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De la "partícula puñetera" a la "partícula de Dios"

Su apodo ha provocado absurdos titulares y debates mezclando ciencia y religión. Pero el origen del mismo es mucho más pedestre.

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Cuando el británico Peter Higgs explicó el origen de la masa de las partículas por medio de un bosón, el mundo de la ciencia lo bautizó como bosón de Higgs y punto. Era una partícula de detección muy difícil, pero esencial para justificar el universo en que vivimos sin echar abajo todas las leyes físicas desde que Einstein refundara esta ciencia. Pero no era la "partícula de Dios" ni nada parecido.

El físico Leon Lederman, ganador del Premio Nobel en 1988, publicó cinco años después de ganar este galardón el libro que la bautizó así: La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta? Era un libro de divulgación que repasaba la historia de la física de partículas, desde los griegos hasta la actualidad. Sin embargo, el título no era el que él habría querido. El original no hablaba de "The God Particle " sino de "The Goddamn Particle", es decir, la partícula puñetera. ¿Y a qué venía semejante falta de respeto? Pues precisamente por la extrema dificultad de detectarla y la importancia que tenía hacerlo.

Sin embargo, el editor de Lederman no se sentía demasiado cómodo con el título, que pensaba que podía ser criticado por inapropiado. Curiosamente, a quien le parece mal el título que escogió como alternativa es al propio Higgs. "Lo encuentro algo embarazoso porque, aunque yo no sea creyente, creo que este es un mal uso de la terminología que podría ofender a la gente", aseguró al Guardian en una entrevista.

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