Un reciente estudio científico publicado en la revista Nature Neuroscience por investigadores de la Weill Cornell Medicine de Nueva York, ha identificado cuatro subgrupos distintos dentro del trastorno del espectro autista (TEA), más conocido como autismo, lo que podría tener implicaciones importantes en el desarrollo de nuevos tratamientos para el autismo y, ofrece una nueva perspectiva sobre la heterogeneidad del autismo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el autismo es un conjunto de trastornos relacionados con el desarrollo del cerebro que se pueden identificar en la primera infancia, aunque a veces no se diagnostica hasta más adelante. Alrededor de uno de cada 100 niños es diagnosticado con autismo.
El trastorno del espectro autista (TEA) es diferente en cada persona que lo tiene, y puede manifestarse de diferentes maneras. Las personas con TEA pueden tener dificultades para interactuar socialmente y comunicarse, realizar comportamientos repetitivos y ritualizados, tener diferentes niveles de discapacidad intelectual y sufrir de otras condiciones médicas. Debido a estas diferencias, no hay una solución única para tratar el TEA, y pueden necesitar diferentes tratamientos adaptados a las necesidades y características específicas de cada persona.
Los investigadores llevaron a cabo un estudio a partir de técnicas de neuroimagen y aprendizaje automático para clasificar a 299 personas con autismo y 907 personas neurotípicas, según su actividad cerebral y su comportamiento.
Los estudios de resonancia magnética funcional, que reportan imágenes del cerebro, han identificado patrones de conectividad atípica en TEA en diferentes regiones del cerebro, es decir, diferencias en la forma en que diferentes regiones del cerebro se conectan y comunican entre sí en comparación con la forma típica. Esto puede verse en ciertos trastornos neurológicos o psiquiátricos en los que la conectividad del cerebro puede estar alterada, lo que puede tener consecuencias en la cognición, el comportamiento y la función neuronal.
También observaron que las variantes genéticas, que son cambios en la secuencia de ADN que se producen en un individuo en comparación con la secuencia de ADN de la población en general, pueden influir en la función cerebral, el desarrollo y el comportamiento en personas con TEA.
Tres patrones distintos
Los investigadores pudieron identificar tres patrones distintos de conectividad cerebral que describen la actividad cerebral en personas con TEA. Estos patrones predijeron las diferencias individuales en la capacidad verbal, el afecto social y el comportamiento repetitivo e intereses restringidos. Por lo tanto, estos resultados permitieron a los investigadores entender mejor la actividad cerebral en personas con TEA y como esta actividad puede explicar la variabilidad en los síntomas y características de la enfermedad.
Aunque los investigadores reconocen algunas limitaciones en su estudio, utilizaron métodos estadísticamente robustos para minimizar estos efectos, brindando información valiosa sobre la conectividad cerebral en la población estudiada.
La identificación de estos cuatro subgrupos distintos dentro del trastorno del espectro autista (TEA), podría llevar al desarrollo de nuevos tratamientos personalizados. Aunque el TEA es diferente en cada persona, estos nuevos hallazgos pueden proporcionar información valiosa sobre la actividad cerebral en personas con autismo y cómo esta actividad puede explicar la variabilidad en los síntomas y características de la enfermedad. Al entender mejor la actividad cerebral en personas con autismo, se pueden desarrollar intervenciones más específicas y efectivas para cada individuo, lo que puede mejorar significativamente su calidad de vida y la de sus familias.
Estas investigaciones remarcan la necesidad de seguir invirtiendo en la investigación científica para avanzar en la comprensión y tratamiento del autismo y otros trastornos neurológicos y psiquiátricos para mejorar la vida de las personas que sufren estas enfermedades y de sus familias.