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Amando de Miguel

¡Qué tendrá que ver la cultura con la universidad!

Por lo que me cuentan mis colegas de la universidad en activo, la vida académica se ha convertido en un piélago de papeleo sin sentido.

Pues lo mismo que el tocino con la velocidad. Todos sabemos que en la vida han destacado notables arquitectos que no habían pasado por las escuelas de arquitectura, grandes pintores que no se matricularon en Bellas Artes, buenos escritores que no pisaron ninguna facultad universitaria. Por otra parte, puedo certificar que pululan por el alma mater profesores que son verdaderos analfabetos fuera de su estricta asignatura.

Y es que la cultura no la dan los bancos universitarios. Entiendo por cultura la curiosidad por el saber, por conocer el mundo y explicarlo, por estimar y gozar de las obras de creación. Una persona culta es para mí la que observa y compara con agudeza. Conozco algunas personas muy cultas que no han pasado por la universidad.

Tuve la suerte de seguir una carrera, Ciencias Políticas, que daba una formación general, abierta a muy distintas especialidades. Luego seguí la de Sociología en los Estados Unidos, aunque tampoco me especialicé por consejo de mi maestro Juan J. Linz. En mi casa la mayor parte de los libros que atesoro, y son unos cuantos, no son de sociología. Muchas personas consideran que soy periodista, lo cual me honra.

Por lo que me cuentan mis colegas de la universidad en activo, la vida académica se ha convertido en un piélago de papeleo sin sentido. Parece que lo decisivo no es enseñar sino controlar. Lo que importa es el seguimiento, no el conocimiento. Se ha impuesto la moda de carreras cortitas sumamente especializadas, que llaman másteres, no sé por qué. La maestría debe ser lo contrario: una formación general dispuesta a abrirse a distintos campos. De esa forma los egresados universitarios podrán adaptarse mejor a una cambiante estructura ocupacional.

Se habla otra vez de "la universidad, fábrica de parados". Con ese título publiqué un libro hace una generación. Pero es que lo transcribí expresamente de Joaquín Costa, que lo aplicó hace cuatro generaciones. Por cierto, cunde ahora el entusiasmo político por la regeneración. Es otra idea de Joaquín Costa. La llevó a cabo parcialmente el Partido Conservador (Silvela, Maura) y más tarde Miguel Primo de Rivera y mucho más tarde Francisco Franco, cada uno a su estilo. Ahora la regeneración pasa por no ser de derechas. Lo aseguran licenciados y hasta profesores universitarios. He aquí un bonito ejemplo de incultura. ¿No habrán confundido la regeneración con la degeneración?

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