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Pedro de Tena

Un siglo sin Joselito el Gallo: un último poema de su propia familia

Lorca escribió que Joselito tenía un duende judío y Belmonte un duende barroco. A saber.

Lorca escribió que Joselito tenía un duende judío y Belmonte un duende barroco. A saber.
Ignacio Sánchez Mejías llora la muerte de su cuñado, Joselito el Gallo | Archivo

Lola Flores, en la película Embrujo (1947) de Carlos Serrano de Osma, cantó la canción compuesta por los gigantes Quintero, León y Quiroga: Los niños de La Gabriela. Esa madre era la gran bailaora cuarterona cañí, la gaditana señá Gabriela Ortega Feria, esposa del torero sevillano Fernando Gómez, Gallo. El mundo, ya ven, se divide en dos, Sevilla y Cádiz, como quería Fernando Villalón. Por los tres de los seis hijos que siguieron la dinastía torera de los Gallo y de los Ortega, le fueron dedicadas letra y música. Estas son las estrofas finales:

La Gabriela, vela, vela
la Gabriela, vela, va,
a través de la cancela
la han echao El Liberal.
Y se despierta cobarde
con un válgame Undibé
(I),
pega un suspiro la tarde
ay, quién supiera de él.
Y entre temblando y risueña,
con el papel del revés
va mirando la reseña.

Rafael está en El Puerto
Fernando se fue a Jerez,
los dos hermanos, por cierto,
con toros de Guadalest.
Pero tengo un cuchillito
que me ronda la cintura;
en Córdoba, Joselito
con seis toros de Miura.
La madre está duermevela,
son tres clavos de amargura
los niños de la Gabriela

Faltaban unos años para el fatídico 16 de mayo de 1920 cuando en Talavera de la Reina, en una corrida casi improvisada, el toro Bailaor —miren por dónde, y de la ganadería de Josefa Corrochano, conocida como la viuda de Ortega, fíjense más en los detalles unidos a la señá Gabriela—, afectado por un defecto de visión según las crónicas, no distinguió entre bulto y muleta y le metió a Joselito el Gallo un cuerno en el vientre cuando había cumplido 25 años ocho días antes.

Sobre la figura de Joselito el Gallo, al que muchos consideraron el mejor torero de todos los tiempos mientras que otros no le concedieron tanto poderío, se ha escrito tanto que añadir algo que enriquezca la visión de su figura es casi imposible. Ahí queda la referencia biográfica y taurina del extraordinario Cossío para los interesados.

No sé si en otro momento de la historia del toreo se ha dado el caso del gran interés intelectual por la fiesta y sus protagonistas. Tal vez fue tras esa corrida de miuras en la plaza de los Tejares de Córdoba que cita la canción donde se reunieron primeras figuras de la cultura española como Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Romero de Torres, Valle-Inclán y, entre otros, un gallista José Bergamín que llamaba Mozart a Joselito y Beethoven a Belmonte (al que calificó también "rencoroso Lutero"), los rivales del momento, si bien esa competencia era forzada por el público que sospechaba de su amistad y de que no les cogieran los toros como si fuera una estafa a la fiesta.

Belmonte le contó a Manuel Chaves Nogales en su libro Juan Belmonte. Matador de toros lo que sigue: "La petulancia juvenil de aquel hombre mimado por la fortuna y mi enconado anhelo de triunfo fueron cediendo el paso a una entrañable solidaridad de hombres unidos por el riesgo y el esfuerzo comunes. Uno de los capítulos más emocionantes de mi vida es el de mi intimidad con Joselito en sus últimos años".

Aunque la ciudad de Sevilla siempre ha disfrutado con las oposiciones maniqueas –Sevilla y Triana, Betis-Sevilla, Esperanza Macarena y Esperanza de Triana o Joselito y Belmonte—, los gerifaltes sevillanos no trataron demasiado bien a Joselito. De hecho, fervoroso partidario de la familia y unidísimo a su madre, fue despreciado, tal vez por llevar sangre gitana en las venas, por la poderosa casta de los Pablo Romero, con cuya hija, Guadalupe, quiso casarse, incluso raptándola como hizo su padre con la señá Gabriela, sin conseguirlo. Guadalupe, que nunca se casó, ordenó que siempre hubiese flores en el mausoleo de Joselito, esculpido por Mariano Benlliure en el cementerio de San Fernando de Sevilla.

Otro de sus encontronazos con las poderosas familias sevillanas fue la idea de la Monumental, la segunda plaza de toros de Sevilla, situada más allá del barrio de los toreros, el de san Bernardo, a no mucha distancia de la Real Maestranza. La plaza, que promovió Joselito el Gallo, se inauguró el 6 de junio de 1918 y acogía casi el doble de espectadores que la competidora, 23.055. En 1921, tras la muerte de Joselito, se cerró tras tres temporadas y se demolió.

Antonio Lorca defiende, con otros, que, aunque se adujo la falta de seguridad del edificio, en realidad fueron las familias maestrantes de Sevilla las que indujeron al cierre de la plaza de Joselito y el industrial José Julio Lissén Hidalgo, reconocido gallista y partidario de abaratar las entradas para beneficio de la fiesta y de la afición, algo que causó pérdidas a la Maestranza. Hay teorías.

Tal vez Joselito el Gallo quiso que esa plaza fuera el sueño consumado de su familia, una de las grandes familias populares del toreo que impulsan ánimos, temples, metas, ideas, esperanzas como si se transmitiera una herencia continua e indisoluble, una corriente transmisora de valores y actitudes que no es mentira y que se perpetúa estética y vitalmente en los sucesores sin saberse bien cómo ni por qué.

Por parte de su madre, la señá Gabriela, ya había toreros y cante. Joselito el Gallo era nieto del torero Enrique Ortega Díaz que a su vez fue sobrino de tres matadores de toros: José Díaz "el Mosca", muerto por una cornada en la plaza habanera de Regla, Manuel Díaz "Lavi" y Gaspar Díaz.

Todos los tíos abuelos de Joselito por parte de madre, y lo cuenta Francisco Orgambides en una crónica sobre otro tío abuelo perdido, fueron toreros: Manuel Ortega Díaz "Lillo", Francisco "Cuco", Gabriel "Barrambín". Su tía abuela Carmen fue la esposa del torero gaditano José Ponce, que murió también de una cornada en la plaza peruana de Acho. El tío abuelo que nadie encontraba se llamaba José Ortega Díaz, que también fue matador con el sobrenombre de "Negrito" y que toreó nada menos que en Nueva Orleans, en el estado de Luisiana, en 1848, y al final se afincó en Lima.

Por parte de los Gallo, el primer torero fue su padre Fernando Gómez García el "Gallo" (1847-1897), que no triunfó. Su hermano José Gómez fue banderillero de Lagartijo, y así llamaron más de una vez a Joselito. De la boda de Fernando con la señá Gabriela Ortega, nacieron tres hijos toreros y tres hijas. Los toreros fueron Rafael el "Gallo" (Gallito I), el "Divino Calvo", Fernando "Gallito chico" (Gallito II), y Joselito "Gallito III", luego Joselito el Gallo.

Las tres hijas se llamaron Gabriela, Trinidad y Dolores. La primera se casó con el torero Enrique Ortega el "Cuco" y su hijo fue "Gallito", Rafael Ortega. Trinidad fue esposa del torero diestro Manuel Martín-Vázquez ("Vázquez II"), hermano de Curro Vázquez, y tío de los toreros Manolo, Rafael y Pepín.

Dolores se casó con Ignacio Sánchez Mejías, que resultó así cuñado de Joselito el Gallo. Precisamente Sánchez Mejías, torero y escritor, fue miembro de la cuadrilla de Joselito y toreaba con él en Talavera cuando presenció la mortal cogida de su amigo y cuñado. Estos datos pueden encontrarse en el libro que Andrés Amorós escribió sobre Sánchez Mejías, muerto también por un toro. Lorca escribió que Joselito tenía un duende judío y Belmonte un duende barroco. A saber.

La gran familia sigue una derivación artística con Gabriela Ortega Gómez, hija de la hermana de Joselito, Gabriela y El "Cuco", que estudió arte dramático en Sevilla, fue una gran actriz del Teatro Español Universitario y compañera en las Irlandesas de María de las Mercedes, esposa de Juan de Borbón.

Luego, trabajó como recitadora con su primo Manolo Caracol, Concha Piquer y el Príncipe Gitano, en espectáculos por toda España y también en América, en Argentina y México donde le fueron concedidos importantes premios. Incluso tiene glorieta en el Parque de María Luisa. Siguió trabajando hasta su muerte en 1995.

No olvidemos tampoco a Luisa Ortega, hija de Caracol, quien, con su marido Arturo Pavón, cubrió toda una época de baile y piano flamenco. No hemos podido, pero en la factura de este artículo hemos comprendido que nos falta una historia familiar más completa de lo que fue la estirpe de la señá Gabriela, Los Gallos y los Ortega.

Un último poema para Joselito el Gallo escrito por una descendiente de la familia

No podía imaginar que el día que se presentaba en Sevilla el libro de Agapito Maestre, Ortega y Gasset, el gran maestro, iba yo a conocer entre los asistentes a un joven artista sevillano afincado en Londres, Ángel Rengell, de abuela jerezana, como yo, con raíces germanas y vascas, de estas últimas como yo, que era admirador de Federico Jiménez Losantos y que se había leído el libro La tela de araña andaluza.

Luego supe que estaba casado con otra artista cordobesa, de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla como él, llamada Luccia Lignan, la autora de los versos anunciados, tal vez los primeros escritos a Joselito por alguien de su familia. Primero, leamos el poema y luego, examinemos la conexión familiar con Joselito el Gallo.

"Otrora"

La viola cárdena templada,
otrora vítores alegros;
foresta enerve su mirada......,
dolosos, manaban requiebros.

Tonar adusto en yerba frágil,
céfiro ara sutil endrina;
burlón encaste afina ágil,
¡desase amarra peregrina!

'Agro celeste, regia mora,
capricho imberbe consumado,
hastiado tiempo aún le plora,
Divino en Gracia venerado.'

Profuso mar gesta pasión......
Galo el cristal....., tu corazón.

(16 de mayo 1920 – 2020, José Gómez Ortega, Joselito. "Otrora" by Luccia Lignan April 2020 – London, United Kingdom, en plena pandemia)

Según la autora, cada serventesio (II) propio del conocido como soneto inglés (III) aunque con la licencia de versos eneasílabos, se refiere a los últimos momentos del torero. En el primero, la viola, tenor dramático de la familia de las cuerdas, anuncia el fatal desenlace para un Joselito debilitado por las críticas que debía haber toreado en Madrid, no en Talavera, decisión fatal.

El segundo describe el momento de la cogida, un trueno contra su cuerpo frágil sobrevenido como un viento sobre el coso agridulce. El tercero señala a un Joselito en los cielos en el momento más importante de una carrera inigualada.

El dístico final, una referencia a la señá Gabriela, el mar de Cádiz, y al regalo de cristal de roca verde francés que el torero compró en París para la Macarena, su otra madre. El poema está inscrito sobre una vista aérea de la plaza de las Ventas de Madrid que recuerda todos los años la muerte de Joselito el Gallo, que no así la Maestranza de Sevilla.

Cierto, hay familias que transmiten no se sabe cómo valores, proyectos, trayectorias. La tatarabuela de Luccia Lignan, Julia Gómez García, era bailaora de flamenco y amiga íntima de la señá Gabriela Ortega Feria, madre de Joselito el Gallo. Fue Julia quien presentó a su hermano Fernando Gómez García, Gallo, a su amiga Gabriela de Cádiz dando paso a la dinastía de los Gallo.

Para entender el poderío de la familia de Joselito el Gallo, hay que saber que Luccia Lignan es además la bisnieta de Francisca Parra Gómez, que nació en Sevilla en el Pasaje González de Quijano y recibió el primer premio de baile por sevillanas en el teatro Duque de Sevilla. Era prima hermana de los reconocidos toreros José Gómez Ortega, Joselito "El Gallo" y Rafael Gómez Ortega, y hermana de Antonio Parra Gómez "Parrita", veterano banderillero, el primo de Joselito que le acompañó como administrador hasta el día de su fallecimiento.

Luccia Lignan lleva el nombre y el apellido de su abuela Lucía, hija de su bisabuela Francisca y Mariano Lignan, hijo a su vez de compositor francés y actriz de teatro inglesa. Su abuela se afincó en Córdoba de donde pasó a Sevilla para cuidar de la educación artística de su nieta Luccia.

Curiosamente, Luccia Lignan no supo hasta hace poco de sus relaciones con Joselito el Gallo y su familia a pesar de lo cual desde pequeña pintó escenas taurinas sin haber pisado nunca una plaza de toros. De hecho, presentó una de estas escenas al examen de ingreso de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla.

Pintora y escultora profesional desde 1993, Luccia Lignan ha realizado numerosas exposiciones individuales y ha participado en muchas colectivas. Ha colaborado con su marido, Ángel Rengell, en la creación de obras de carácter sacro, 2000-2006. Pero ahora la obra de ambos está en circuitos internacionales contemporáneos. Además, siente inclinación hacia la literatura desde 1994 cultivando los géneros lírico, didáctico, dramático y narrativo. El poema a su tío bisabuelo, Joselito el Gallo, 100 años después de su muerte, probablemente el único escrito por un familiar, así lo prueba.


(I) Dios

(II) El serventesio es una estrofa de arte mayor de cuatro versos en la que alternan la rima consonante, casi siempre, el primero con el tercero y el segundo con el cuarto. En el soneto castellano, la estrofa preferida es el cuarteto donde riman habitualmente el primer verso con el cuarto y el segundo con el tercero.

(III) El soneto inglés suele tener 14 versos como el castellano, pero en tres serventesios y un dístico en vez de dos cuartetos y dos tercetos. Además, los versos son alejandrinos, de 14 sílabas, no de 11, si bien admiten variantes como la que aquí se emplea.

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