Inger Enkvist, de profesión: predicadora en el desierto. Pero su fe, y más que su fe, no vacila. La investigadora, catedrática emérita de español en Suecia y especialista en sistemas educativos de todo el mundo viaja con frecuencia a nuestro país para participar en conferencias y foros sobre docencia. Ha estado invitada a varias Convenciones del Partido Popular, esos lugares donde todavía se habla, sin partirse de risa, del "rearme ideológico" de la derecha. Haría falta un milagro.
Preguntamos a la también escritora por las pocas diferencias que existen entre las leyes educativas de unos partidos y otros, "eso pasa en muchos países. No es solamente en España. Yo explicaría la situación como que los partidos no socialistas han aceptado el modelo socialista. No han elaborado un modelo propio y eso tiene que ver con algo muy profundo, que es la manera de ver el mundo, de defender otra visión de la persona, de la verdad", contesta.
Va a ser que el individuo tiene vida más allá del Estado, "si vemos a las personas como libres de tomar sus decisiones, de enfrentar el mundo, libres de basarse en la verdad, querrán una educación basada en los conocimientos". Inger insiste durante toda la entrevista en la necesidad de "dar a todos los jóvenes esa mochila de verdad para salir a luchar con la realidad". Pero aquí de lo que se habla es de la mal traída igualdad, le comentamos. "Sí", responde, "se piensa que hay que obligar a los alumnos, a los padres y a la escuela a hacer exactamente lo mismo para que todos entren en la edad adulta de la misma manera. Para mí es cruel porque los jóvenes son diferentes y sus necesidades también".
Con los nuevos currículos de Primaria y Secundaria del Gobierno de PSOE y Podemos la educación, herida de muerte, deja aparcado el conocimiento y se lanza en plancha a la ideología. Los sacerdotes woke con su homilía. Tras el pataleo de los disidentes, intelectuales ya de vuelta y unos pocos maestros, analizamos el futuro que ya está aquí.
La igualdad: mal de muchos consuelo de tontos.
Inger Enkvist: "En los países occidentales hemos seguido desde hace décadas un modelo progresista más enfocado hacia la igualdad que, por otro lado, tampoco ha logrado lo que se propone. Obligar a los alumnos, a las escuelas y a los profesores a hacer ciertas cosas lleva a unos conocimientos más bajos, a menos libertad y también a menos igualdad. El problema de la igualdad es medirla exactamente porque siempre nos podemos preguntar, ¿igualdad en qué condiciones económicas y sociales? ¿La igualdad económica es la igualdad en bienestar psicológico? Es difícil captar exactamente qué queremos decir con ello".
Hablemos de diversidad en serio. La realidad en las aulas.
I. E.: "Podríamos decir que hay tres grupos de alumnos: los que van a continuar con una formación universitaria, necesitan conocimientos y buenas costumbres de estudio; otro grupo, en el medio, el de las futuras enfermeras, policías, funcionarios de medio nivel necesitan unos conocimientos de base y una formación específica. Y luego están los que no van a estudiar mucho pero necesitan una formación profesional de conocimientos generales para funcionar como personas y ciudadanos. Sus conocimientos, sus necesidades, lo que les interesa aprender es diferente. Pero si las autoridades deciden no hacer ninguna diferencia entre los tres grupos esto no puede terminar bien porque no es lo que necesita ninguno de los grupos. Ahí estamos en un tira y afloja entre las necesidades de los alumnos, que son diferentes, y una voluntad del Estado de imponer lo mismo: por la igualdad, por lo socialmente justo, etc. Y no hay manera de resolverlo porque no se basa en la realidad".
¿Dónde están las mareas verdes de profesores protestando contra unas reformas que atentan contra el futuro del alumno y falta el respeto a su profesión?
I. E.: "Cuando las autoridades que deberían proteger y promover la educación destruyen el lazo entre profesor y alumno no saben lo que hacen. El alumno necesita confiar en el conocimiento del profesor y en su constancia, que va a estar allí y a decir lo mismo una semana tras otra. El profesor sabe lo que contiene el curso y lo que el alumno va a necesitar más adelante. Si no existe esa confianza en el conocimiento, en la imparcialidad y en la objetividad, en que el profesor diga la verdad, no puede funcionar la educación. Estamos en otra cosa, nos acercamos a la educación como un tipo de servicio de guardería. La sociedad no sabe qué hacer con los jóvenes y los aparca durante unos años de su juventud para rescatarlos más tarde, cuando sirvan para algo. Es negativo para todos y ningún adulto va a querer ser profesor en un sistema así, porque es degradante y humillante para el adulto estar así, como alguien que simplemente hace lo que han dicho las autoridades".
Los sindicatos, mayoritariamente de izquierdas, tampoco van a salir a protestar contra un gobierno social-comunista.
I. E.: "Sí, esto es muy curioso porque si miramos los diferentes países occidentales, los sindicatos obreros ya no tienen la influencia que tenían en su momento y los fuertes son los sindicatos del área pública. Es curioso porque los que realmente pagan a estos sindicatos son los contribuyentes y ahora que se trata de educar a los hijos de los contribuyentes los sindicatos tienen su agenda propia. Es el mundo al revés. Hubo una época en que eran importantes y tenían un papel claro y positivo en la educación. Ya no, ya no".
Se presentan como defensores de los profesores pero se han convertido en un tipo de tiranos muy negativos para la escuela, para la vida pública. El país más típico a este respecto es Estados Unidos. Tiene unos sindicatos docentes muy, muy fuertes que, por ejemplo, impidieron que las escuelas volvieran a abrir después de lo más difícil de la pandemia. Y eso va directamente contra el aprendizaje, contra lo que necesitan los padres y contra lo que está bien para la sociedad. ¡Defienden a sus profesores contra el contagio! Sí, es fuerte y muy negativo".
La educación refleja los valores y las modas políticas actuales. Del relativismo a la posverdad.
I. E.: "Tanto en la organización de la escuela como en los contenidos mismos hay un relativismo. Y ahí ha sido negativo el bienestar de los países occidentales porque nos ha ido relativamente bien y no hemos sentido la necesidad de cuestionar los fundamentos de nuestra manera de actuar en el mundo público. Hay una manipulación de las palabras. Todos los países hablan de la sociedad del conocimiento, de la tecnología, de un futuro diferente, de la necesidad de saber adaptarnos pero después no les interesa sacar conclusiones de lo que dicen y tienen delante de sus ojos y vuelven a sus ideologías de antes".
La última reforma está barnizada de la ideología queer que, entre otras cosas, afirma que el sexo no se observa sino que se asigna al nacer.
I. E.: "Eso tiene efectos negativos tanto en lo abstracto como en lo práctico. En lo práctico es tan absurdo que hasta un alumno de vamos a poner diez años ve perfectamente que esto no es así. Si un profesor o una maestra predica socavará el respeto del alumno por la maestra o por el profesor. Los niños saben que la escuela transmite más ideología que conocimientos y les enseña a ser cínicos al contestar lo que la maestra quiere oír y no lo que realmente piensan. Y le aseguro que he visto muchos ejemplos también en mi propio país. Un chico de diez años sabe lo que conviene decir. Es el colmo, es un tipo de totalitarismo. ¿Queremos en un país democrático enseñar esto a nuestros jóvenes? Va en contra de lo que realmente pensamos". Negar lo que todos vemos es puro totalitarismo. Es muy conocida la famosa novela de Orwell, 1984. En un país totalitario tienes que negar lo que ves como una evidencia para ser leal al régimen y para que el régimen se fíe de ti. Negar lo que tenemos delante de los ojos, es lo que se impone ahora".
¿Cuando escuchas que la educación española va a ser menos memorística, qué piensas?
I. E.: "Que están muy equivocados y no siguen ni las investigaciones ni el sentido común. Es ideología, otra vez ideología. En mi propio país ya se empezó con esto por los años 60 y tenemos amplias evidencias de neurociencia de que no puede ser. Es que para pensar necesitamos conocimientos, necesitamos memorizar, tener en la memoria de largo plazo un montón de conocimientos de todo tipo. En el momento en que debemos tomar una decisión o concluir algo usamos tanto lo que ya sabemos de antes como los elementos de la nueva situación. Y cuanto más tienes almacenado en tu cerebro mejor podrás entender la nueva situación. Es decir, que la enseñanza no vaya a ser memorística es por una orden de arriba de bajar el nivel de conocimiento, el nivel cultural, el nivel intelectual de un país. Se equivocan totalmente".
"Democratizar la enseñanza", una expresión que utilizan mucho los gobiernos progresistas.
I. E.: "Sí, y curiosamente es lo contrario de lo que suelen pensar. Lo más democrático es tener magníficos profesores. Si tienes un muy buen profesor, con un excelente vocabulario, con muchos conocimientos y un entusiasmo por el conocimiento y, además, va sin más órdenes organizará el aula de tal manera que se aproveche mucho el tiempo y hará que la enseñanza sea atractiva.
En nombre de la democracia se acepta que algunos alumnos molesten a los demás y se destruye esa idea de la enseñanza democrática. Se hace al revés por desconocer lo que es la educación.
Como sabemos la palabra "democracia" se utiliza para cualquier cosa, es como un refuerzo positivo y no es más que una manera de cambiar de gobierno sin llegar a una guerra, lo que no tiene absolutamente nada que ver con la situación en el aula. Quieren utilizar la escuela para otra cosa que el conocimiento y la educación y lo esconden tras la palabra democracia. Quizá los que hablan mucho de democracia no tienen mucho interés por el conocimiento".
¿Cómo se estimula a un alumno? ¿Dejando que nadie suspenda?
I. E.: "No, es una equivocación. El alumno perezoso no debería poder escapar. Hay que apretarle un poquito. Eso sí, hay alumnos que realmente no pueden con lo que ofrece el currículo y para ellos debería haber otro itinerario o la posibilidad de elegir otra asignatura, algo que esté a su alcance. Por ejemplo, matemáticas o inglés pueden ser dos materias un poco difíciles pero si se ofreciera la posibilidad de examinarse en un inglés o unas matemáticas menos exigentes quizá ese alumno podría terminar su escuela obligatoria con una nota. Pero no la misma. ¿Ha hecho lo mismo? No. Y queda constancia de que no llegó pero terminó su trabajo.
El problema con los suspensos viene de otro problema: imponer lo mismo en todos los alumnos. Y ahí el problema no está en el suspenso, sino en el modelo de escuela".
"China educa a los futuros directivos europeos", te he escuchado en alguna ocasión.
I. E.: "Hay que tomar nota de lo que están haciendo, porque son los rivales de Occidente y no nos quieren bien, no están para cooperar sino para competir y vencernos. Hacen varias cosas que son muy interesantes: educar a los profesores dentro de los colegios y así los profesores aprenden de manera práctica de sus colegas. Otra cosa es que se enseña lo que está en los libros de texto. Los alumnos aprenden cosas que son coherentes. Puede sonar un poco aburrido pero funciona muy bien. Y, además, son serios en lo que proponen. Si el currículo de matemáticas, el del cuarto año, contiene esto y lo otro pues es lo que se enseña. Sí, el modelo es aburrido pero en quinto deben saber lo que se ha aprendido en cuarto y es tarea del alumno tener esos conocimientos.
Pero nosotros en Occidente solemos pensar que el profesor mágicamente podría dar cualquier tipo de conocimiento en cualquier momento, como apoyo, algo simbólico. No somos serios.
Lo que aprende el alumno es por su esfuerzo y su responsabilidad. El libro de texto puede ser más o menos claro, más o menos sistemático, pero finalmente es el alumno mismo el que tiene que sentarte y entender y, en esto, hay más seriedad en China. Pero también, se comenta muy poco en Occidente, que no todos los alumnos chinos son tan brillantes, algunos van a escuelas un poco de segunda categoría, tercera categoría y se vuelcan más hacia la enseñanza profesional".
¿Qué modelo propones?
I. E.: "Yo diría que primero lo que le corresponde al Estado sería organizar la escuela obligatoria de tal manera que pudiera haber posibilidades para todo tipo de alumnos. Con un currículum mínimo, minimalista.
Después, las escuelas pueden tener diferentes perfiles, también la escuela obligatoria y estatal pagada con dinero público. Puede tener un perfil más práctico, un perfil de deporte, un perfil elitista, muy intelectual… Los padres y alumnos podrían solicitar ingreso y la escuela aceptar libremente a los alumnos. Hay muchos tipos de educación y todo se puede hacer bien y para corresponder a lo que necesitan los diferentes alumnos, pero no a la vez y en la misma aula, hay está la dificultad.
Debe haber también un tipo de reválida después de la educación obligatoria porque si no ni el alumno ni los padres ni la escuela ni otras escuelas ni las empresas saben exactamente lo que han estudiado ni lo que saben. Más libertad pero también control, las dos cosas.
Y para los profesores subir el nivel, el listón para entrar en la formación docente. Deben tener muy buenos conocimientos generales y en de la asignatura que deben enseñar. Después aprender de otros colegas. Disminuir la parte de pedagogía teórica y aumentar la práctica. Esto no cuesta más, no es invertir más, es simplemente confiar en la persona y organizarlo de otro modo".
Inger Enkvist pone de ejemplo a Estonia, un país al que imitar, "hay libertad bajo responsabilidad", asegura, "les va estupendamente e invierten como el promedio de los países de la OCDE."