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Call of Duty: Black Ops 2 predijo con mucho acierto la actual situación de tensiones geopolíticas

El clásico shooter ambientó su campaña en un futuro de presiones tecnológicas y bloqueos comerciales. Hoy, la realidad ha alcanzado a la ficción.

El clásico shooter ambientó su campaña en un futuro de presiones tecnológicas y bloqueos comerciales. Hoy, la realidad ha alcanzado a la ficción.
Call Of Duty: Black Ops 2 | Elsótanoperdido

En pleno 2025, los titulares de los informativos de cualquier rincón del planeta empiezan a parecerse demasiado a la campaña de ‘Call of Duty: Black Ops 2’. Cuando Treyarch lanzó el juego en 2012, gran parte de su clientela afirmaba que aquello más que un título bélico era una propuesta de ciencia ficción sin freno ni rigor. Drones, ciberataques, disputas tecnológicas, minerales raros... y un choque político entre China y Estados Unidos. Una década después algunos de esos escenarios son más actuales de lo que nos gustaría.

La fecha estaba establecida

‘Black Ops 2’ es uno de los títulos más populares de la saga. Salió en Xbox 360, PS3 y PC, y rápidamente se convirtió en un éxito gracias a su eficiente modo multijugador y una campaña que arriesgó con algo diferente: una historia que alternaba misiones en los años 80 con un futuro hipotético ambientado, precisamente, en 2025. Aquel teatro de operaciones dividió a los jugadores. El salto hacia armamento autónomo, robots, escuadrones de drones y ataques informáticos no terminó por ser del gusto de una gran parte de unos jugadores que pedían una guerra más tradicional. Sin embargo, los elementos que construyen ese "futuro" han resultado tener unas raíces bastante respaldadas.

En el desarrollo de la trama, las tensiones entre China y Estados Unidos no se libran únicamente con soldados, sino con sanciones comerciales, bloqueos tecnológicos y operaciones encubiertas. Todo empieza con un ciberataque atribuido falsamente a EE. UU., que deja fuera de combate los sistemas digitales chinos. Como respuesta, China decide cortar el suministro mundial de tierras raras, materiales necesarios para fabricar baterías, armas y microchips.

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La guerra por las tierras raras

Detrás del golpe está la figura de Raúl Menéndez y su organización Cordis Die. Su plan consiste en sembrar el caos entre potencias rivales para desestabilizar el tablero geopolítico. El resultado es una crisis global con alianzas rotas, economías en juego y tecnologías fuera de control. Mientras tanto, la historia avanza en dos tiempos. En los años 80, seguimos a Alex Mason y Frank Woods durante la Guerra Fría. En 2025, es el hijo de Alex, David Mason, quien asume el protagonismo como agente de la CIA. Menéndez, por supuesto, reaparece en el presente con un plan perfeccionado y una red de seguidores que se mueve entre redes sociales, sabotajes y operaciones digitales.

La campaña da por hecho que los minerales de tierras raras serían una pieza clave para el dominio global. Y, aunque parezca exagerado, la historia ya tenía algunos visos de realidad. Entre 2010 y 2015, China recortó sus exportaciones de estos minerales hasta en un 70%, alegando motivos medioambientales y de seguridad. Estados Unidos, Europa y Japón protestaron, y la Organización Mundial del Comercio terminó interviniendo. Aquella disputa comercial marcó un precedente. Y el guion de ‘Black Ops 2’ supo aprovecharlo para conformar una ficción muy cercana a lo que ahora está ocurriendo.

Los mercados fuera de control

En abril de 2025, las tensiones ya son más que evidentes. El actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha impuesto una subida de aranceles a prácticamente todos los productos chinos. La respuesta no tardó en llegar: el gobierno chino ha limitado la exportación de siete minerales clave, entre ellos el disprosio, el terbio y el gadolinio. Todos ellos fundamentales para fabricar procesadores, baterías, vehículos eléctricos, turbinas eólicas y armas de nueva generación. Europa, por ejemplo, ha acelerado proyectos para reducir la dependencia de estos materiales. Francia está ampliando la planta de Solvay, con respaldo de la UE, como intento por recuperar parte del control sobre la cadena de suministro.

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Aunque todavía no se ha producido un enfrentamiento militar directo, el clima se parece bastante a una Guerra Fría comercial. Las decisiones de uno afectan al otro, y en el medio se queda el mercado global. China concentra cerca del 90% de la capacidad de refinado de tierras raras, así que sus medidas afectan a todo el planeta y los primeros efectos de los aranceles llegaron rápido: los mercados se resintieron, y el consumo empezó a reflejar esa tensión en el precio de los productos electrónicos.

En el mundo de la tecnología y los videojuegos, la incidencia es directa. Chips, tarjetas gráficas, placas base y consolas dependen de estos materiales. Una posible subida de costes podría afectar a lanzamientos como Switch 2, que asegura un salto técnico importante sobre un montaje externalizado en fábricas asiáticas. Más costes y problemas para cumplir con la demanda. En países como España, esto se traduce en dispositivos más caros, menos disponibilidad y una relación calidad/precio que se verá alterada por el tipo de cambio del dólar y los costes logísticos.

Una mirada al futuro que no era tan exagerada

En realidad ‘Black Ops 2’ no es ningún oráculo, pero algunas de sus ideas no estaban tan alejadas de la realidad. Y eso es quizás lo más llamativo: comprobar cómo un shooter futurista, que en su día parecía desfasado o exagerado, ha terminado tocando puntos muy sensibles de nuestra actualidad. No se equivocaba tanto al mirar al futuro y la partida todavía está en curso... pero aquí no hay respawn ni botón de reinicio.

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