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La covid persistente en la adolescencia: cuando el peligro no es la enfermedad, sino las secuelas

La primera unidad de covid persistente pediátrica de España atiende a 100 niños a los que las secuelas incluso les impiden ir a clase o hacer deporte

La primera unidad de covid persistente pediátrica de España atiende a 100 niños a los que las secuelas incluso les impiden ir a clase o hacer deporte
Dos adolescentes observan el patio de su colegio | Iñaki Berasaluce / Europa Press

En medio de la eclosión de contagios entre los jóvenes, son muchos los que se aferran a que la mayor parte de ellos pasarán el coronavirus de forma leve o asintomática. Sin embargo, médicos y especialistas advierten del riesgo que para algunos de ellos puede suponer eso que se ha venido a denominar covid persistente: un síndrome que consiste en la persistencia de síntomas del coronavirus a partir de la tercera o la cuarta semana tras la infección inicial o incluso por la aparición de algunos de ellos un tiempo después de superar la enfermedad.

Según la Sociedad Española de Epidemiología, la covid persistente afecta a entre un 10% y un 20% de los contagiados, siendo menos frecuente en la población más joven. La escasez de estudios al respecto hace imposible cuantificar el impacto real en niños y adolescentes. Sin embargo, hace ya siete meses que el Hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, decidió liderar la creación de una unidad especializada en covid persistente pediátrica, precisamente por el impacto creciente que observaban entre los menores.

En estos momentos, esta unidad atiende a más de 100 niños con edades comprendidas entre los 5 y los 18 años, aunque la mayoría suelen ser adolescentes, con una media de 14 años. Por el momento, ninguno de ellos, ni siquiera los primeros que llegaron en diciembre, ha recibido el alta. "No hay ningún niño que esté lo suficientemente bien como para dársela", lamenta María Méndez, jefa del servicio de Pediatría.

En declaraciones a Libertad Digital, la doctora asegura que el 80% de ellos presenta fatiga. Más de la mitad, en grado moderado o severo: "A veces la fatiga es tan intensa, que no pueden ir al colegio o tienen que dejar todas las actividades extraescolares y se pasan gran parte del día tirados en la cama".

Otros síntomas comunes son cefaleas, dolores abdominales, alteración de la memoria y la concentración, taquicardias, vértigos o incluso cambios en la piel y alteraciones cutáneas. Por separado, pueden parecer síntomas menores, pero el hecho de que persistan y de que puedan incluso solaparse los convierte en síntomas invalidantes en muchos casos, ya que estamos hablando de niños y adolescentes que, por su condición, tienen una vida repleta de actividad.

"Es una edad muy crítica, porque están en pleno desarrollo social, formativo… Y son chavales que habitualmente son muy activos, que hacen mucho deporte o muchas actividades extraescolares. Hay padres que nos dicen que han pasado de tener un adolescente en casa a tener un abuelito o una abuelita en el sofá", relata la doctora.

Precisamente por eso, existe el riesgo de que todo ello derive, además, en graves problemas emocionales: "Muchas veces no se les cree o no se les hace mucho caso y se sienten incomprendidos por la familia, el colegio o, incluso, por sus propios amigos". Esto viene agravado por el gran número de niños y adolescentes que han pasado el coronavirus de forma asintomática y que empiezan a notar estas secuelas tiempo después. "A veces las familias no lo asocian", advierte la jefa de la unidad de covid persistente pediátrica del Hospital Germans Trias i Pujol.

Un equipo multidisciplinar

Tal y como relata la doctora, eso fue lo que llevó a diferentes expertos a impulsar la creación de este servicio, pionero en España: "Especialistas en cardiología, neumología o neurología empezaron a ver que había niños que tenían síntomas muy parecidos y que todo parecía haberse desencadenado a raíz de haber tenido el coronavirus".

Así, este hospital de Badalona decidió poner en marcha una consulta multidisciplinar con éstos y otros expertos, como fisioterapeutas, psicólogos, psiquiatras y la colaboración del Instituto Guttmann de cara a la rehabilitación neurocognitiva.

"Cuando el paciente llega por primera vez a la consulta, se le hace una historia clínica muy completa, una exploración física y se le hacen diferentes pruebas para ver el grado de afectación —explica la doctora—. A partir de ahí, se empieza un programa de rehabilitación física y, si hace falta, también cognitiva, y se valora el caso por el equipo de psiquiatría y psicología del hospital, porque en cualquier adolescente que se encuentra mal de forma persistente puede haber una repercusión emocional".

Después de ver el día a día de todos estos menores, María Méndez mira el aumento de contagios entre los jóvenes con una preocupación añadida a la de cualquier ciudadano de a pie, y teme que la alarmante situación que, en este sentido, vive Cataluña derive en un repunte de solicitudes para ser atendidos en esta unidad.

"Los chicos jóvenes deberían ser conscientes de que, aunque la gran mayoría de ellos pasen la infección de forma leve o asintomática, alguno de ellos puede quedar con esos síntomas persistentes, que son muy, muy invalidantes. Si estos jóvenes conocieran a un amigo que tuviera estos síntomas, seguramente todos tendrían mucho más cuidado", advierte.

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