Los trans con más de 65 años que se automedicaron en los años setenta tienen más riesgo de sufrir cáncer y otras enfermedades cardiovasculares que las personas de su edad. Un colectivo que preocupa a Marcelino Gómez Balaguer, endocrino y coordinador del grupo de trabajo de identidad y diferenciación sexual de la Sociedad Española de Endocrinología (SEEN) y coordinador la Unidad de Identidad de Género del Hospital Universitario Dr. Peset de Valencia que, en una entrevista a EFE, señala que es el grupo que más riesgo acumula de degeneración neoplásica, grupo formado por "un número no despreciable de personas transgénero" que llevan décadas de tratamiento hormonal, en muchos casos sin supervisión médica.
Este colectivo está más expuesto, además de a un mayor riesgo de cáncer, a patologías cardiovasculares, obesidad, diabetes y alteración de los niveles de colesterol con una incidencia mayor a la esperada en cohortes de población acotadas a su edad.
Para conseguir atraer a estas personas al circuito sanitario, Gómez Balaguer propone formar a los médicos de Atención Primaria para que hagan "seguimiento a este colectivo" y den "un trato adecuado para que se sientan protegidos por la sanidad pública, y no vean al médico de familia como un enemigo sino como alguien que vela por su salud y le trata en igualdad de condiciones que al resto de los pacientes".
Este endocrino sostiene que los riesgos sanitarios que una persona joven asume cuando decide iniciar el proceso de cambio de sexo "son mínimos si se hace un uso adecuado y monitorizado del tratamiento hormonal".
Incidencia del cáncer
En mujeres trans las neoplasias a vigilar son el cáncer de mama y el de próstata, aunque son poco frecuentes, además de la detección reciente de meningiomas (tumores cerebrales que derivan de las meninges) asociada al uso de acetato de ciproterona, un medicamente del que ha alertado al Agencia Europea del Medicamento (EMA). En los hombres trans hay riesgo de cánceres ginecológicos, que disminuye con un adecuado control. En caso de tener hecha una mastectomía ya no hay peligro, y de no realizarse, la incidencia de neoplasias en hombres trans no es muy superior a los riesgos en mujeres cis, aquellas cuya identidad de género y sexo asignado al nacer coincide.
Este endocrino añade que su unidad trabaja con el mismo protocolo de cribado de la patología mamaria en las mujeres trans que en las mujeres cis e insiste en que los riesgos sanitarios tienen que ver con tres factores: uso indebido del tratamiento, base genética y falta de seguimiento médico.
Crece la demanda de asistencia psicosanitaria
Los endocrinos han detectado un aumento de la demanda de asistencia psicosanitaria en personas que inician los tratamientos hormonales entro los 15 y 16 años —y que duran toda la vida— y una disminución de las cirugías que Gómez Balaguer atribuye a que la gente más joven "no tiene esos rígidos atavismos en cuanto al género y no desea someterse a técnicas tan invasivas como puede ser una amputación o una vaginoplastia para encajar en la sociedad y vivir sin disforia".
La tendencia, explica este endocrino, es medicalizar menos y hacer reflexionar en consulta sobre lo masculino y lo femenino, que no está ligado necesariamente a tener un aspecto u otro. Así se consigue que se hagan menos cirugías invasivas y esta tendencia se observa en España y en Europa.
Sobre la Ley Trans
Sobre la polémica tramitación de la Ley Trans, que ha provocado una guerra de enimiendas en el seno del Gobierno de coalición, Gómez Balaguer echa en falta que no se haya contado con la opinión de los profesionales de la salud pública, aunque en su opinión no es invasiva con el código deontológico médico ni cree que afecte a la clínica diaria. "No hay ningún artículo que comprometa nuestro trabajo", precisa.
No obstante, reconoce que le hubiera gustado que la ley diera un marco común que hubiera amparado las distintas normativas autonómicas, ofreciendo la misma calidad del servicio y una mayor protección a los profesionales que trabajan en la salud transgénero.
También echa en falta más recursos humanos, porque la demanda se ha multiplicado muchísimo pero el número de profesionales no crece. "Es una situación que está al borde, hay mucha desilusión entre los sanitarios, mucho trabajo y seguimos siendo los mismos", concluye.