Melilla ha declarado el nivel 1 de alerta de rabia después de que la semana pasada se diagnosticase un nuevo caso en un gato callejero. La rabia se puede transmitir a los humanos a través de las mordeduras y los arañazos de los animales. La enfermedad provoca la muerte una vez que el virus alcanza el sistema nervioso central y aparecen los síntomas clínicos.
Según la orden de la Consejería de Políticas Sociales y Salud Pública, cualquier animal agresor susceptible a la rabia que se encuentre dentro de la Ciudad Autónoma de Melilla (excepto los identificados y vacunados correctamente) "será considerado como caso probable y, en cualquier caso, deberá extremarse la vigilancia epidemiológica".
También se van a incrementar las medidas de vigilancia y de control. Si aparecen cadáveres de animales carnívoros, se tomarán muestras para comprobar si padecen la rabia. Además, instan a los ganaderos a controlar a sus animales y, si tienen sospechas de contagio, deben aislar al animal y "en caso de mostrar síntomas compatibles, se sacrificará".
También se van a incrementar las inspecciones y controles para comprobar que los propietarios de animales, tanto perros, gatos como hurones, "cumplen con las obligaciones de identificarlos con microchip, vacunarlos contra la rabia y proceder a su esterilización". Igualmente se incrementarán los controles para impedir en lo posible el abandono de los animales, tanto de los adultos como de sus crías.
Además, se recomienda a la población que no interactúe con animales que se encuentran sin control sanitario ni vacunación ya que posiblemente puedan estar actuando como reservorios de la enfermedad. Y se incrementará el control de animales que viajen al resto del territorio nacional con el objetivo de evitar la propagación de esta enfermedad.
Una enfermedad letal
La rabia es una virosis zoonótica que afecta al sistema nervioso y afecta a los mamíferos, humanos incluidos. El virus se transmite principalmente a través de la saliva de animales infectados, generalmente por mordeduras. Los perros son los principales responsables de la transmisión de la rabia a humanos, representando más del 99% de los casos mortales en personas.
El periodo de incubación de la rabia suele ser de 2 a 3 meses, pero puede oscilar entre una semana y un año dependiendo de factores como el lugar por donde entra el virus y la cantidad de estos.
Los primeros signos son comunes a otras afecciones: fiebre, dolor y sensaciones de hormigueo, y picor o quemazón en la herida inusuales o no explicables por otra causa. Cuando el virus se desplaza al sistema nervioso central aparece una inflamación progresiva del encéfalo y la médula espinal que acaba produciendo la muerte.
El tratamiento puede aliviar los síntomas pero en muy pocos casos conduce a la curación y, aun así, los supervivientes sufren graves déficits neurológicos. Sin embargo, la muerte puede evitarse. En caso de mordedura de un animal sin control sanitario, hay que lavar minuciosamente las heridas y los tejidos infectados y acudir inmediatamente al médico para, cuando esté indicado, administrar inmunoglobulinas antirrábicas.
Vacunar a los perros
Los programas de vacunación masiva de los perros, incluidos sus cachorros, es la estrategia más rentable para prevenir la enfermedad en el ser humano, porque se interviene en la fuente de infección.
Gracias a esos programas de vacunación, la rabia transmitida por animales domésticos ha desaparecido de nuestro país. De hecho, en España no existe rabia en animales terrestres desde 1966, salvo el brote aparecido en Málaga a mediados de los años 70 y que se saldó con dos personas muertas.
En el caso de las ciudades de Ceuta y Melilla, de forma esporádica se detectan algunos casos de rabia que se introducen a través de las fronteras con el reino de Marruecos, país en el que esta enfermedad sigue presente.