Las manicuras de larga duración fueron uno de esos antes y después absolutos en el mundo de la estética, en parte culpables del boom de las uñas. Ahora quien no va a la esteticista a hacerse las uñas tiene una máquina para hacerlas de gel en su propia casa. Sin embargo, un estudio reciente analiza las posibles consecuencias negativas para la salud de ciertas lámparas de secado.
El motivo de que sean tan famosas en los últimos tiempos es que el acudir a realizarse la manicura a un centro especializado supone llevar las uñas bien, sin descascarillados inoportunos durante al menos 2 o 3 semanas, pero puede durar hasta meses. ¿Cómo es posible? Esto se debe a una perfecta conjunción entre el tipo de esmalte y su desarrollo al someterse a ciertas lámparas que emiten luz UV o LED, que permiten su perfecto y duradero endurecimiento y secado rápido.
El negocio de las uñas y, en concreto, de las manicuras y pedicuras semipermanentes, es uno de los que más ha crecido en los últimos años en España. Hoy en día existe una enorme oferta de salones en los que ponerse en manos de profesionales del sector y, también, una gran variedad de accesorios para hacerlo uno mismo en casa.
Un elemento indispensable a la hora de realizar este tipo de manicuras son las lámparas ultravioleta o de luz LED que aseguran un correcto secado de los esmaltes. Aunque su uso es muy sencillo, tras su creciente popularización, los expertos en dermatología están alertando sobre la necesidad de proteger la piel de las zonas expuestas a los rayos UV.
De hecho, un estudio publicado en la revista Nature, levanta la alerta del uso de estas lámparas, que parte de la premisa de que la luz ultravioleta A, comúnmente emitida por estos secadores de esmalte de uñas UV, y su uso a largo plazo, podría aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de piel. Para ello, se realizaron pruebas de la irradiación por un secador de esmalte de uñas UV en fibroblastos embrionarios de ratón y queratinocitos epidérmicos humanos adultos.
Aunque la mayoría de los estudios sobre sus efectos aún no son concluyentes, sí que existen investigaciones recientes que apuntan a mutaciones en el ADN de las células expuestas y un mayor estrés oxidativo. Por ello, la recomendación de los profesionales es proteger la piel de las manos, al igual que la del rostro y el resto del cuerpo cuando uno se expone a los rayos del sol.
Posibles riesgos en el uso de lámparas de manicura
Un estudio de 2014 en JAMA Dermatology encontró que el nivel de exposición a los rayos UVA asociado con una manicura de gel cada dos semanas probablemente no es lo suficientemente alto como para aumentar el riesgo de cáncer de piel de manera significativa. A priori, pasaría con estas lámparas de manicura como con las radiografías, a mayor número, mayor riesgo.
Por otro lado, el simple hecho de que las lámparas de UV se llamen así debería hacer a las personas ser precavidas. No en vano los dermatólogos afirman que si hay un cosmético imprescindible en las rutinas de belleza, sean antiaging o no, es el protector solar, para proteger de posibles arrugas y manchas prematuras provocadas por los rayos UV, por no hablar de males mayores como cánceres cutáneos.
Ahora, lo que cabe preguntarse es, ¿Con qué frecuencia sería preocupante y arriesgado someterse a estas radiaciones de las lámparas de manicura? Efectivamente, el efecto es dosis dependiente, al igual que pasa con las cabinas de bronceado de rayos UVA, a mayor dosis de exposición, mayor riesgo. Por tanto, no se puede definir el número a partir del cuál es preocupante porque las lámparas usadas no están estandarizadas y el efecto es además retardado.