Desde hace años el lobby animalista pretende acabar con la experimentación científica con animales. Este es uno de los principales objetivos de su agenda activista a pesar de que el uso de animales de laboratorio está estrictamente controlado e incluso aunque su eliminación suponga un peligro para los seres humanos a los que no tienen reparo en usar de cobayas.
Para la redacción de este reportaje, Libertad Digital ha consultado a varias fuentes científicas. Sin embargo, todas ellas han pedido que no figuren ni sus nombres ni su lugar de trabajo por miedo a las represalias por parte de los radicales animalistas. Para ilustrar el riesgo real al que se exponen únicamente por dar su opinión, basta con señalar que una de esas fuentes asegura que ha tenido que "ir a trabajar con escolta por las amenazas de muerte recibidas".
Actualmente la investigación con animales está estrictamente regulada por la directiva de la Unión Europea de 2010 en el que se consagra la aplicación del principio de las tres ‘R’: Reducir la cantidad de animales usados; refinar los métodos empleados para mejorar el bienestar animal; y reemplazar los animales por cultivos celulares o simulaciones informáticas cuando sea posible.
Para asegurar que estos criterios se cumplen, todos los investigadores que utilizan animales en su investigación deben tener un entrenamiento teórico-práctico y obtener una acreditación específica. Además, cada procedimiento con animales sigue un proceso regulado estrictamente, que tiene que ser evaluado previamente por un comité de ética experto, y aprobado por la autoridad competente a nivel autonómico, siguiendo directrices europeas.
Así es como trabajan en España organismos como el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas del CSIC, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) o las principales universidades donde se emplean ratones en los experimentos de investigación.
¿Es posible la investigación sin animales?
Las principales asociaciones animalistas argumentan que "muchos productos perjudiciales para los animales no lo son para humanos, por lo que los resultados de los test en animales no son predictivos", dice Faada. "La investigación con animales no surte efecto en la lucha contra el cáncer y desvía los recursos de la solución más obvia: la prevención", afirma Anima Naturalis. Además, "existen métodos innovadores disponibles que se centran en los humanos y sus enfermedades individuales", dice Adda.
Fuentes científicas vinculadas a la investigación con animales disienten. "no se puede eliminar la investigación con animales por motivos de seguridad. A pesar de los avances de la inteligencia artificial, el big data o los cultivos celulares, hay multitud de medicamentos y vacunas que, por seguridad para los humanos, deben ser probados antes en animales para evitar reacciones imposibles de predecir", señala una de esas fuentes.
"Ahora mismo no. Se puede reducir número de animales, diseñar otros experimentos… pero a día de hoy, en investigación biosanitaria o investigación de fármacos, los animales son necesarios", añade otra fuente científica.
"Algo que siempre digo es, cuando estás enfermo y pides un fármaco nuevo, hay que pensar que ese fármaco surge de la investigación y que, antes de llegar con seguridad al paciente, a la persona, hay que ver la eficacia y la seguridad. La pregunta es: ¿quieres que se valide en un ratón o en ti mismo o un familiar?"
El bulo de la vacuna covid
Uno de los numerosos rumores que circularon durante los peores días de la pandemia en los entornos animalistas y antivacunas es que la vacuna contra el coronavirus no se había probado previamente en animales. Es falso.
Todas las vacunas autorizadas contra la COVID-19 se probaron en animales antes de su autorización. De hecho, según ha afirmado el presidente del Comité de Ética del CSIC, el genetista Lluís Montoliu en declaraciones a El País, "sin experimentación animal, no tendríamos ahora vacunas contra la covid".
Hay muchos ejemplos de avances médicos que hubieran sido imposibles sin la experimentación previa en animales: la penicilina se probó en ratones infectados con estafilococos; las transfusiones sanguíneas se probaron en conejos; los experimentos con cobayas permitieron encontrar un antibiótico contra la tuberculosis; el cáncer de mama es ahora la segunda forma de cáncer con mayor índice de supervivencia gracias a los estudios en ratas y ratones.
Esos avances son cuestionados por las principales organizaciones animalistas, entre ellas Anima Naturalis, a la que pertenece Aïda Gascón, el fichaje de Yolanda Díaz para coordinar el área de protección de los animales en Sumar.
En este sentido, el acuerdo de Gobierno firmado entre PSOE y Sumar incluye que "se desarrollará la Directiva 2010/63/UE del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo relativa a la protección de los animales utilizados para fines científicos", aunque no ofrece más detalles al respecto o si ello implica un intento de eliminar a los animales de la investigación científica.