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Pedro de Tena

Los zumos secretos de un heterodoxo sobre la Semana Santa de Sevilla

Desde 1933 nunca se había suspendido la Semana Santa hasta la pandemia de coronavirus. 87 años ininterrumpidos.

Desde 1933 nunca se había suspendido la Semana Santa hasta la pandemia de coronavirus. 87 años ininterrumpidos.
Semana Santa en Sevilla | Cordon Press

Nadie puede dudar de que en España estamos viviendo una Semana Santa extraña. Nada hay más anómalo en una Semana de Pasión que sus cofradías no surquen las calles e iglesias de pueblos y ciudades y que el aire no huela a flores frescas ni a velas derritiéndose ni a incienso chamuscado ni a teología de andar por casa. Sólo el azahar ha quedado colgado de los naranjos como testigo fiel de los aromas de la tradición.

La lluvia ha podido, a veces, con algunas desafortunadas cofradías y sus procesiones que la padecieron, pero siempre ha habido penitentes y bandas de música en la mayoría de las ciudades y pueblos de España. En Sevilla, por ejemplo, ni siquiera la intimidación armada de 1932 logró que se suspendiera la Semana Santa. Cierto es que la mayoría de las cofradías no salieron dado el nivel desatado de violencia pero sí lo hizo la de la Virgen de la Estrella, "la Valiente", a cuyo paso disparó, por cierto, un fanático que, según sean las consideraciones, acertó tres veces en el pecho de la talla o no la rozó siquiera.

Como consecuencia, en 1933 ocurrió lo esperable: ninguna hermandad puso el pie en la calle, ni siquiera la de la Estrella, que, aunque acordó salir, finalmente desistió. Desde entonces, nunca se había suspendido la Semana Santa hasta la pandemia de coronavirus. 87 años ininterrumpidos.

Pero si esta Semana Santa es atípica por la ausencia fantasmal de costumbres que, en ocasiones, proceden de los tiempos medievales, hay un libro que propone una interpretación heterodoxa de las celebraciones religiosas de Sevilla, libro escrito además con una gran brillantez metafórica y calificativa casi siempre desafiante a las exégesis vasallas habituales. Se trata del libro de Antonio Núñez Cabeza de Herrera (1900-1935), que ese era su nombre completo, técnico telegrafista, periodista, escritor y poeta nacido en la extremeña Campanario y afincado en Sevilla.

Si alguna vez pasan por Vila Real de Santo Antonio, en la ribera portuguesa de la desembocadura fronteriza del Guadiana, tengan un momento de recuerdo para Núñez de Herrera que allí fue enterrado tras una galopante enfermedad, precisamente una neumonía, que acabó con su vida en 1935. Sus escritos quedaron desautorizados por su inconveniencia hacia los cánones y no fueron rescatados hasta bien entrada la Constitución de 1978 de la mano del "narraluz", y andalucista, José Luis Ortiz de Lanzagorta.

Hace muy poco, en 2015, la editorial Almuzara publicó su único libro terminado, Teoría y realidad de la Semana Santa, y más recientemente, David González Romero, José María Rondón y César Rina editaban su brevísima Obra Completa bajo el título de Estampas. Literatura y periodismo de vanguardia, publicada por la editorial El Paseo en 2018.

De la visión que Núñez de Herrera obtiene de la Semana Santa de Sevilla, se han dicho muchas cosas. Que si era la visión irónica de un republicano social, que si era la fobia bellamente expuesta de un anticlerical, que si era la salutación laica de un vanguardista, que si era la de un fino sociólogo de costumbres, que si robaba al catolicismo su Semana Santa… Y para ubicarlo se mencionaban nombres como los de Chaves Nogales, Oliverio Girondo, Ramón Gómez de la Serna y algunos otros.

Núñez de Herrera, relacionado con la revista Mediodía fundada por "la interminable, anecdótica, burlesca y genial pléyade juvenil" (Ortiz de Lanzagorta) de la mano de Joaquín Romero Murube y forjada entre otros por Rafael Porlán, Rafael Laffón, Eduardo Llosent, Manuel Halcón, Pablo Sebastián, Fernando Villalón, Juan Sierra, entre otros, fue además el primer director de la Hemeroteca de Sevilla y nunca fue un ortodoxo, ni siquiera dentro de este grupo.

Es más, su personalidad poco sumisa y su hostilidad a todo lo comúnmente aceptado, le convirtieron en un exiliado en el seno de la propia Sevilla. Era una osadía comenzar un libro sobre la Semana Santa sevillana con el título Teorema de Jehová y los comunistas. Pero él lo hizo.

Ni siquiera haber bautizado a la generación del 27 con tan celebrado nombre le salvó de su naufragio local. Su atrevimiento fue demasiado para una ciudad donde se enfrentaban bandos que, como él dejó dicho, necesitaban tener sus propios "mataores". Cuando el plomo y el acero campan a sus anchas y el derecho huye, queda poco sitio para la libertad, pero tampoco para el humor certero, la caricatura o la elegancia crítica.

De todos modos, mejor será que los lectores, a la vista de una selección de textos de su Teoría y realidad de la Semana Santa, elaboren su propio criterio si bien es preciso consensuar que estamos ante una visión singular que inicia, creo yo, el camino secularizador, casi turístico, que luego ha ido asumiendo, en parte, claro, la Semana de Pasión en toda España. Pero, claro, el libro de Núñez de Herrera se publicó en 1934. Ver, y sobre todo contar, la Semana Santa, entonces, como una Feria sacra, pero feria anual , exigía valor y libertad.

¿Profanación? Lo explicó el propio Núñez de Herrera en una introducción memorable:

Y grave profanación –el auténtico sacrilegio–, delito insigne el de encristalar en los quirófanos de la lógica ese trozo virgen de la naturaleza, el de enjaular ese gran pájaro morado que cruza siete días el cielo de Sevilla. Mejor seria, quizás, seguir su vuelo de milagros: cuando aletea en las esquinas, cuando anida bajo los «pasos», cuando es el ruiseñor de las tabernas y la paloma de la Trinidad... Mejor eso que arrancarse el corazón y ponerlo sobre las cuartillas como pisapapeles mientras se presume, en vano, de tener un raciocinio insobornable.

En mi opinión, lo que viene a mostrar Núñez de Herrera es que la Semana Santa de Sevilla resucita todos los años como una manifestación herética en sí misma, trenzada por los sentimientos, la estética y la interpretación de los sevillanos que eclipsan al tronco doctrinal originario que sólo queda como residuo, como la cera de la velas cuyas llamas penitenciales alumbran siete días de cada año. De ser ajustada esta apreciación, nada habría más popular en Sevilla que esta heterodoxia –Menéndez Pelayo no estaría de acuerdo—, que no va contra el dogma, sino que lo domestica y lo posee.

El libro es como una carrera oficial que se desliza en 32 "pasos", en cada uno de los cuales se clava una mirada fija, atenta, aguda y discutible sobre esta parte del "abismo de Sevilla".

Teorema de Jehová y los comunistas:

"La verdad es que la gente no se acuerda ahora mismo de quién hizo el mundo. ¿El Génesis? Habladles de eso, y veréis que cara os ponen los 'armaos' de la Macarena… El capataz de los costaleros, Dios máximo de esta escuadra de comunistas, no usa barba ni se toca con un triángulo isósceles, pero ahora mismo es más interesante que Jehová. Jehová dijo: 'Fiat lux'. Y el capataz: '¡A esta es!'".

Estaban los místicos en su rincón:

"Vaso tras vaso lo que hay en el ambiente de vapor de milagrería se va condensando sobre la reunión en un rocío de imaginaciones y ectoplasmas, como un maná de regalo para las tapas del vino. No ven los amigos la Semana Santa. Pero la sienten."

Explicación y elogio de Pilatos:

"Lo costaleros bailan el 'paso' de Jesús ante Pilatos. En la Macarena tienen otro Pilatos. Pero aquel Pilatos de la Macarena tiene una vena de gobernador civil. Este es un Pilatos… La gente adora ya a Pilatos. Le adora aunque no sea nada más que por fastidiar al de la Macarena."

Denegación y ausencia de la Historia:

"Por eso la Semana Santa es incapaz de filosofía e historia. En estos días no se razona. Se siente nada más. Se vive y no se recuerda. La Semana Santa no ha existido hasta ahora mismo… El último nazareno está contento. No siente haberle hecho traición a nadie. Ni siquiera a la Segunda Internacional. Él es, primero, sevillano".

Escena de la flaqueza humana:

Ocurre en el barrio de San Bernardo, el de los toreros. "Sobre las frentes arde su lumbre la manzanilla cordial. Y huele a incienso y a pescado frito. Los hombres hacen cola para orinar junto al '¡Aquí é.…!' de las tabernas…El borracho es sensato, como todos los de Sevilla".

Texto púnico de los cien gallos:

"Con otros cien gallos de metal reluce en la madrugada el 'armao' de la Macarena. ¿Y por adentro? Por adentro el 'armao' de la Macarena usa también su columna vertebral. Pero no es eso. Quizás lo que le mantenga en pie, definitivo y erecto sobre la manzanilla y la noche, sea cierto 'quiquiriquí' que le canta por todo lo hondo: alegría de salir en la centuria, de ser junto a la Virgen el mejor meteoro de la ciudad, de ver lucir la armadura con lumbre de tantos ojos…".

Pareado del tema religioso:

"Mientras pule su ebanistería el 'cantaor', duda el caballero católico. Parece que le duela un poco que la Semana Santa no sea totalmente, por modos irreprochables, una manifestación puramente ortodoxa, estrictamente canónica, exactamente ritual... Y sin embargo, el caballero católico está emocionado. Profundamente. El distingue bien lo suntuoso de lo religioso, lo espiritual de lo solemne. Pero... En cambio al ciudadano laico le resulta todo esto un poco carca...".

Teología comparada de Sevilla:

"Antes y después de Cristo, filósofos y poetas, es decir, personas presuntuosas y terribles, inventaron y concluyeron muchedumbre de dioses y teoremas... Desde la maraña de las teogonías y los sistemas filosóficos, ¡cómo reluce intacta, espuma de jardines y requiebros, esta Virgen, dulcemente femenina, de Sevilla! ¡Como se yergue, torre de pena y luz, este Dios campechano de la Semana Santa!".

Historia en azul de una revolución:

"Los hermanos de la Macarena hicieron una vez su revolución... No había más medio… No podemos permitir que el Arzobispo nos nombre un Hermano Mayor, nos imponga un amo, nos sujete a un dictador que disponga de nosotros, de nuestra cofradía, de nuestra Macarena... —Y que se llama nada más que Emerenciano— Aquello sí que no se podía permitir. Y entonces fue cuando surgió la palabra tremenda:¡Camaradas...! Después fue cuando se hizo la revolución. Pero en un color original y nuevo. Por las calles del barrio corría el Hermano Mayor, tiznado de añil de arriba abajo".

Novela del Cristo de la Expiración:

"No hace muchos días esto era el grueso tronco de un árbol poderoso… Sacado a punta de gubias de aquel leño informe y seco. Están los brazos, el torso, los pies atravesados, el anhelante pecho. Pero... ¡la faz de Jesús! ¡Cristo muriendo! Ni aun podrá ir al entierro de ese gitano de enfrente, al que mataron de siete puñaladas. Él le vio morir. Y aun le ve, con el recuerdo en las manos y la visión atormentada en el filo de las gubias".

Estética, dolor y penitencia:

"Ya pueden las vecinas armar sus jácaras en los umbrales y los mocitos de la F.A.I. entonar los últimos fandanguillos por los rincones del patio. Hoy la viejecita se ha hecho descalzar por el hijo que había estado muriéndose. Ahora va tras el paso de la virgen, con los pies desnudos… La viejecita tuvo su hijo muy grave. Un tiro fue, de los de Asalto. ¿Se puede ser anarquista?".

Vista interior de la de San Román:

"Pasa lista el lector: —Gabriel Heredia y Salazar... Nadie contesta. Los gitanos arreglan el 'paso' de Nuestro Padre Jesús de la Salud. Lo están vistiendo de prestado, pero va a quedar precioso. —Gabriel Heredia Salazar... Entonces se hace necesario el intérprete. Va traduciendo la lista. He aquí la versión flamenca: —Tiznao. Meloja. Sarampión. Tres Chirlas. Posturas. Ventolina. Esparpitao...Todos están allí. Ya han entendido los siete. Y los demás: el Bocio, el Emparmao y el Agonías...".

Parábola del guardia y la saeta:

"Sobre la frente del guardia una corona de clarinazos. Y sobre el pecho los siete dolores, siete: el de sentirse guardia, el de vestir uniforme, el de ser la noche del Parasceve, el de haber nacido en Triana, el de tener autoridad y el de saber cante jondo... El guardia se quitó los guantes, se afirmó el casco, apuró de un golpe 'media caña'. Luego fue cuando apoyó la mano sobre el mostrador y comenzó a cantar su 'saeta'".

Tema de la pasión y de la muerte:

"Por la Semana Santa de Sevilla cruza la muerte, más sin utilidad ni pragmatismo, bella y lejana, como un motivo plástico. La gente la ve pasar, pero sin miedo ni dolor. La muerte aquí es mucho más que la historia de una religión, mucho más que una preocupación de bienestar futuro, mucho más que el misterio y los temores de un final irremediable. Mucho más que eso. La muerte no es aquí más que una obra de arte. Y... ¡alguna vez habría que decirlo! Un tema sensual. Semana de pasión, y no de muerte."

Fábula del guarismo y la incógnita:

"Él es el amigo del nazareno. Y su probable Cirineo alta la noche. Le enciende el cirio. Le cuenta chistes y le lía el tabaco. —Compadre de mi alma, hace usted un nazareno imponente... En la noche acuden a la Catedral las cofradías. La Esperanza de Triana es una aleluya azul…".

Biografía del hombre reivindicado:

"El gitano era un aristócrata que se zapateaba la pena y no creía en el derecho de propiedad. Ahora es el hermano Mayor de la cofradía de Nuestro Padre Jesús… Rafael había salido indemne de su experiencia de cultura. Y de su vecindad con ella extrajo para su raza una antología de versos y una colección de psicologías históricas. Pero le quedó, en poso de 'malanges', una antipatía fundamental a los romanos que fabricaron tantos códigos…y tuvieron hasta esa Guardia Civil de hojalata que sacan en la Macarena".

Episodio de la guerra carlista:

"Han llegado aquí muchos cofrades de San Benito. Entran en la taberna con una algarabía de pliegues y comentarios…—¡Y que viva y viva la de San Benito! Entonces fue cuando entró aquel nazareno de la capa morada. Se levantó despacio el antifaz y girando en doble faro la mirada insolente, pidió también de beber a voz en grito: —A la salud de la de San Bernardo… Amanecía y… nadie le encontraba explicación a un nazareno en calzoncillos".

Salmo de Jesús del Gran Poder:

"Este Señor del Gran Poder es un Dios honrado y fuerte. Ninguno como él es de verdad aquel Jesús de Galilea, insobornable y enérgico, que arrojó a los mercaderes del templo blandiendo en la segura mano el látigo indignado y justiciero…Los burgueses de la ciudad rezan ante Jesús del Gran Poder. Su cofradía no sale sino cuando todos los horizontes están claros. Cuando duermen o se ocultan los dolores de Sevilla".

Épica del dirigible y la torre:

"El dirigible apareció en el horizonte como un pez de leyenda. Y era en Sevilla y Jueves Santo… Porque bienaventurados los hombres que saben extraer del arte una mística sin mácula y los que saben construir dirigibles…¡Pureza de la Semana Santa, que con nada se empaña ni complica! No hay inconveniente para que los sindicalistas, por ejemplo, se sientan nazarenos…La ciudad…alta la frente, como la Giralda y el Zeppelín".

Sobre los arenales del silencio:

"¿Cuántas leguas habrá de la Parroquia de San Miguel, de dónde sacan el Silencio, al arco de la Macarena, bajo el que pasa la Esperanza?... Callan los nazarenos y la gente… En medio de este silencio, puede oírse su voz queda y medrosa: —Vamos de aquí, compadre. Resulta que es verdad que Dios se ha muerto".

Justificación del filósofo en la calle:

"Sabe muchas cosas el filósofo… En cambio, no ha logrado discernir cumplidamente el secreto más hondo de la ciudad.. ocurre que huele ya a Semana Santa…El filósofo andaluz pasea solo…Menos estos siete días, el filósofo es laico. Pasea y medita: —Hay aquí una religiosidad ausente del latín y del Decálogo…".

Cetrería del Miserere de Eslava:

"Mas en vano el Miseree pretende ser terrible. Que doce jilgueros pían al filo de los violines: están cantando los seises y sólo su voz vuela y se encarama… Tras los esquivos pájaros sencillos, cárdenas aves caudales cruzan el aire esmerilado de la Catedral. Todo el templo es paisaje para esta cetrería… Señor, el mundo es bueno. Y no es verdad que los canónigos se coman a los seises".

Simpatía y terapéutica de la Divinidad:

"En Lourdes existe un santuario situado en la gruta de la Massabielle a orillas del Gave… Fariseos y Compañías Anónimas explotan la terapéutica de la Divinidad… Aquí en el Sur de España, en Sevilla precisamente, hay también Vírgenes y Cristos. Pero no hacen milagros. Ni nadie se los pide… No hay Cristos procuradores ni Vírgenes curanderas…Más que confiar en los Dioses la gente lo que tiene es confianza con ellos. Eso es lo grande".

Excepción de Juanillo el de la Palma:

"Pero ¿se puede saber qué hace San Juan, tan reiterado sobre los «pasos» de Semana Santa? No hay Santo más pertinaz y repetido ni Justo más perseverante… este no es San Juan Evangelista. Se trata de Juanillo el de la Palma. Le quieren en el barrio y le llaman así... Le quieren sobre todo porque es el único San Juan en los «pasos» de la Virgen que se libra de ser el auténtico pelmazo".

Gesta del costalero interino:

"Hay este mundo, que dura una semana. Y otro, que rueda su discurso durante todo el año… bajo los «pasos», tan apuestos de relumbridos, hay otro mundo de omoplatos y sudores, donde jadean los forzados de la santa galera… Frasquito (el costalero) no es hermano de ninguna Cofradía… El resto del año, Frasquito es la cuestión social".

Hacienda y contabilidad de la emoción:

"Todo hay que decirlo para explicar por qué míster Walter Smith –ojos desvaídos, cigarrillos Virginia y piel rosada– se encuentra precisamente viendo la Semana Santa en su silla de la plaza de San Francisco… ¿Ha ido acaso a la Trinidad, al Patrocinio, a la Carretería o al Puente de San Bernardo? No ha ido. Toda la Semana Santa la pasó en su silla".

...factum est: et habitavit in nobis:

"La oración es, ciertamente, un método. Pero este contenido de fórmulas, predispuestas en las mociones piadosas y donde la memoria pone a la devoción a su servicio, se aviene mal con estos apasionados, dudosos quizás entre la fe y la afición, que ilustran su alma limpia en las lumbres de la Semana Santa".

Primera y segunda parte de la saeta:

"Primeramente la 'saeta' es un desahogo… Cuando surte y suena la «saeta», algo se nos va, se nos sale afuera… Sevilla entera sintonizada a la copla…(Y tras el cante)… el ajetreo satisfecho de la multitud que se ha quitado una angustia, un peso, una carga eléctrica, una 'saeta' de encima".

Conjunción del sentimiento y el paisaje:

"…la Giralda es no sólo la mejor torre, sino la mejor mujer del horizonte… La ciudad es en cierto modo un sistema de conjunciones… Hay una geografía de la Semana Santa…Y todos los años hay que estar allí y en el minuto exacto cerrar los ojos para verla pasar recompuesta (a la virgen de la Hiniesta) por las potencias del alma".

Nocturno y sismología del Viernes Santo:

"Arropada por la noche, la ciudad es sólo esta hidrografía ardiente de las Cofradías en marcha… Del Jueves al Viernes Santo la noche es vaivén y afán interminables… Y menos mal que, la noche tiene viáticos y claraboyas, remansos de buñuelos y aguardiente, ensenadas de pescado y vino… los últimos supervivientes irán a ver entrar la Macarena".

Crónica de la flor quemada:

"El 'paso' es una obra de arte… Señores, también hay el arte de los costaleros. Más he aquí que ya ha entrado el 'paso'. Sin un roce. Los aplausos y los vítores, las ovaciones y las palmas, desbaratan el himno de Riego…Ya dentro de la Iglesia cualquier cofrade…ha cogido un clavel encarnado. Después, con él, una a una, apaga las velas de la candelaria".

El tercero creer que es Hijo:

"Muy interesante y hasta muy confortable será sentirse hijos de Dios y herederos de su Gloria. Pero hay algo de más importancia: sentirse padres de Él y fautores de su espléndida presencia…La ciudad hizo a Dios a su imagen y semejanza. La Trinidad sería ésta: Madre, Hijo y espíritu sevillano…Porque ved que un día entre los días, como en la cumbre del monte sagrado, le dijeron a la ciudad: —Mujer, he ahí a tu hijo. Y era un lirio con siete pétalos a orillas del Guadalquivir".

Frente al calculador don Juan Tenorio, Núñez de Herrera intuye que no hay sistema para entender la Semana Santa y sin embargo

"¡que emocionada obra la de extraerle sus zumos secretos a la Semana Santa, la de explicarse el hombre esa misteriosa esencia que la salva de la espuerta general…".

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