Franzen muestra el comunismo desde dentro, no como un muro de granito sino como el bloque de mármol agrietado en el que sólo prosperan líquenes familiares y disidencias toleradas con fecha de caducidad.
Hume le definió como “un monstruo que se veía a sí mismo como el único ser importante del universo”; Diderot lo calificó de “falaz, vanidoso como Satán”. El padre de los grandes tópicos progres no se aplicó ni uno de sus consejos morales.