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Zoé Valdés

La educación es el puntillazo decisivo

Me preguntó si yo quería ser hija de Dios o de Fidel. Yo sólo miré temblando a mi abuela.

Me preguntó si yo quería ser hija de Dios o de Fidel. Yo sólo miré temblando a mi abuela.
Niño sentado en un muro en La Habana (Cuba). | Gerardo Luna/NOTIMEX/dpa

Empiezan por la cultura, doblegan a los artistas mediante prebendas, haciéndoles creer que sin subvenciones no podrían hacer nada creativo ni fabuloso en sus carreras; les incitan a pensar que sin la interdependencia no debieran ni existir, ni sus obras tendrían valor alguno.

Continúan enseguida con la prensa, haciendo exactamente lo mismo, comprándola y desapareciéndola por asfixia, prohibiéndola. Expulsan de las páginas de los periódicos a los mejores periodistas con la anuencia de los timoratos directores, contratan como sustitutos a los mediocres que les alabarán hasta lamerles las botas y más para arriba y por detrás, si fuera necesario.

Entonces, de ahí saltan sin vacilaciones a la educación, el golpe definitivo antes del decisivo final, que es implementar el adoctrinamiento mediante la prédica de una ideología que no puede ir sola, sin el acompañamiento del recurso macizo y firme del control sexual.

Los libros, sólo en el idioma convenido por ellos; el contenido, sólo con alabanzas a ellos y a su política. En Cuba nos enseñaron a leer usando el alfabeto como herramienta de penetración ideológica: A como armas, B como batalla, C como comunismo o Castro, D como desfile o deberNo pararon hasta formatearnos los sesos y las entrañas. Nos estrujaron y extrajeron el alma con sus garras, de un tirón.

Nuestros cuerpos dejaron de pertenecernos para ponerlos al servicio de su revolución socialcomunista. Unas veces esforzándonos esclavizados en el campo, otras veces siendo violadas por ellos en esas mismas nauseabundas escuelas en el campo o al campo, siendo adolescentes. Ellos, los machistas leninistas de turno, podían manosearnos y hasta matarnos si se lo proponían… Hasta secuestraban y enviaban a jovencitas como ofrendas lujuriosas a militarotes amigos del régimen.

Sin embargo, la prostitución fue formal y legalmente prohibida. Las prostitutas debieron convertirse de manera obligada en milicianas; a las más rebeldes las enviaron a la Unión Soviética, a que los rusos, los bolos, las formaran o malformaran como maestras makarenkas, por Antón Semiónovich Makárenko. En seis meses regresaban muertas de terror por lo que habían visto, algunas embarazadas por los técnicos y asesores militares soviéticos, que de inmediato se desentendían de ellas y de sus futuros vástagos, ahí empezaron los abortos masivos y por la libre. La prostitución fue prohibida, como oficio más antiguo del mundo, pero se transformó en escala social para trepar los peldaños del oportunismo revolucionario.

En las escuelas prohibieron hablar de religión. Los católicos y religiosos de cualquier orden fuimos perseguidos, apedreados, violentados. Recuerdo un domingo en que salía de la iglesia del Espíritu Santo de la mano de mi abuela, nos llovieron piedras y palos. Yo tenía siete años y en poco tiempo debían iniciarme como pionera comunista, de manera obligada también.

El día de la iniciación, en una ceremonia llena de consignas e himnos social-comunistas, me apartaron de la fila del resto de los niños, a mí y a otros, esos eran Testigos de Jehová, yo católica. El director de la escuela, Jesús Escandell Rey, amigo de Julio Antonio Mella, comunista cubano asesinado en México, me preguntó si yo quería ser hija de Dios o de Fidel. Yo sólo miré temblando a mi abuela, que con los dedos me hizo un signo como de victoria o no sabía yo de qué… Respondí, interpretando mal el gesto, que de los dos… El director del colegio sonrió con perversidad, me anudó la pañoleta al cuello, un trapajo que empezó siendo azul y blanco y terminó por ser rojo, idéntica a la de los pioneros soviéticos.

En la escuela debíamos informar sobre lo que nuestra familia hablaba en casa, si las conversaciones giraban en torno a la política debíamos informar a los maestros si creíamos que nuestros padres o abuelos eran "desafectos" al sistema. Las tragedias comenzaron a devenir numerosas, hasta sumarse todas en una larga tragedia que después de 63 años de tiranía continúa ejerciendo mano de hierro en mi país. Les puedo asegurar que del trauma nadie se libera jamás, nunca, pues sólo se consiguen seres humanos retardados, que no alcanzan a pensar de manera libre por sí mismos, ni hablar y articular correcta y adecuadamente. Sí, con el tiempo se puede corregir, pero a veces tarda toda una vida.

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