Como indicaba nuestro colaborador Jorge Alcalde el pasado mes de febrero, el Comité de Ciencia y Tecnología del Reino Unido ha elaborado un informe demoledor sobre la homeopatía en el que sus expertos concluían que no hay razones científicas para seguir financiando con dinero público los tratamientos homeopáticos, dada su absoluta carencia de validez terapéutica demostrable.
Una aplastante mayoría de estudios han certificado que la bondad de la homeopatía no va más allá que la de cualquier placebo. No podría ser de otra manera. Esta alternativa a la medicina consiste, básicamente, en proporcionar remedios en los que el principio activo está mucho más diluido que en las medicinas. En algunos casos está tan diluido que puede no existir una sola molécula del mismo en el preparado. Pero los homeópatas creen que el agua tiene "memoria" o "vibración" del compuesto, una afirmación que carece de base científica.
Los defensores de la homeopatía, según el Centro Nacional de Medicinas Alternativas y Complementarias del Instituto Nacional de Salud, aseguran que existen casos en los que ha funcionado y que esta técnica "no debe rechazarse sólo porque la ciencia no sea capaz de explicarla". Sin embargo, la ciencia sí tiene una explicación para esos éxitos: el "efecto placebo".
La falta de base científica de esta alternativa a la medicina no ha impedido que la Universidad de Zaragoza haya puesto en marcha con los Laboratorios Boiron una cátedra especializada en la homeopatía, la número 32 de la institución, que pretende apoyar proyectos "de investigación", tesis doctorales y proyectos fin de carreras de esta pseudociencia. La número 33 será, cabe suponer, una cátedra de Astrología.