L D (EFE)
La SGAE y el arquitecto Antón García Abril han presentado un proyecto en el que se multiplican las utilidades del recinto con un diseño de “doble piel”. El presidente de la SAGE, Eduardo Bautista, adelantó que el futuro espacio escénico del Príncipe Pío, un lugar de unos 4.000 metros cuadrados, más de 3.000 de comercio y servicios, será un “recinto innovador y avanzado tecnológicamente.
El mismo puede albergar desde teatro musical a conciertos clásicos o de pop-rock, como montajes de danza, óperas, conferencias o recepciones, respetando toda la fisonomía exterior del edificio. El proyecto de García Abril, calificado por Bautista como de "híbrido y mutante", parte de una configuración inicial de 2.029 localidades, pero puede multiplicar su aforo gracias a un sistema de gradas abatibles o "Doble piel".
El proyecto que defiende la empresa Teatro Príncipe Pío SL, constituida por la SGAE y Banderas, contará con unos parámetros acústicos similares al del Musikvereinsaal de Viena, el Conertgebouw de Amsterdam y el Symphoyny Hall de Boston, tiene un presupuesto de 20 millones de euros y estaría listo en 18 meses, adelantó Bautista.
Pero todo esto si les dejan, porque el asunto está en los tribunales. El problema es que aunque los dueños del recinto, Renfe, han alabado el proyecto, la empresa que lo alquiló y firmó un contrato de subarrendamiento con la SGAE y Banderas, Riofisa, se ha echado atrás porque, según un portavoz, “el 15 de mayo de 2001 venció el contrato por falta de licencia municipal para el teatro” y prefiere ahora ceder la gestión de las instalaciones a una multinacional mexicana especializada en musicales, Corporación Iberoamericana de Entretenimiento (CIE) con la que ya ha cerrado un contrato.
La SGAE ha puesto, como siempre, el grito en el cielo y una denuncia, ya que considera que la inmobiliaria del empresario Mario Losantos pretende “anteponer su espíritu mercantil y especulador, apoyando, además, producciones teatrales foráneas”, aunque resulte irónico que sea precisamente la SGAE la que critique a alguien el “espíritu mercantil”.
El caso es que el futuro del complejo Príncipe Pío está ahora en manos de la justicia, que será la que tenga que pronunciarse ahora al respecto, ya que la SGAE y Banderas han acudido ya a los tribunales. En cuanto al Ayuntamiento de Madrid, Bautista confía en que tras el verano "no medie en el conflicto, pero sí se pronuncie sobre el uso cultural de las instalaciones".
El mismo puede albergar desde teatro musical a conciertos clásicos o de pop-rock, como montajes de danza, óperas, conferencias o recepciones, respetando toda la fisonomía exterior del edificio. El proyecto de García Abril, calificado por Bautista como de "híbrido y mutante", parte de una configuración inicial de 2.029 localidades, pero puede multiplicar su aforo gracias a un sistema de gradas abatibles o "Doble piel".
El proyecto que defiende la empresa Teatro Príncipe Pío SL, constituida por la SGAE y Banderas, contará con unos parámetros acústicos similares al del Musikvereinsaal de Viena, el Conertgebouw de Amsterdam y el Symphoyny Hall de Boston, tiene un presupuesto de 20 millones de euros y estaría listo en 18 meses, adelantó Bautista.
Pero todo esto si les dejan, porque el asunto está en los tribunales. El problema es que aunque los dueños del recinto, Renfe, han alabado el proyecto, la empresa que lo alquiló y firmó un contrato de subarrendamiento con la SGAE y Banderas, Riofisa, se ha echado atrás porque, según un portavoz, “el 15 de mayo de 2001 venció el contrato por falta de licencia municipal para el teatro” y prefiere ahora ceder la gestión de las instalaciones a una multinacional mexicana especializada en musicales, Corporación Iberoamericana de Entretenimiento (CIE) con la que ya ha cerrado un contrato.
La SGAE ha puesto, como siempre, el grito en el cielo y una denuncia, ya que considera que la inmobiliaria del empresario Mario Losantos pretende “anteponer su espíritu mercantil y especulador, apoyando, además, producciones teatrales foráneas”, aunque resulte irónico que sea precisamente la SGAE la que critique a alguien el “espíritu mercantil”.
El caso es que el futuro del complejo Príncipe Pío está ahora en manos de la justicia, que será la que tenga que pronunciarse ahora al respecto, ya que la SGAE y Banderas han acudido ya a los tribunales. En cuanto al Ayuntamiento de Madrid, Bautista confía en que tras el verano "no medie en el conflicto, pero sí se pronuncie sobre el uso cultural de las instalaciones".