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Aumenta el consumo de bebidas energéticas entre adolescentes. Explicamos cuáles son los ingredientes de estas bebidas que tanto consumen los jóvienes.

Bebidas energéticas: ¿te dan "alas" o esconden riesgos que no te cuentan?

Aumenta el consumo de bebidas energéticas entre adolescentes. Explicamos cuáles son los ingredientes de estas bebidas que tanto consumen los jóvienes.

El consumo de bebidas energéticas entre adolescentes es alto y preocupante, uno de cada cinco las ha mezclado con alcohol, elevando los riesgos para la salud. Los riesgos superan los beneficios, especialmente para los jóvenes.

El consumo de bebidas energéticas entre adolescentes ha alcanzado cifras alarmantes. Según la última encuesta ESTUDES, casi la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años (un 47,7 %) ha tomado estas bebidas en el último mes, y uno de cada cinco las ha mezclado con alcohol, un hábito peligroso con graves riesgos para la salud.

Estas cifras muestran un problema en aumento, en parte por la publicidad agresiva de las marcas y la falta de información sobre los riesgos. Las bebidas energéticas se promocionan como símbolos de aventura y éxito social, vinculándose a deportes extremos y fiestas. En redes sociales, influencers y contenido viral normalizan y promueven su consumo. Pero tras esa imagen atractiva, hay riesgos serios que no debemos ignorar como indica la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (EASAN).

El marketing es efectivo, especialmente entre los jóvenes que buscan energía para estudiar más o mejorar en deportes. Sin embargo, el peligro radica en que las bebidas energéticas no son inofensivas y sus efectos negativos pueden ser graves, desde problemas de ansiedad hasta trastornos cardíacos.

Los ingredientes detrás del impulso de energía

Las bebidas energéticas son una mezcla potente de cafeína, azúcar, y otros ingredientes como la taurina, glocuronolactona y vitaminas, principalmente vitaminas del complejo B. Algunos contienen extractos de hierbas como el ginseng o la guaraná (otra fuente de cafeína), y en algunos casos se agregan minerales, inositol y L-carnitina. Cada uno tiene su propósito, pero cuando se consumen en exceso o combinados con otras sustancias, pueden tener efectos negativos en la salud. Los principales componentes son:

  • Cafeína
    La cafeína es el componente estrella. Este estimulante del sistema nervioso central, actúa manteniendo a las personas alerta y reduciendo la sensación de cansancio.

  • Cantidad: Una lata de bebida energética contiene entre 80 y 160 mg de cafeína, lo que equivale a 1 o 2 tazas de café.

  • Límite seguro: La EFSA recomienda un máximo de 400 mg de cafeína al día para adultos, alrededor de 4 tazas de café. Superar esta dosis puede causar insomnio, nerviosismo, taquicardias y hasta hipertensión.

  • Impacto en los jóvenes: Para un adolescente de 35 kg, una lata de 250 ml (con 80 mg de cafeína) equivale al doble del impacto que tendría en un adulto. Los efectos pueden ser aún más graves para niños de 20 kg.

  • Azúcar
    El azúcar proporciona energía inmediata, pero su consumo excesivo se asocia con problemas como obesidad, diabetes tipo 2 y caries dentales.

  • Cantidad: Una lata puede contener hasta 54 gramos de azúcar, equivalentes a 13 sobres de azúcar.

  • Límite seguro: La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no más de 25 gramos al día. Una sola bebida energética puede duplicar esta cantidad, contribuyendo a un aumento de enfermedades metabólicas.

  • Taurina

  • La taurina es un aminoácido que ayuda a la función cardíaca y muscular. Aunque no hay suficientes estudios que demuestren efectos negativos a niveles típicos de consumo, la combinación de taurina con cafeína podría ser preocupante, es necesario más investigación.

Riesgos de mezclar bebidas energéticas y alcohol

El alcohol es un depresor del sistema nervioso central: ralentiza las funciones cerebrales, reduce la coordinación motora y deteriora la capacidad de juicio. A medida que el alcohol se acumula en el cuerpo, la sensación de somnolencia y pérdida de control aumenta, lo que puede llevar a estados de intoxicación o incluso coma etílico en casos extremos.

Por otro lado, la cafeína es un estimulante que acelera el sistema nervioso. Aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la producción de adrenalina, provocando una sensación de alerta y energía. Al bloquear los receptores de adenosina, la cafeína retrasa la sensación de fatiga y promueve un estado de vigilia.

Cuando se consumen juntas, la cafeína puede enmascarar los efectos depresores del alcohol, haciendo que una persona se sienta menos ebria de lo que realmente está. Esto puede llevar a un consumo excesivo de alcohol, ya que se subestima el nivel de borrachera, aumentando el riesgo de intoxicación por alcohol, accidentes y otras consecuencias graves. Además, el estrés fisiológico que se genera al combinar un depresor y un estimulante sobrecarga al organismo, afectando la función cardiovascular y aumentando los riesgos para la salud.

El marketing de estas bebidas no menciona estos peligros. En cambio, promueve una imagen de invulnerabilidad y éxito, ocultando que un uso frecuente puede llevar a problemas de ansiedad, arritmias y una dependencia de la cafeína. La población más joven, aún en desarrollo, es particularmente vulnerable, y el desconocimiento sobre los efectos a largo plazo hace que estos productos sean más peligrosos.

En definitiva, las bebidas energéticas pueden ofrecer un impulso rápido, pero el precio que podemos pagar en términos de salud es demasiado alto. La energía que necesitamos para rendir mejor puede venir de alternativas seguras y equilibradas, sin poner en riesgo nuestra salud a largo plazo.

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