
Si uno entra en la web de WWF se pueden ver imágenes de cierta belleza dramática de un oso polar acompañando a un titular aún más dramático: "El rey del Ártico se queda sin casa". Y es que esta organización ecologista presenta a estos impresionantes animales como "un icono dramático del avance del cambio climático".

La explicación es, en teoría, sencilla: los osos utilizan el hielo marino para moverse y cazar, si este hielo desaparece durante mucho tiempo en verano el animal, en teoría, se quedará sin poder cazar y alimentarse lo suficiente.
Sin embargo, la realidad parece bastante diferente de este planteamiento teórico y, de hecho, de acuerdo incluso a los datos de WWF la población total de osos polares sigue creciendo desde que fuese considerada una especie protegida en los años 70.
Osos polares donde no se sabía
Incluso hay datos curiosos en el sentido contrario a la presentación de la especie como muy amenazada, como que se descubran poblaciones nuevas en territorios en los que no se pensaba que fuese posible que sostuviesen una cantidad estable de animales. El estudio, publicado en junio en Science, demuestra que unos 300 osos polares viven en el sureste de Groenlandia en una zona que tiene cien días menos de hielo marino al año de los que hasta ahora se consideraban imprescindibles para que prosperen los plantígrados.
De hecho, hay incluso diferencias genéticas que señalan que, a juicio de los investigadores, esta debe ser considerada como una nueva subpoblación de la especie, que sería la vigésima reconocida por el momento.
Esto nos da dos claves muy interesantes a tener en cuenta: que los datos disponibles sobre la población total de osos polares no son tan exactos como podría pensarse –tan poco exactos como para haber ‘perdido’ un grupo que sería el 1% de la cifra global– y, sobre todo, que no se sabe mucho de su capacidad de adaptación a los cambios en su entorno provocados por las variaciones climáticas.
No, el cambio climático no está acabando con el oso polar
En este sentido, los datos disponibles ya apuntan con claridad que los osos polares saben convivir con condiciones cambiantes en el hielo ártico y, de hecho, la población en lugar de disminuir crece, o al menos la población que los científicos calculan que hay.
Los datos son, como es obvio y lógico, muy difíciles de recolectar, estamos hablando de regiones muy extensas y de clima más que extremo. Así, los que se manejan en este momento se refieren a 2018, pero aunque no estén tan actualizados como sería deseable sí sirven para lo más importante: analizar las tendencias a medio y largo plazo y, por tanto, evaluar si el catastrofismo de los calentólogos tiene alguna base real.
Pues bien, según un completísimo estudio publicado en 2019 la población mundial de osos polares estaría en torno a unos 29.500 ejemplares, teniendo en cuenta que esa cifra es la media de una estimación en la que se admite que podrían ser unos miles menos o unos miles más.
Esta cifra parte de la misma que usan las organizaciones ecologistas: los 26.500 que es la media de la horquilla registrada en 2015 por los expertos que elaboraron la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) . Esta estimación entre 22.000 y 31.000 es la que da, por ejemplo la propia WWF en su web.
Sin embargo, el estudio citado anteriormente aseguraba que según algunos expertos es posible actualizar la cifra de la IUCN con algunas adiciones posteriores. Por ejemplo, nuevas estimaciones en dos de las 19 subpoblaciones –la del sur de la Bahía Hudson y la del mar de Chukchi– añadieron unos 1.000 ejemplares más al total. Otros estudios posteriores en tres zonas –el golfo de Boothias, el canal de M’Clintock y Vizconde Melville– llevarían esa estimación media incluso por encima de los 30.000 osos, aunque el estudio la fije en esos 29.500 porque suelen darse errores.
Entonces, ¿hay menos osos polares?
Aunque no es fácil, es posible encontrar estimaciones anteriores de población, teniendo en cuenta también que si aún hoy resulta difícil hacerlas hace años aún lo era más. En un texto de 2013 de la propia web de WWF se afirma que la población en ese momento es de 22.500 ejemplares, un número que ya suponía "un incremento" respecto a los datos en los años 70, cuando se dictaron las normas de protección de la especie.
Así, incluso según los datos de WWF la población de osos polares habría subido en los últimos nueve años: de 22.500, el punto medio de la horquilla de 2013, a 26.500 que es el punto medio de la horquilla actual.
Un incremento del 17,7%, insistimos, según las propias cifras de una muy importante organización ecologista. Si atendemos a las estimaciones completadas posteriormente el incremento en la población de osos polares sería del 31%.
Es importante reseñar que estas cifras se han dado en un entorno en el que las condiciones en el ártico han sido en parte las que pronosticaban los propagandistas del cambio climático: menos zonas con hielo durante el verano que, en teoría, iban a suponer un grave problema para los osos polares, ya que se supone que cazan en esas plataformas de hielo en el agua marina.
¿Cómo seguir alarmando?
Aún así, como decimos WWF y otras organizaciones ecologistas siguen hablando del peligro por el que atraviesa el oso polar, en algunas ocasiones con campañas evidentemente manipuladoras como el popular pero engañoso vídeo de un oso famélico que tuvo un enorme éxito, pero en otras sirviéndose de algunos datos, por ejemplo que dentro de las 19 subpoblaciones hay tan sólo dos cuya población se está incrementando mientras que en cuatro está decreciendo, tal y como puede verse en este mapa.

Una observación atenta, no obstante, nos revela que quizá este sea un hecho menos relevante de lo que podría parecer. En primer lugar porque de ocho de las subpoblaciones no se tienen datos suficientes para definir una tendencia, además, de las siete en las que la cantidad de osos es mayor cinco se mantienen estables –y las otras dos pertenecen al grupo de las que falta información– y, por último, porque estas cuatro zonas en declive tienen entre 500 y 1.000 ejemplares, es decir, suponen sólo un 11% de la población total, lo que es un porcentaje representativo, pero no determinante.
En resumen, el "icóno dramático" del cambio climático es un icono, sí, pero de cómo se manipula la realidad para crear una impresión de desastre que no se compadece con la realidad y que hace pensar que todo lo demás también es un siniestro montaje.
Sánchez ya ha dejado claro que un medio crítico como este es un obstáculo. Nos halaga pero necesitamos tu ayuda para demostrarle que lo que dice es cierto. Hazte socio del Club LD.