Blade Runner, Regreso al Futuro, y hasta alguna de Batman han mostrado en el cine coches que vuelan. Añadir la capacidad de despegarse del asfalto a nuestros vehículos particulares no solamente era un sueño relacionado con el mensaje de libertad que se impuso con la fabricación masiva de automóviles, sino también una necesidad, habida cuenta de la cantidad creciente de personas cuyas vidas comenzaban a transcurrir en gran medida dentro de un atasco.
Así, desarrollar coches voladores era la gran esperanza blanca de la movilidad en la época dorada de la gasolina. Pero nunca llegó. La realidad es que, aunque los coches de ahora parezcan más naves espaciales que otra cosa y hayan ganado en altura, ya sea por dejar espacio para que quepan los bebés de última generación —su sillita, se entiende— o para sentirnos por encima del vecino dentro del atasco, las gomas siguen mordiendo el asfalto, por más caballos que añadamos y por más fuerte que pisemos el acelerador. No, no vuelan.
Aerotaxis
Sin embargo, en sigilo, hay un sector que está a punto de subirse al fenómeno de ir a comprar el pan por aire. El desarrollo de los aerotaxis en España y en otros países, principalmente europeos y asiáticos, representa uno de los avances más prometedores en el ámbito de la movilidad urbana. A medio camino entre la innovación tecnológica y la reestructuración de las ciudades, estos vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical (conocidos como eVTOL) están transformando la manera en que se concibe el transporte de personas en entornos urbanos y regionales. Aunque todavía se encuentran en fase de pruebas, los progresos realizados en los últimos años, tanto a nivel regulador como tecnológico, apuntan hacia una inminente revolución.
La trayectoria de los aerotaxis en España ha estado marcada por varios hitos clave. En 2023, la Unión Europea dio un paso crucial con la entrada en vigor del U-Space, un marco regulador que asigna un espacio aéreo exclusivo para drones, incluyendo las zonas urbanas. Esta normativa facilita las operaciones aéreas automatizadas y allana el camino para la integración de aeronaves no tripuladas, ya sea para transportar mercancías —léase la avalancha imparable de paquetes de Amazon y alguna que otra cosa más— o personas.
Vuelos de prueba
Un año después, en 2024, Aena anunció la realización de vuelos de prueba entre los aeropuertos de Palma de Mallorca y Menorca, y entre Málaga y Granada. Estas pruebas, que se llevarán entre este año y el próximo, permitirán evaluar la viabilidad técnica y operativa de los eVTOL en situaciones reales.
En enero de 2025, la empresa pública Ineco publicó el Libro Blanco de los Vertipuertos —vocablo con el que denominamos los españoles a los puntos de aterrizaje de los U-spaces de la UE—, un documento estratégico que sienta las bases para el diseño y construcción de infraestructuras especializadas para el despegue y aterrizaje de drones de pasajeros. Poco después, en marzo, España se convirtió en pionera europea al realizar la primera prueba de un aerotaxi volando simultáneamente con otros drones en las playas de Levante y Poniente, en Benidorm, algo que muchos compatriotas, la mayoría de ellos en bañador, han llegado a conocer. Estos ensayos han sido fundamentales para validar aspectos clave de la convivencia entre distintos tipos de drones en espacios urbanos compartidos.
Modelos de aerotaxis
En cuanto a los modelos que podrían surcar pronto los cielos españoles, siento fastidiar a muchos: no tendrá forma de Delorean, ni siquiera de coche-nave espacial portabebés de última generación. Destacan dos aerotaxis: el EHang 216, desarrollado por China, y el Volocopter VoloCity, de origen alemán. Ambos vehículos han demostrado su capacidad para operar de manera segura y autónoma en entornos controlados y tienen un aspecto parecido a una cabina de helicóptero con los brazos y rotores de un dron. A nivel nacional, la empresa Crisalion Mobility lidera el desarrollo del primer eVTOL español, con una autonomía estimada de 130 kilómetros y una velocidad de hasta 180 km/h. Las pruebas están previstas para 2027 y su entrada en operación, para 2030.
Sin embargo, para tener vehículos de transporte personal en las alturas no solo es suficiente construirlos. También hace falta que haya vertipuertos en las ciudades. Para estudiar cómo y dónde desplegarlos tenemos el Centro de Innovación en Movilidad Aérea Urbana (CIMAU), impulsado desde el Aeropuerto de Teruel. Supongo que alguien inteligente pensó allí "si no hay aviones, ¡que vengan los drones!". Y parece que funcionó.
Aceptación pública
Otro reto clave es la aceptación pública. A pesar del entusiasmo institucional y empresarial, el éxito de los aerotaxis dependerá en gran medida de la percepción ciudadana. Al ser un servicio tan nuevo y diferente, y ante el peligro que mucha gente percibe al levitar por encima del nivel que te garantiza guarrazo, la curva de adopción se prevé lenta. Serán necesarias muchas campañas informativas que destaquen los beneficios en términos de sostenibilidad —aunque esto sea realmente cuestionable—, ahorro de tiempo y descongestión del tráfico urbano, así como las medidas de seguridad implementadas.
Además, la ubicación de vertipuertos será un asunto controvertido. La lógica indica abrir vertipuertos en las zonas más densamente pobladas, núcleos financieros y enclaves donde la demanda de usuarios y el beneficio en cuanto a ahorro de tiempo —por atascos, principalmente— lo justifiquen. Por pura casualidad, en esas zonas densamente pobladas suele vivir mucha gente y ubicar un vertipuerto implica un ruido importante prácticamente las veinticuatro horas. Así que, si ponen un vertipuerto al lado de tu casa, al cabo de varias semanas te entrará el ansia de subirte a un aerotaxi y tirarte de él en marcha…
En definitiva, otro cambio estructural de nuestra sociedad, fruto de la tecnología, se aproxima. Ya está casi aquí. ¿Te subirás a un aerotaxi?
Antonio Flores Galea tiene dos ingenierías superiores de Telecomunicación y en Electrónica por la Universidad de Sevilla y es MBA por la escuela de negocios IESE. Es profesor de Inteligencia Artificial y Big Data en la Universidad Francisco de Vitoria.