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Alicia Delibes

El Real Decreto de enseñanzas mínimas de la ESO: un panfleto peligroso

Para los socialistas, el mérito y el esfuerzo son antivalores educativos. El Real Decreto está redactado con esta jerga indescifrable y soporífera para ocultar su carácter adoctrinador.

Para los socialistas, el mérito y el esfuerzo son antivalores educativos. El Real Decreto está redactado con esta jerga indescifrable y soporífera para ocultar su carácter adoctrinador.
Cordon Press

"El profesor puede enseñar o adoctrinar. Cuando la enseñanza prima sobre el adoctrinamiento, la educación cumple su función principal, en interés de quienes la reciben y en interés de la democracia bien entendida. En cambio, cuando es el adoctrinamiento el que se impone, dicha educación se vuelve nefasta y sustituye la cultura por la impostura." (Jean-François Revel. El conocimiento inútil, 1988)

"Las palabras pueden ser como minúsculas dosis de arsénico: se las traga sin miedo, parece que no hacen ningún efecto y he aquí que después de cierto tiempo se hace sentir su efecto tóxico"(Victor Klemperer. La lengua del Tercer Reich, 1947)

El martes 29 de marzo el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto que establece las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Un texto de más de doscientas páginas, en las que apenas se habla de conocimientos, de lo que los profesores deben enseñar y los alumnos aprender. Un Real Decreto, redactado en un lenguaje incomprensible para el común de los ciudadanos, porque, posiblemente, tiene la intencionalidad de ocultar su carácter adoctrinador.

En todo caso, este Real Decreto deja bastante claro que el modelo de educación socialista, que es el que tenemos los españoles desde 1990, no tiene como principal objetivo elevar el nivel cultural de la sociedad, ni fomentar el pleno desarrollo de las facultades y talentos de los alumnos, ni tampoco facilitar el ascenso social de los individuos. Para la izquierda la escuela es un instrumento para la transformación de la sociedad y una herramienta para imponer su hegemonía cultural.

Tres son las características fundamentales de esta nueva normativa de los estudios de la enseñanza secundaria obligatoria, que en realidad no es tan nueva porque de lo que se trata es de dar una vuelta de tuerca más en el modelo que impera desde 1990: el desinterés por la transmisión de conocimientos, la obsesión igualitaria y la importancia del lenguaje pedagógico.

El desprecio por el saber

La lectura hace veinte años del capítulo "La traición de los profes" del libro El conocimiento inútil escrito por el filósofo francés Jean-François Revel y recientemente reeditado en España, me convenció de algo que hacía tiempo sospechaba pero que ni siquiera en ambientes críticos con la educación socialista, me atrevía a mantener en público. Lo que Revel decía es que la decadencia sufrida por la enseñanza francesa era "consecuencia de una opción deliberada, según la cual la escuela no debe tener por función transmitir conocimientos".

Si ahora cambiamos francesa por española, la frase de Revel, no solo cobraría una actualidad asombrosa, sino que permitiría entender de dónde ha salido este Real Decreto en el que, en más de doscientas páginas, apenas se habla de conocimientos, de enseñar o de aprender, salvo cuando se desarrolla la competencia que para sus autores es clave, la de "aprender a aprender".

Hay dos ejemplos que muestran claramente este desinterés cultural: la sustitución de la Filosofía por unos "Valores éticos y sociales", que es un catecismo de los principios de la izquierda identitaria; y la estructura competencial de los currículos, donde las actitudes pesan más que los conocimientos. "Currículo" es el término, ya aceptado en el mundo de la educación, que impusieron los pedagogos de la LOGSE para designar lo que toda la vida se había llamado "plan de estudios".

El igualitarismo

La igualdad de la que hablan los socialistas no tiene nada que ver con la igualdad de trato y con la igualdad ante la ley. La izquierda igualitarista considera que una función esencial de la escuela es limar las naturales diferencias de inteligencia, por tanto, para esa izquierda, un sistema educativo que permita que se desarrolle plenamente el talento individual es elitista, neoliberal y cómplice de la reproducción de las desigualdades sociales.

En una ocasión, preguntaron al actual Secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, qué entendía él por "equidad" del sistema educativo. A lo que Tiana respondió: "No a la meritocracia antes del bachillerato". Para los socialistas, el mérito y el esfuerzo son antivalores educativos.

De ahí que se prohíban expresamente las menciones honorificas y los premios extraordinarios al finalizar la ESO. Cuando cualquier persona en su sano juicio piensa que es de justicia reconocer el mérito académico de los alumnos que más se esfuerzan, y que es beneficioso, para el alumno y para toda la sociedad, que se estimule el espíritu de superación, hoy relegado casi exclusivamente al mundo del deporte. ¡Qué razón tenía el Jean-François Revel cuando sobre el igualitarismo académico, en el libro ya citado, decía que "la pretendida matriz de la justicia" había parido "la injusticia suprema"!

La neolengua y el "currículo competencial"

Orwell en su libro 1984 explicó maravillosamente el poder del lenguaje a la hora de imponer una forma de pensar en la sociedad. Gramsci, el filósofo y político hoy venerado por los socialistas del siglo XXI, entre los que se encuentra Podemos y posiblemente una parte importante del PSOE, ya había explicado bien en sus escritos desde la cárcel lo importante que era hacerse con el poder sobre la educación para tener el control del pensamiento de los ciudadanos, es decir para ser dueños de la hegemonía ideológica y cultural de la sociedad.

Lo más sorprendente de este Real Decreto es la retórica "neo-lingüística" empleada para desarrollar toda una teoría sobre las competencias que los alumnos deben cultivar, asimilar y adquirir. La Ley Orgánica de Educación (LOE) de 2006, elaborada por el gobierno de Zapatero, recogía las ocho "competencias clave" del Marco de Referencia Europeo, definidas como "aquellas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personales, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo". Según la definición de la OCDE las competencias estarían constituidas por "los conocimientos, habilidades y actitudes" que los alumnos deben adquirir a lo largo de su escolarización. Sin embargo, existía un grupo de dogmáticos "anti conocimientos", que podríamos llamar "pedagogistas", que reclamaban insistentemente un currículo por competencias.

Y digo pedagogistas en vez de pedagogos por respeto a la que considero una gran pedagoga de la historia de la educación en España, Jimena Menéndez Pidal, quizás la última que pensaba, como le escuché decir en una ocasión, que la pedagogía no era una ciencia sino un arte: el arte de enseñar lo que se sabe.

Los pedagogistas no solo exigen que la pedagogía se considere una ciencia (la ciencia de la educación) sino que han hecho de ella una ideología identitaria en el sentido de que pretende enfrentar a dos tipos de profesores: sus seguidores (los buenos) y los que todavía son fieles a su vocación docente (los reaccionarios), que pretenden transmitir lo que saben a sus alumnos.

Si la pedagogía es una ciencia, como pretenden esos pedagogistas, es evidente que precisa una jerga propia, incomprensible para la gente común. Por eso muy pocos serán los que lean este Real Decreto y solo quienes lo han elaborado conocen la verdadera finalidad que esta palabrería esconde.

Este decreto de enseñanzas mínimas que acaba de aprobar el Ministerio de Educación es ese "currículo competencial" que los pedagogistas demandaban.

Todo el currículo se estructura en función de las ocho competencias clave que se deben adquirir y que textualmente son: 1) comunicación lingüística; 2) plurilingüe; 3) matemática y competencia en ciencias, tecnología e ingeniería; 4) digital, 5) personal, social y de aprender a aprender; 6) ciudadana; 7) emprendedora y 8) en conciencia y expresión culturales.

La adquisición de estas competencias clave se ha de evaluar mediante una serie de lo que el decreto llama "Descriptores operativos". Extraigo del texto del Real Decreto un ejemplo para que el lector pueda juzgar con conocimiento de causa: la Competencia personal, social y de aprender a aprender tiene cinco Descriptores operativos. El primero de ellos dice así:

"el alumno o la alumna regula y expresa sus emociones, fortaleciendo el optimismo, la resiliencia, la autoeficacia y la búsqueda de propósito y motivación hacia el aprendizaje, para gestionar los retos y cambios y armonizarlos con sus propios objetivos".

Con esta jerga indescifrable y soporífera se han redactado más de treinta "descriptores". Si George Orwell levantara la cabeza se quedaría estupefacto, ha sido superado con creces por los inventores de la jerga pedagógica.

La adquisición de estas competencias, con sus más de treinta descriptores, debe dar lugar a lo que llaman "Perfil de salida del alumnado" (Anexo I) que, el Real Decreto define así: "El Perfil de salida es único y el mismo para todo el territorio nacional. Es la piedra angular de todo el currículo, la matriz que cohesiona y hacia donde convergen los objetivos de las distintas etapas que constituyen la enseñanza básica". Confieso que no me queda nada claro lo que es el perfil de salida, debe ser algo así como el modelo robot del alumno que termina la educación secundaria obligatoria.

Para seguir comprobando cómo esa neolengua es uno de los ejes de este decreto profundamente totalitario, a pesar de su disfraz pedagogista, es muy significativo observar los currículos de cada materia (Anexo II), que comprenden las competencias específicas, los criterios de evaluación y los saberes básicos que deben estar conectados con los descriptores del Perfil de salida.

La nueva asignatura "Educación en Valores Cívicos y Éticos" (EVCE), como no podía ser de otra manera, presta atención a todas los "ismos" de la ideología identitaria: ecologismo, feminismo, LGTB-ismo, antirracismo, poscolonialismo, multiculturalismo … En definitiva, adoctrinamiento en el "wokismo", que quieren que sea la nueva religión de nuestro tiempo.

En cuanto a la asignatura de Matemáticas, se dice textualmente: "Las líneas principales en la definición de las competencias específicas de matemáticas son la resolución de problemas y las destrezas socioafectivas".

Estas competencias específicas se concretan en unos "saberes básicos", que vienen a ser los conocimientos concretos que los alumnos han de adquirir. A su vez los saberes básicos vienen agrupados en seis bloques que llaman "sentidos". Uno de ellos es el Sentido socioafectivo que, entre otros incluye estos saberes:

  • Creencias, actitudes y emociones. Gestión emocional: emociones que intervienen en el aprendizaje de las matemáticas. Autoconciencia y autorregulación.
  • Inclusión, respeto y diversidad. La contribución de las matemáticas al desarrollo de los distintos ámbitos del conocimiento humano desde una perspectiva de género.

Y así más de doscientas páginas que yo pedirías a las Academias, empezando por las de la Lengua, Ciencias e Historia, que hicieran el esfuerzo de leer. No es posible tanto sinsentido. Los padres creen que sus hijos van al colegio a aprender historia, geografía, matemáticas, lengua,.. Y no es eso lo que les van a enseñar porque a partir de ahora los maestros y profesores estarán obligados a conocer esta jerga impronunciable que no tiene otro objeto que vaciar de contenido todas las disciplinas que tradicionalmente se han enseñado en los centros escolares.

No me cabe duda que los expertos, los funcionarios, los altos cargos de las Administraciones Educativas, los profesores, los políticos de derechas o de izquierdas, todos ellos, querrán hablar en la neolengua competencial que no se entiende porque se ha inventado para que no se entienda. Y cuando todos se acostumbren a hablar sin saber lo que dicen, dejarán de pensar por sí mismos, se convertirán en robots perfectamente manipulables. Entonces ya será imposible recuperar el valor de la instrucción. O acaba este panfleto en la papelera o la ignorancia reinará en la sociedad de mañana.

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