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Carmelo Jordá

Stan Lee que estás en los cielos

Todos los personajes de Lee ofrecían diversión y aventuras a raudales, pero también problemas que los acercaban al lector

Todos los personajes de Lee ofrecían diversión y aventuras a raudales, pero también problemas que los acercaban al lector
Daredevil | Netflix

Así a botepronto, y les reconozco que quizá sea porque estoy un tanto impresionado al enterarme de la notica, les diría que Stan Lee es una de las tres o cuatro personas que más influencia han tenido en la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX.

Cultura y popular son dos palabras que pueden considerarse hasta contradictorias en ocasiones, pero lo cierto es que lo que hizo Lee las une con total naturalidad: sus personajes y sus historias son la esencia de lo popular, creados para un consumo masivo y, de hecho, consumidos masivamente durante las últimas seis décadas en todos los medios posibles: por supuesto en comic, pero también en series de televisión, en películas más que taquilleras y en todas las formas de merchandising que sea posible imaginar; pero son también, sin duda alguna, un hito cultural de primera magnitud.

Por supuesto, lo más notable de su legado son los nombres de los personajes que creo o ayudó a crear, son tantos que les confieso que he recurrido a la Wikipedia para no dejarme a ninguno importante: héroes como Spider-Man, Thor, Hulk, Iron Man, Doctor Strange, Daredevil -uno de mis favoritos, ¡nada más y nada menos que un superhéroe ciego!-; o grupos como los Cuatro Fantásticos, los Vengadores, los X-Men… sí, están prácticamente todos aquellos de los que usted disfruta ahora en la televisión o el cine.

Pero quizá más importante aún que la larga nómina de personajes sea la profundidad dramática de la que dotó a todos y cada uno de ellos, cómo supo no sólo darles cualidades sobrehumanas, sino llenarlos de problemas humanos: el adolescente que tiene que compaginar el instituto y las dificultades de un quinceañero con la lucha contra el mal -Spider-Man-; los mutantes que sufren la mezcla de admiración, temor y rechazo que generan en los humanos y los problemas de convivencia que plantea su mera existencia -X-Men-; las limitaciones que causa una deficiencia física y cómo es posible superarla -Daredevil-…

Todos los personajes de Lee ofrecían diversión y aventuras a raudales, pero también problemas que los acercaban al lector, que le permitían sentirse identificado y cercano a esos seres maravillosos y que, más tarde, cuando el comic se fue convirtiendo en un arte para un público más adulto, permitieron a otros grandes artistas crear grandes sagas con una profundidad argumental a la altura de cualquier novela.

Además, Lee supo incorporar elementos de ámbitos culturales alejadísimos de lo que hasta entonces había sido el comic y lo hizo con sencillez, naturalidad y acierto: la mitología vikinga con Thor, la espiritualidad oriental con el Doctor Strange… Y también ir generando nuevos mitos según el público demandaba otros productos de acuerdo a las modas de cada época: por ejemplo, la aparición de Black Panther en los años 60, cuando había una reivindicación del legado y las comunidades negras en Estados Unidos.

Por si todo lo anterior no fuese suficiente, Lee fue también en buena medida responsable de un método de trabajo en la editorial Marvel -dando una enorme libertad creativa a sus dibujantes- que es probablemente una de las causas de la explosión creativa que el comic, en todas sus facetas, ha tenido en las últimas décadas y que ha llevado a las viñetas a lograr lo que sólo las mejores muestras de cultura popular otra vez esas dos palabras- son capaces de alcanzar: extenderse en muchos ámbitos y, finalmente, convertirse en parte de nuestras vidas.

Stan Lee que estás en los cielos, seguro que ya estás creando una versión mejor del paraíso y del infierno, llena de grandes poderes y pequeños y humanos defectos. Sólo lamento que no podré leerla, que no la veré nervioso y emocionado en una gran pantalla, pero aun así gracias por todo lo demás, gracias por tanto.

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