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Coronavirus y aerosoles: las pruebas "abrumadoras" que la OMS y Simón se resisten a ver

Cada vez más científicos avisan de que el coronavirus se transmite por el aire. Un artículo en Science pide cambios ya en las medidas de prevención.

Cada vez más científicos avisan de que el coronavirus se transmite por el aire. Un artículo en Science pide cambios ya en las medidas de prevención.
Hombre con mascarilla y pantalla en un autobús de Madrid | EFE

Un grupo de científicos ha publicado este lunes una carta en Science advirtiendo de las "abrumadoras" pruebas de que los aerosoles son una importantísima vía de contagio del coronavirus e instando a los gobiernos a tomar medidas en consecuencia. Es el enésimo artículo que alerta sobre una ruta de contagio minimizada al comienzo de la pandemia y que cada vez más expertos piden que sea tomada en cuenta.

Hasta hace poco, se consideraba que las principales vías de contagio del coronavirus eran las gotitas que se emiten al estornudar o al toser y el contacto con superficies infectadas. De ahí las recomendaciones de lavarse con frecuencia las manos y mantener una distancia de seguridad de dos metros. Sin embargo, la comunidad científica ha ido encontrando cada vez más evidencias de que hay una tercera vía de contagio que, según algunos, podría ser incluso la principal: los aerosoles, minúsculas partículas que se exhalan al respirar y que a diferencia de las gotas que se expiran al toser, no caen al suelo de inmediato sino que pueden quedarse flotando en el aire en el caso de lugares cerrados con mala ventilación y propagarse más allá de los dos metros.

El artículo de Science está teniendo una amplia difusión en parte debido a su contundencia: la carta habla de pruebas "abrumadoras", citando eventos "superpropagadores" en los que el contagio no puede explicarse de otra forma, e insta a tomar medidas de forma "urgente". Avisa de que el virus puede quedar flotando en lugares mal ventilados y que además, a diferencia de lo que se pensaba hasta ahora, en situaciones de proximidad con un infectado son más importantes los aerosoles que las gotas. A los gobiernos les insta a revisar las recomendaciones y protocolos para que la sociedad pueda protegerse y pide incluir ya entre los consejos habituales la necesidad de ventilar bien los espacios cerrados utilizando filtros si es necesario, promover las actividades al aire libre y proteger a los trabajadores en situación de alto riesgo.

En la elaboración de la carta sobre los aerosoles ha colaborado el investigador español y profesor de química en la universidad de Colorado José Luis Jiménez, que lleva semanas avisando del comportamiento de los aerosoles y del papel clave que tienen en la propagación del virus. Su mensaje y el de otros colegas sigue sin ser asumido, sin embargo, por la Organización Mundial de la Salud. Tampoco lo ha hecho hasta ahora la CDC estadounidense ni las autoridades sanitarias de muchos países, entre ellos España. De hecho, Jiménez lleva un mes intentando ponerse en contacto con Fernando Simón y con el Ministerio de Sanidad para explicarles que sí existe y que es necesario explicarlo a la población para que se proteja correctamente. Hasta ahora, no ha obtenido respuesta.

¿Cómo evitar el contagio de coronavirus por aerosoles?

El profesor Jiménez compara los aerosoles con coronavirus con el humo del tabaco, una analogía que busca que la gente sepa evitar las situaciones peligrosas. Los aerosoles, como el humo, flotan en el aire; su presencia es más intensa junto al infectado y se va diluyendo hasta desaparecer unos metros más allá, por lo que hay que mantener la distancia social, y puede permanecer horas en un recinto cerrado, por lo que hay que ventilar. Por todo ello, para Jiménez es indispensable proponer medidas extra de protección y enfocar en ellos las medidas de prevención. En su opinión, las medidas deberían ser estas:

-Promover siempre que sea posible actividades al aire libre y pasar el menor tiempo posible con la menor gente posible en interiores.

-Ventilar los interiores con el objetivo de que "sean lo más parecido posible" al exterior: para ello hay que abrir las ventanas de forma continua (no sería suficiente abrirlas a intervalos) o instalar sistemas de filtrado de aire cuando eso no sea posible.

-Ajustarse bien la mascarilla: los aerosoles, a diferencia de las gotas, sí podrían salir por los huecos de una mascarilla mal puesta.

-En el caso de actividades en el interior, intentar que sean cortas y con la menor gente posible. Hay que llevar la mascarilla bien colocada en todo momento, mantener la distancia y a ser posible evitar actividades que impliquen hablar alto o gritar. Según Jiménez, "salen diez veces más virus al hablar" y cincuenta al cantar".

-Añadir las medidas ya recomendadas: higiene de manos, mascarillas y distancia social.

Las reticencias de la OMS y Simón

Países como Alemania o Japón ya están incluyendo los aerosoles como una vía de contagio pero la OMS se resiste a aceptarlo, algo que, según explica Jiménez a LD en un encuentro con periodistas desde EEUU, tiene razones históricas. Según el profesor, la institución pide "un nivel de evidencia altísimo" para aceptar que hay enfermedades que se transmiten por el aire por un "prejuicio" originado en 1910, unos años después del descubrimiento de los gérmenes. En su afán de erradicar de la población las viejas teorías sobre aire y nubes contaminadas, el doctor Charles Chapin señaló entonces que lo que era clave para evitar infecciones era la distancia social. Desde entonces se ha instalado la creencia de que las gotas explican las infecciones respiratorias y otras enfermedades y en todo el siglo XX ha sido así, hasta el punto de que resultó muy difícil demostrar que sí hay enfermedades como la tuberculosis o el sarampión que son altamente contagiosas por el aire. La OMS, al insistir en que la COVID-19 es "una enfermedad de gotas" que se contagia por proximidad, está asumiendo, explica Jiménez, el paradigma más ampliamente aceptado y va a costar, aunque "lo van a tener que aceptar", que admitan que los aerosoles tienen un papel importante.

En cuanto a España, Jiménez lleva semanas mostrando en las redes sociales las cartas que ha dirigido a Fernando Simón sin éxito advirtiéndole del peligro de los aerosoles. Preguntado por este diario por la posibilidad de que los aerosoles, y la falta de prevención frente a ellos, hayan tenido un papel en la segunda ola, Jiménez considera que esto explicaría "sólo una parte" de lo que está ocurriendo. También habrían sido clave la desescalada, "demasiado rápida", así como la falta de un rastreo efectivo. Sin embargo, sí apunta que "si se hubiera explicado mejor cómo nos contagiamos" quizás "se hubiera podido evitar que hubieran crecido los casos tan deprisa". Por el momento, sin embargo, Simón, como la OMS, insiste en que no hay pruebas suficientes sobre el contagio por aerosoles y así lo afirmó en una reciente rueda de prensa: "No hay evidencias sólidas de que haya habido transmisión probada por aerosoles en medios sociales normales, si bien hay grupos que están proponiéndolo como un mecanismo de transmisión posible".

Lo cierto es que sí lo habría: hay estudios sobre eventos "superpropagadores" que, según algunos expertos, sólo podrían explicarse por los aerosoles. El ejemplo más claro quizás sea el del ensayo de un coro en Washington en marzo de este año en el que a pesar de la distancia de seguridad se infectaron más de cincuenta personas a partir de un solo enfermo. Jiménez no cree que la carta de Science sirva aún para convencer a todos pero sí apunta que es "una piedra" más en el camino, puesto que ahí sólo es posible publicar hipótesis "muy contrastadas". "Vamos a seguir trabajando y vamos a seguir comunicando con la prensa y con el público", subraya Jiménez. "Mientras las organizaciones grandes no nos escuchen, hablaremos con la gente directamente", insiste. El objetivo, que todos sepamos protegernos mejor de un virus aún con muchas incógnitas.

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