
La Comisión Europea ha anunciado que presentará un estudio sobre los costes y los beneficios de los cargadores para dispositivos móviles en un intento por establecer un modelo estándar. En la era previa a los smartphones, cada marca disponía de su propio conector para sus propios cargadores, haciendo imposible emplear el cargador de uno con el de otro. Sin embargo, en febrero de 2009 los principales fabricantes y operadoras llegaron a un acuerdo para promover el estándar microUSB, que fue adoptado con bastante rapidez por todos ellos. Sólo Apple se quedó fuera.
Por supuesto, como resultaba inaceptable que una buena decisión para los consumidores pudiera considerarse responsabilidad de empresas privadas, la Unión Europea saltó pocos meses después a amenazar con regulaciones a los fabricantes si no hacían lo que ya habían anunciado que iban a hacer. Y la mayoría de las empresas dijo que sí. ¿Qué iban a decir, si lo habían decidido ya? Y así la UE pudo ponerse una nueva medalla.
Pero casi diez años después ha decidido que no está satisfecha. Gracias a que ninguna regulación ha obligado a los fabricantes a adoptar un estandar único, cada vez más móviles incorporan un conector USB-C en lugar del microUSB, que entre otras ventajas es reversible. Y Apple continúa con un conector propio y exclusivo, aunque también cambió el incómodo y enorme de 12 pines que usaba en 2009 por Lightning, el más pequeño de todos y también reversible. De modo que tenemos tres conectores distintos: ¡una situación insostenible! ¡Hay que hacer algo!
Dicho y hecho, la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, ha citado el "progreso insatisfactorio con la aproximación voluntaria" como excusa para comenzar a evaluar los costes y los beneficios que tienen las distintas opciones de cargador con el objetivo de presentar próximamente un estudio que arroje luz sobre la necesidad de establecer un modelo estandar. Pero si eso se hubiera hecho en 2009, no habríamos tenido ni USB-C ni Lightning y tendríamos que usar un estándar más anticuado e incómodo por mandato legal. La regulación congela la innovación.
El gran problema a solucionar, según la Unión Europea, sería reducir los más de 51.000 toneladas de desechos electrónicos que se generan de viejos cargadores de batería. Pero dado que todos, tengan el conector USB-C, microUSB o Lightning por el lado del dispositivo, emplean en el otro extremo un conector USB estándar, ¿no será toda esa basura consecuencia de que con cada nuevo dispositivo nos viene un nuevo cargador idéntico a los que tenemos y los tiramos porque no nos hacen falta?
En cualquier caso, además de las posibles pérdidas futuras por congelar la innovación, lo más probable sería imponer el estándar más reciente, el USB-C, en detrimento del conector de Apple, empresa que ya usa el USB-C en sus portátiles.