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Cuando el coche eléctrico mata: la cara oculta de la Agenda 2030

Impuesto sin apenas debate y envuelto en propaganda verde ‘ecológica’, el coche eléctrico ya deja víctimas mientras el silencio político lo protege.

Impuesto sin apenas debate y envuelto en propaganda verde ‘ecológica’, el coche eléctrico ya deja víctimas mientras el silencio político lo protege.
Varios bomberos trabajan en el lugar de los hechos en Alcorcón. | Libertad Digital

El incendio provocado por un coche eléctrico este miércoles en Alcorcón donde murieron dos bomberos y dejó a otros siete heridos, vuelve a reabrir el debate sobre el coche eléctrico. Y es que, estos trágicos incidentes causados por vehículos eléctricos no son casos aislados. Este incendio en la capital de España se suma a una gran lista de fuegos salvajes causados por estos vehículos, que se han llevado por delante la vida de personas.

El coche eléctrico se ha convertido en una de las puntas de lanza de la llamada transición ‘ecológica y verde’ impulsada desde la Unión Europea de Ursula Von der Leyen y propulsada en España por el Gobierno de Pedro Sánchez. Todo ello bajo el paraguas de la Agenda 2030. Estos vehículos eléctricos se han presentado en todo momento como progreso "sostenible". Sin embargo, se están convirtiendo en un infierno de llamas para muchos ciudadanos.

Lo que ha ocurrido en Alcorcón es un ejemplo más de los riesgos que conlleva tener coches eléctricos. Según testigos, el incendio comenzó tras la colisión de un coche eléctrico de alta gama (un Porsche Taycan) en un garaje subterráneo. A partir de ahí, la propagación del fuego fue instantánea, avivada por las reacciones químicas internas de la batería del vehículo, generando gases altamente inflamables y temperaturas extremas que convirtieron el aparcamiento en una trampa mortal y sin salida.

Riesgo diario

Pero, ¿Es la primera vez que hay que lamentar estos incidentes? Desafortunadamente, no. Este no es un caso único. En septiembre de 2023, un edificio de diez plantas en Hanoi, Vietnam, quedó reducido a cenizas tras arder una moto eléctrica estacionada en el garaje. 56 personas murieron y 37 resultaron heridas. En Alemania, el municipio de Kulmbach prohibió en 2021 el estacionamiento de vehículos eléctricos en garajes subterráneos tras un incendio que dejó la instalación inutilizada durante cinco meses. Y en Corea del Sur, las autoridades han registrado más de 130 incendios de vehículos eléctricos en solo tres años, muchos de ellos con el coche simplemente aparcado.

Pero no hay que salir de España para sufrir las consecuencias del coche eléctrico. Hace apenas un mes, se registraron dos incendios en aparcamientos de Madrid que involucraron a vehículos eléctricos. El 8 de febrero, dos coches eléctricos se incendiaron en un garaje de la calle Marqués de Urquijo, en Moncloa-Aravaca. Días después, el 20 de febrero, otro vehículo eléctrico ardió en el parking San Cayetano, en el barrio de Salamanca. Felizmente no hubo ninguna víctima mortal.

Los bomberos lo denuncian

Ante estos incendios cada vez más comunes, los bomberos están denunciado las dificultades que enfrentan al extinguir incendios en vehículos eléctricos, debido a las características de sus baterías de litio. Cristobal Gómez, bombero del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria y autor de la primera guía para actuación ante vehículos eléctricos para bomberos ha denunciado en esRadio que "los garajes no estén preparados para el nuevo riesgo que supone el coche eléctrico en caso de incendiarse".

A raíz de estos incidentes, muchos países han comenzado a restringir el estacionamiento de vehículos eléctricos en zonas cerradas o residenciales. En Vietnam, se prohibió su presencia en garajes; en Corea del Sur, se desaconseja cargarlos por encima del 90%. Incluso en España, algunas ciudades han prohibido los patinetes eléctricos en el transporte público por miedo a sus baterías.

Subvenciones y ventajas fiscales

Pero para muchos esas medidas son insuficientes. Cada vez más ciudadanos denuncian que este tipo de vehículos siguen recibiendo subvenciones, ventajas fiscales y protección institucional. Y es que el coche eléctrico ha pasado a ser indiscutible para la religión climática. Por ello, se ha impulsado masivamente por los burócratas de Bruselas a pesar de que no todos los ciudadanos pueden permitirse comprar estos coches. Conviene recordar que la UE ha fijado 2035 como el año límite para vender coches de combustión, una medida que gran parte de los europeos consideran ideológica.

Esta imposición política obliga a los ciudadanos a adaptarse a la fuerza, sin soluciones o alternativas reales y lo más importante, las autoridades no han preparado la infraestructuras ni los equipos de emergencia necesarios para responder a este nuevo fenómeno del coche eléctrico. Y es que, a diferencia de los coches tradicionales de combustión, un coche eléctrico incendiado puede seguir ardiendo durante horas. Incluso puede reavivar el fuego días después de haber sido apagado. Algunas marcas, como Renault, han empezado a desarrollar sistemas especiales para intentar frenar este tipo de incendios, como válvulas de liberación de gases o accesos directos a las baterías para los bomberos. Pero son excepciones. La mayoría de fabricantes no ha adaptado aún sus vehículos, y los protocolos de seguridad siguen siendo escasos y poco conocidos.

Este caso reabre el debate sobre el rumbo autoritario que ha tomado Europa en nombre del ecologismo radical. Cada día más voces denuncian que la Agenda 2030 se ha convertido en una religión totalitaria e incuestionable, la cual también impone restricciones a la movilidad, como las zonas de bajas emisiones, que impiden a ciertos vehículos circular por las ciudades.

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