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Hablemos de futuro

España quiere retener a los científicos del futuro

Distintos programas hacen que cada vez sea más atractivo volver para muchos talentos que tuvieron que hacer las maletas.

Distintos programas hacen que cada vez sea más atractivo volver para muchos talentos que tuvieron que hacer las maletas.
Retener a los talentos es fundamental para el progreso de un país | Pixabay/CC/DarkoStojanovic

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación General CSIC han lanzado la segunda edición del programa de investigación ComFuturo -acrónimo de Un Compromiso público-privado con la ciencia y el Futuro-. Se trata de una iniciativa pública-privada para desarrollar 15 proyectos de investigación científica. ComFuturo tienen su razón de ser en el esfuerzo común del CSIC y de 6 empresas del sector privado. El CSIC aporta una dotación económica y pone sus instalaciones al servicio de los científicos del proyecto. Banco Santander, una de las seis empresas participantes, aporta un tercio del presupuesto de una iniciativa en la que también participan otras empresas como Acerinox, la Fundación Cepsa, la Fundación Domingo Martínez, Naturgy y Suez. Con esta colaboración, las compañías entran en contacto con los investigadores para conocer hacia dónde se dirige la innovación en España.

En esta edición, la Fundación General CSIC ha escogido 15 proyectos de investigación científica de entre un total de más de 100 candidaturas. Los gestores del programa han buscado proyectos innovadores y originales que puedan ser aplicables en la sociedad actual y que ofrezcan a la ciudadanía un futuro sostenible. Más allá de poder llevar a cabo sus investigaciones, el programa otorga a estos científicos la oportunidad de ser los investigadores principales de sus proyectos, una rareza en un sector en el que lo habitual es trabajar en líneas de investigación ajenas en las que no tienen poder de decisión final. Además, en ocasiones, para poder optar a ciertos proyectos, se exige a los científicos experiencia como investigadores principales, lo que limita el acceso a otros trabajos. Gracias a este programa, estos 15 científicos del futuro -y del presente- podrán gestionar y coordinar su propia investigación y contarán con la financiación suficiente para llevarla a cabo.

ComFuturo hace posible investigaciones como la de Cristina Romera Castillo, licenciada en Química y doctora en Ciencias del mar que ha estado cinco años en el extranjero -cuatro en Miami y uno en Viena-, y que trabaja en el proyecto Nuevas rutas de biodegradación del plástico marino a través de sus lixiviados y su interacción con los microorganismos. Un trabajo en el que, gracias a este programa, investigará cómo las bacterias marinas afectan al carbono que libera el plástico al estar en contacto con el mar.

El doctorado en Ciencias físicas por la Universidad Politécnica de Madrid, Miguel Romera Rabasa, lidera un proyecto llamado Red neuronal artificial basada en nano-dispositivos espintrónicos. En esta investigación intentará implementar en chips sistemas de computación que consuman muy poca energía y que puedan realizar tareas cognitivas. El proyecto está inspirado en el funcionamiento del cerebro humano y, para ello, se sirve de los avances logrados en el campo de la nanotecnología.

El panorama científico español y la fuga de cerebros

Entre 2010 y 2013 el sistema público de investigación español perdió unos 15.000 científicos. Un panorama desolador que no ha mejorado en exceso y que afecta, en mayor medida, a los jóvenes talentos, muchos de los cuales se ven obligados a marcharse al extranjero para participar en proyectos internacionales donde su talento sí tiene cabida o, en el peor de los casos, a abandonar la carrera científica. Tras varios años en otros países, muchos de estos investigadores emigrantes vuelven su mirada a España con la intención de poder seguir desempeñando su labor en su casa. Pero la realidad se impone y son pocas las ofertas y los proyectos existentes en el territorio español.

El músculo científico de España nunca ha sido muy fuerte. En comparación con otros países como Estados Unidos, Gran Bretaña o Alemania, España siempre ha estado a la cola en cuanto a inversión científica. La crisis se llevó por delante el débil entramado español de I+D. Un sector que necesita un cuidado y un mimo especiales para que pueda dar sus frutos.

Lograr avances científicos no es una mera cuestión matemática o algo que se consiga de la noche a la mañana. Y no vale solo con el talento de los investigadores. Hacer una ciencia de calidad exige, también, el esfuerzo de las administraciones públicas y/o la participación del sector privado. Porque la ciencia necesita de una financiación y una confianza con la que, hasta ahora, no ha contado. La investigación y el desarrollo necesitan tiempo y la crisis, con los recortes en ciencia, frustraron muchos proyectos.

En la actualidad, la ciencia española ha experimentado un repunte, pero aún se encuentra lejos de generar un entramado y un caldo de cultivo en el que alcanzar el nivel de la excelencia. A día de hoy, los resultados obtenidos son más fruto del empuje y la curiosidad de unos investigadores que exprimen al máximo su talento y los escasos recursos con los que cuentan, que de unas estructuras que los fomenten.

En este contexto cobran mayor importancia programas como Comfuturo, claves para ofrecer una salida a científicos españoles y construir un sistema capaz de crear nuevas líneas de investigación, de captar inversiones y de atraer cerebros de otros países.

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