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¿Deberíamos dejar de usar mascarillas de tela?

La prohibición de entrar con mascarillas de tela en hospitales del País Vasco y Valencia pone en entredicho su eficacia.

La prohibición de entrar con mascarillas de tela en hospitales del País Vasco y Valencia pone en entredicho su eficacia.
Fábrica de mascarillas de tela. | Europa Press

Los hospitales y centros de salud del País Vasco han prohibido a los ciudadanos entrar en sus instalaciones con mascarillas de tela, al no poder comprobar si cumplen con los requisitos sanitarios. En caso de que algún paciente o acompañante llegue con una, el personal le facilita una quirúrgica para que la sustituya o la coloque encima de la suya.

Se trata de una medida que ha causado cierto revuelo, pero que ya se empieza a aplicar también en otras comunidades. Es el caso de Valencia, donde el Hospital General ya aplica el mismo protocolo, a pesar de que el Gobierno de Ximo Puig no haya dictado ninguna norma al respecto.

Desde los distintos centros hospitalarios prefieren no hacer declaraciones. Sin embargo, el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos nos ayuda a entender el por qué de esta medida. Antonio Blanes, director de Servicios Técnicos, asegura que "lo que está detrás de esta decisión es la falta de control de la certificación que puedan tener algunas mascarillas de tela", ya que, a simple vista, es imposible saber si han sido probadas como exige la ley, si cuentan con la filtración requerida o si se usan dentro de la ventana de protección, ya que este tipo de mascarillas cuentan con un número máximo de lavados a partir de los cuales ya no se garantiza su eficacia. En este contexto, "cambiarlas por una quirúrgica puede ser la única forma de ofrecer garantías".

En declaraciones a Libertad Digital, Blanes reconoce que "prohibir de forma generalizada el uso de las mascarillas de tela puede ser muy complejo", pero sí considera que la población debería hacer una reflexión: "No se trata de evitar que nos multen, y entonces vale cualquier mascarilla, se trata de protegernos y de proteger a los demás, porque estamos en una pandemia". Así, desde el Colegio de Farmacéuticos insisten en que "además de que nos guste el color o el dibujo, lo importante es que esa mascarilla tenga acreditado que ha superado las pruebas de filtrado y de respirabilidad que le corresponden por ley".

Concretamente, su etiquetado ha de garantizar que cumple con la normativa UNE0064 o UNE0065, una normativa "creada ad hoc cuando al principio de la pandemia escaseaban las quirúrgicas para poder acelerar la fabricación de mascarillas", y especificar el número máximo de lavados. En caso de estar homologadas, y si son usadas correctamente, tienen una capacidad de filtrado del 90%, frente al 95% de las quirúrgicas. Sin embargo, si no lo están, "es imposible saber si nos protegen al 20, al 40 o al 60%".

Ni que decir tiene que las mascarillas caseras deberían pasar a mejor vida: "Surgieron cuando acceder a otras era muy complicado, y es verdad que ahora se siguen usando porque no todo el mundo tiene las mismas condiciones económicas, pero evidentemente no es recomendable", insiste Blanes. "Pueden ser muy bonitas, con todos los adornos que quieras, pero si no se comprueba que cumplen las normativas, no estamos haciendo nada y puede ser peligroso", asegura.

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