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El tránsito de Venus: el último gran fenómeno astronómico del siglo

Sólo se ha podido observar de forma completa desde Estados Unidos, Hawaii y Alaska.

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Sólo se ha podido observar de forma completa desde Estados Unidos, Hawaii y Alaska.

Venus ha pasado este miércoles por delante del Sol y el fenómeno, conocido como tránsito de Venus, ha sido visto desde la Tierra.

Este acontecimiento astronómico no se volverá a repetir hasta diciembre de 2117 y sólo se ha podido observar de forma completa desde Estados Unidos, Hawaii y Alaska. En España, las comunidades más afortunadas han sido Cataluña, Baleares, el norte de la Comunidad Valenciana, el País Vasco, Navarra y Aragón. En estas regiones, el fenómeno se observó durante los últimos minutos del tránsito. El noreste de Galicia, Asturias, Cantabria, Rioja, Madrid, Castilla la Mancha, Valencia, el este de Andalucía y Murcia se pudo ver el final del tránsito con gran dificultad, mientras que el resto del país se lo ha perdido.

Los tránsitos de Venus han jugado un papel importante en la historia de la astronomía. Los científicos y los exploradores, por ejemplo, planificaron grandes expediciones para observar los dos tránsitos ocurridos en el S.XVIII -en 1761 y 1769-. Con esta misión se pretendía utilizar el principio de la paralaje para calcular la distancia desde la Tierra al Sol.

Seguidos desde el siglo XVIII

Los tránsitos de Venus llamaron por primera vez la atención en el siglo XVIII. En aquellos días, el tamaño del sistema solar era uno de los mayores misterios de la ciencia. La distancia relativa de los planetas era conocida, pero no sus distancias absolutas. La respuesta a la pregunta era tan misteriosa entonces como la naturaleza de la energía oscura ahora.

El astrónomo Edmund Halley se dio cuenta de que observando el tránsito desde varios lugares de la Tierra debería ser posible triangular la distancia a Venus. La idea impulsó a los científicos que partieron en expediciones a todo el mundo para ver un par de tránsitos en el año 1760. El explorador James Cook fue enviado a observar uno de Tahití, un lugar tan ajeno a los europeos del siglo XVIII como la Luna o Marte puedan parecernos a nosotros ahora. Algunos historiadores han llamado a este esfuerzo internacional "el programa Apolo del siglo XVIII".

En retrospectiva, el experimento entró en la categoría de las cosas que suenan mejor que lo que realmente son. El mal tiempo, la óptica primitiva, la natural "confusión" de la atmósfera de Venus y otros factores impidieron a los primeros observadores la recolección de los datos que necesitaban. El momento adecuado para un tránsito tendría que esperar a la invención de la fotografía un siglo después del viaje de Cook. A finales del XIX, los astrónomos armados con cámaras finalmente midieron el tamaño del Sistema Solar como Edmund Halley había sugerido.

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