Menú
Luis Herrero Goldáraz

Uniformes

Los uniformes son importantes porque ayudan a la convivencia y facilitan la toma de decisiones.

Uno de los misterios principales del comportamiento humano, me dice un amigo de improviso, viene a ser esa extraña cosa por la cual nos comportamos según corresponde a nuestro uniforme. Me lo dice así, sin venir a cuento, poniendo cara de sociólogo y lanzando una ojeada al resto de la terraza mientras le pega un sorbo a su cerveza. Yo me atraganto, claro, pero le dejo hacer. Mira esa boda de allí, suelta después con aire de aventurero en un safari. Mira, mira, y señala hacia la puerta de una iglesia. Basta que alguno se vista de etiqueta un día para que adquiera automáticamente ademanes de aristócrata. Como yo nunca me he desenvuelto en las altas esferas de la sociedad ni sé cuáles son esos ademanes de los que habla, no tengo más remedio que creerle. Además, tampoco quedan más opciones porque la cosa continúa. Es tal cual, me dice rápido. Tan verdad como que el sol ha salido esta mañana. La gente tiende a hacer lo que se espera de su disfraz. Tanto es así que yo he desarrollado una pequeña teoría y creo haber llegado a demostrar que la única razón por la que todo el mundo llevaba barba hace unos años estuvo directamente relacionada con el aumento de la moda estilo leñador.

Lo que dice me deja intrigado, no tanto por su lógica aplastante como por mi inclinación a llevarle la contraria a todo el mundo antes de hacer mías sus ideas y venderlas como genuinas. ¿Cómo puedes saber que es el disfraz el que hace al hombre y no el hombre al disfraz? le respondo, con gesto de tahúr. Y él se inclina y me susurra, mirando hacia los lados: "Por los políticos". A partir de ahí se arranca y comienza a perorar. Me explica que la pobre gente que vive de los partidos no es libre y que, en realidad, lo más importante a la hora de iniciar cualquier movimiento ciudadano no reside en concretar su ideología sino en desarrollar su estética. ¿Tú te habrías imaginado a Pablo Iglesias defendiendo las políticas de Ayuso? me suelta, para ilustrar su teoría. Y se responde: Claro que no, tenía que serle fiel a la coleta igual que Almeida a los chistes sobre su soltería. De ahí que lo más determinante en esta vida sea la identidad que se escoge al abrir el armario y que los políticos, en consecuencia, se afanen más en etiquetar sus propuestas conforme a lo que se entiende de su atuendo que en desarrollarlas sobre el papel para que todo el mundo las entienda.

Para mi amigo, la explicación de la batalla interminable acerca de la "derogación" de la reforma laboral, por ejemplo, podría resumirse en una discusión entre modistas. A nadie le importa que se avecine una crisis de las gordas, que el precio de la gasolina esté en las nubes o que la palabra desabastecimiento comience a colarse en cada vez más titulares. Más importante es que un Gobierno "progresista" lleve a cabo políticas "progresistas", sean estas lo que sean, y que nadie se atreva a llevarle la contraria a lo que la gente espera de su forma de vestir, no vaya a ser que se desate el caos. Es normal, por otro lado. Bastante complicado es el presente como para no tener un mínimo punto de referencia desde el que catalogar y prejuzgar a quienes tenemos delante. Los uniformes son importantes porque ayudan a la convivencia y facilitan la toma de decisiones. Tanto, que uno se extraña de que esos políticos de los que tanto se preocupa mi amigo malgasten su energía en escoger el traje con el que desfilarán sus propuestas en la prensa y no hagan lo mismo con los votantes. Al fin y al cabo, todo el mundo se debe más o menos a su estilo. Y no sería extraño que ese detalle terminase descubriéndose como el factor diferencial que decanta la balanza de cualquier dubitativo a la hora de escoger la papeleta en los días de elecciones. De ser cierto, vaticino un futuro interesante. Al fin, en vez de pegarnos por las sucesivas leyes educativas, cada cual más absurda que la anterior, podremos ver cómo se apuñalan influencers en los platós a expensas de las pioneras leyes de vestimenta. Tiempo al tiempo. Y lo peor es que ni siquiera esta parida autoritaria parece demasiado disparatada en los tiempos que corren.

En Cultura

    0
    comentarios