
Cada año, más de 720.000 personas fallecen por suicidio, tratándose de la tercera causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, los datos son alarmantes. Del 2018 al 2022, las defunciones por suicidio ascendieron de 3.539 a 4.227, según el Ministerio de Sanidad.
Los jóvenes son el colectivo más afectado, y dentro de las causas externas de muerte, el suicidio se sitúa –junto a los accidentes de tráfico– como la principal causa de fallecimiento en este grupo, representando un 35% de los casos.
En este sentido, uno de cada tres adolescentes de entre 12 y 16 años se ha autolesionado sin intención de morir y cerca del 3% ha intentado suicidarse en el último año. Así lo revela un estudio liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que ha identificado dos perfiles de riesgo entre los jóvenes: el que consume sustancias y el que recurre a los videojuegos como forma de afrontar el malestar emocional.
Entre ambos, el perfil que presenta un mayor riesgo psicológico es el de los adolescentes que consumen sustancias, como alcohol, cannabis o tabaco. Este grupo muestra más impulsividad, mayores dificultades emocionales y una probabilidad superior de repetir autolesiones o de desarrollar conductas suicidas. Es decir, el patrón de consumo en la adolescencia puede convertirse en una herramienta útil para detectar de forma temprana quiénes están en una situación de vulnerabilidad mental grave.
El estudio, publicado en la revista científica European Child & Adolescent Psychiatry, también pone el foco en la dificultad para gestionar emociones intensas como un factor clave que aumenta el riesgo de que estas conductas se repitan, incluso por encima de la impulsividad.
"Saber que existen perfiles distintos de riesgo permite intervenir antes de que ocurran las autolesiones o los intentos de suicidio", ha señalado María Arqueros, investigadora del Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la UCM. "Especialmente si se trabaja en la regulación emocional y en la prevención del consumo de sustancias".
Análisis de adolescentes en Madrid
El trabajo se realizó con una muestra de más de 1.500 adolescentes de entre 12 y 16 años, de varios institutos madrileños. A través de cuestionarios anónimos completados durante el horario escolar —con consentimiento de los estudiantes y sus tutores legales— se recopilaron datos sobre el uso de sustancias, el tiempo que dedican a los videojuegos y su estado emocional.
Los investigadores aplicaron un análisis estadístico avanzado (Latent Profile Analysis, LPA) para identificar subgrupos según sus conductas adictivas y estimar el riesgo de repetición de autolesiones o conductas suicidas.
El siguiente paso de la investigación, según indican los autores, será realizar un seguimiento longitudinal para determinar si estos comportamientos se mantienen en el tiempo, mejoran o empeoran.
Consumo como mecanismo de afrontamiento
Adriana García, investigadora del grupo EPISAM de la UCM, ha destacado que una de las hipótesis del estudio es que el consumo de sustancias podría no solo ser una causa directa de deterioro en la salud mental, sino también una forma de afrontamiento emocional frente a malestares no resueltos. "Analizar esta relación más a fondo permitirá diseñar estrategias más eficaces a largo plazo", ha explicado.
También ha subrayado la necesidad de incorporar otros factores en el análisis, como el entorno familiar, el acceso a recursos psicológicos o las experiencias traumáticas en edades tempranas.