La NASA ha vuelto a aplazar la decisión sobre cómo ejecutar una de sus misiones más ambiciosas y de mayor perfil en décadas: traer muestras de Marte a la Tierra. Este proyecto, considerado clave para responder a la pregunta de si alguna vez existió vida en el planeta rojo, lleva años enfrentando obstáculos técnicos, financieros y de calendario que han obligado a la agencia espacial estadounidense a replantear sus estrategias.
El plan original, desarrollado en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), fue descartado después de que una junta de revisión independiente lo calificara de insostenible debido a su costo, que se estimaba en unos 11.000 millones de dólares, y al retraso en el retorno de las muestras, que se postergaría hasta 2040. Una fecha que el administrador de la NASA, Bill Nelson, calificó como "sencillamente inaceptable" en declaraciones públicas. En respuesta a estas críticas, la NASA ha optado por seguir adelante con dos alternativas que, aunque buscan simplificar la complejidad y reducir costos, aún no han sido definidas como la vía definitiva. La agencia no tomará una decisión final sobre cuál de estos enfoques adoptar hasta la segunda mitad de 2026.
Dos caminos para regresar desde Marte
Ambas estrategias comparten el mismo objetivo, pero difieren en su ejecución. La primera opción se basa en tecnología ya probada, utilizando el método de la grúa celeste, que garantizó con éxito el aterrizaje de los róveres Curiosity y Perseverance en Marte. Este sistema, que combina un escudo térmico, paracaídas y retrocohetes, finaliza con un descenso controlado por cables que permite un aterrizaje seguro. La segunda propuesta, en cambio, apuesta por la colaboración con socios comerciales como SpaceX o Blue Origin para desarrollar módulos de carga pesada capaces de transportar las muestras de forma eficiente. Ambas alternativas serán evaluadas en los próximos años en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, donde los ingenieros trabajarán en los retos técnicos específicos de cada una.
A pesar de estos ajustes, los costos siguen siendo un desafío monumental. Las proyecciones actuales sitúan el gasto entre 5.500 y 7.700 millones de dólares, una cifra notablemente inferior a los 11.000 millones iniciales, pero que aún representa una carga significativa para los presupuestos de la agencia. Asimismo, las fechas más optimistas señalan que las muestras no llegarían a la Tierra antes de 2035 o 2039, dependiendo del enfoque que finalmente se adopte.
Desde que aterrizó en el cráter Jezero en febrero de 2021, el róver Perseverance ha estado recopilando muestras de rocas, polvo y aire marciano. Estas muestras, cuidadosamente seleccionadas de entornos geológicos diversos, son consideradas clave para desentrañar si Marte albergó vida en el pasado. Sin embargo, cada día que pasa sin una decisión concreta acerca de su retorno aumenta la presión sobre la NASA.
Competencia internacional y desafíos políticos
El reloj avanza y la NASA no es la única en esta carrera. China ya ha anunciado sus propios planes para traer muestras de Marte con su misión Tianwen-3, cuyo lanzamiento está previsto para 2028, con el retorno estimado para 2031. A diferencia del enfoque más meticuloso de la NASA, el proyecto chino parece centrarse en una recolección más directa y rápida. Nelson fue claro al expresar su preocupación sobre este escenario: "No creo que queramos que el único retorno de muestras se produzca en la nave espacial china, y que se trate simplemente de una misión del tipo ‘toma y vete’". Añadió que las muestras obtenidas por Perseverance ofrecerán una visión completa de la historia geológica de Marte, sus antiguos cuerpos de agua y, quizás, la respuesta definitiva sobre la existencia de vida en el planeta rojo.
El futuro de esta histórica misión no solo depende de la ingeniería y de los recursos técnicos de la NASA, sino también de factores políticos y presupuestarios. La próxima administración presidencial en Estados Unidos tendrá la última palabra sobre el financiamiento y la prioridad que se otorgará al proyecto. Nelson admitió que todas las discusiones relacionadas con esta misión están siendo gestionadas por el equipo de transición presidencial, aunque confía en que habrá apoyo bipartidista para una misión de esta magnitud.