Harrison, el noveno presidente, murió por neumonía tras su discurso inaugural. Cleveland se operó en secreto en el yate de un amigo. Eisenhower sufrió siete infartos y a Kennedy le administraban periódicamente diez fármacos.
La gran paradoja es que, en la época de la señora Google, los escritores nos vemos obligados a aguzar la pluma y exprimir las meninges para elaborar opiniones propias. Nos sobra información, nos falta ejercicio mental.