todos los medios que ningún transgénico sea aprobado para su cultivo y consumo, un objetivo en el que han tenido un enorme éxito propagandístico, especialmente en Europa. Su recomendación es que los pobres accedan a una dieta variada que incluya "agricultura ecológica" como la que disfrutan ellos en países ricos desde los que condenan a un genocidio silencioso a cientos de miles de niños sin el menor cargo de conciencia. Y todo para evitar que se use el arroz dorado como un "caballo de Troya" para lograr la aceptación de otros cultivos transgénicos, porque lo importante no es salvar las vidas de los más indefensos, sino oponerse a la ciencia y el progreso de la humanidad.

El año pasado más de cien premios Nobel firmaron un manifiesto en el que exigían a Greenpeace que abandonara sus campañas contra el arroz dorado y en general contra los cultivos y alimentos mejorados mediante biotecnología, y a los gobiernos del mundo para que dejaran de hacer caso a la multinacional ecologista e hicieran "Hay que frener la oposición basada en emociones y dogmas que contradicen los datos", terminaba el manifesto. "¿Cuántas pobres más deben morir en todo el mundo antes de que esta oposición se considere un crimen contra la humanidad?"

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