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Prostitutas en pie de guerra contra el PSOE: "Nadie nos está obligando. Vais a mandar a España a la mierda"

PSOE y PP no se ponen de acuerdo en nada pero sí, mire usted por donde, en acordar la aprobación de una futura ley prohibicionista de la prostitución.

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El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

PSOE y PP no se ponen de acuerdo en nada pero sí, mire usted por donde, en acordar la aprobación de una futura ley prohibicionista de la prostitución.

El pasado día 22 de Junio, un elevado número de prostitutas se concentró en la sede del PSOE en Madrid para denunciar lo que consideran una agresión injustificada contra sus derechos como trabajadoras: la ley abolicionista que se ha cosechado y será aprobada, si nada lo remedia, después de verano.

Hasta allí me acerqué con una cámara, dispuesto a lanzar muchas preguntas y escuchar atentamente todas las respuestas, para sorpresa de más de una. Algunas de aquellas que tuve oportunidad de grabar entre pitidos, música y gritos de júbilo (se respiraba en el ambiente un gran entusiasmo en la batalla de sus derechos) forman parte de una segunda entrega de notas para un documental.

En el vídeo que acompaña a esta noticia podrán escuchar a algunas de las profesionales que se manifestaron en la calle Ferraz. Afirman que nadie les "está obligando", que "la chica que no lo quiera hacer no lo hace" o que "no nos han venido a preguntar si estoy feliz o no". Aseguran que "los dueños de los clubes no obligan a nadie, eso es todo mentira". Lanzan al PSOE el mensaje, "vais a mandar a España a la mierda con este tema". Se reivindican como "parte de esta sociedad" porque "hacen un trabajo social y espritual". Se definen como "mujeres medicina para muchos hombres e incluso para mujeres". Piden su legalización.

También les prometí una explicación acerca del porqué de mi interés en este tema en particular. Siendo que mi voluntad de grabarlas y el origen del problema están íntimamente relacionados, ahí van mis apuntes al respecto:

En 2018 estrené mi largometraje Diana en la sección Zona cine del Festival de Málaga. Aunque la película trataba en realidad otros temas, lo que más trascendió en prensa fue el hecho de que su protagonista (magistralmente interpretada por Ana Rujas) fuera una escort española, joven e independiente, que no mostraba signos de esclavitud, pobreza extrema o arrepentimiento. En suma, Sofía no se comportaba ni se presentaba ante los demás como una víctima.

Mes y medio estuvimos en los cines Renoir proyectando a diario la película y haciendo coloquio tras cada pase. Desde su primera proyección en Málaga hasta el último de esos pases, no faltó jamás algún espectador que lanzara la pregunta entre incrédula y atenazada: "¿Era posible y creíble que una joven educada e inteligente se dedicara por voluntad propia al trabajo sexual?". Al fin y al cabo, la crítica que le había dedicado el diario El país a Diana sentaba dogma al respecto: no, ese planteamiento sólo podía ser tenido por una "fantasía masculina harto cuestionable". Como se puede percibir, para desprestigiar la obra era imprescindible también ridiculizar al autor.

Probablemente el crítico no se hubiera tomado la molestia en entrevistarse con un buen número de escorts independientes como sí lo había hecho yo durante varios años, recopilando notas e incluso extensas grabaciones que luego pude usar como material de trabajo tanto en el guión como en la preparación de los actores. Su texto abrazaba la verdad oficial y eso bastaba para tumbar una obra que, dicho sea de paso una vez más, no tenía la prostitución como tema central.

En contraste, resultaba curioso cómo en estos pases la mayoría de los que no ponían en cuestión el prisma con el que se retrataba a Sofía eran trabajadores sexuales e incluso psicólogos dedicados a la terapia sexual, es decir, personas que sabían de primera mano de lo que estaban hablando. De hecho, durante el tiempo que pude exhibir la película, recibí numerosísimos y aliviados agradecimientos privados de escorts que se me acercaban tanto físicamente como en redes sociales. Por fin existía una película que no las representaba desde la óptica clásica: pobre, esclavizada, débil mental, simple, desvariada, sumisa o perversa, sometida, sedienta de amor, enferma de sida o víctima de un trágico e inevitable final. Sofía era inteligente, compleja, audaz, vibrante, atractiva, energética, decidida, culta, mordaz, ingobernable, con un natural sentido de la justicia. Era una heroína en toda la dimensión de la palabra, una heroína a la que el guión elevaba moralmente por encima de nuestra victoriana sociedad.

Esta sociedad, por su parte, venía representada por el personaje de otra mujer, una periodista que preguntaba a Sofía lo mismo que mis espectadores. ¿El propósito? Malversar la opinión de la puta con ánimo de perpetuar esa imagen morbosa y perturbada, culpabilizadora y oscura que la televisión cultiva sobre el trabajo sexual. Esta secuencia, por cierto, estaba basada en numerosos casos reales que me habían transmitido varias escorts como parte de su frustrante experiencia personal con medios de comunicación.

Todo esto me vino a la mente al conocer que la cuestión vuelve a estar en el centro del debate público (en realidad, nunca dejó de estarlo, va y viene como todo gran tema que concierne a la libertad, la opresión y la moral) pero con una gravedad no conocida en nuestro país hasta la fecha: PSOE y PP no se ponen de acuerdo en nada pero sí, mire usted por donde, en acordar la aprobación de una futura ley prohibicionista de la prostitución. Una ley severa, hipócrita y cobarde que dice no lesionar a la prostituta pero que, sin embargo, criminaliza penalmente todo lo que forma parte de su círculo económico: desde el propio cliente hasta la web de anuncios donde puede publicitarse pasando por cualquier persona que le alquile un piso donde trabajar o la empresa que provea la estructura donde ejercer.

El pilar del discurso que justifica este torpedo a la razón es el mismo que provocaba agresividad contra Diana: la prostitución no puede ser un acto voluntario, siempre conlleva esclavitud ergo será un logro social eliminarla de la faz de la tierra vía legislación. Por lo tanto, a la prostituta hay que humillarla negándole incluso su condición de trabajadora: es víctima y sanseacabó. Todo aquello que muestre una imagen sana de la escort ha de ser condenado como "fantasía masculina" porque es inconcebible que una mujer pueda hacer uso de su sexualidad fuera de la pareja, en modo alguno como medio para obtener un beneficio ¿No perciben cierto rumor Vaticano? ¿No les llega el aroma autoritario moral?

Durante años se han encargado de calentar el escenario para no encontrar resistencia social a sus pretensiones, de ahí el bombardeo sistemático de toda suerte de titulares que arrojaban datos obtenidos sin ningún rigor científico, cuando no directamente falsos: desde que el 50% de las prostitutas son menores forzadas a que el 80% de las que ejercen en España son esclavas. Todo ello en un tono apocalíptico que no permite al lector u oyente lugar a expresar sus razonables dudas, porque el que duda no es que se salga de la foto, es que corre el riesgo de ser acusado de estar nada menos que a favor de violar mujeres o cuando menos, ser colaborador necesario de un crimen.

Y por supuesto, nunca jamás, se consulta o da voz a las propias prostitutas. De entre ellas, se huye como del demonio muy especialmente de las escorts, testimonios vivos de la realidad que se quiere sepultar. Adviertan ustedes que nunca son mencionadas en esos preocupados debates sobre la dantesca realidad de esclavitud que sucede ante nuestro culpables ojos cada día en España. Las putas siempre son otras: sólo las emigrantes y sólo si proceden de una situación económicamente frágil, sólo las que fueron engañadas y explotadas.

Por eso, ante la aprobación de una ley que se tilda de histórica, qué menos que ofrecer a la población un debate público sereno en el que quepan todas las ópticas y se recurra a datos certeros. Parece conveniente dar voz a TODAS: independientes de pisos o clubs, extranjeras o nacionales... Dar voz sin filtro a personas que no saben cómo hacer llegar su voz a la población, saltándose ese muro inquebrantable que representan los medios de comunicación, el BOE y el Santo ejército de liberación 3.0 en el que se ha constituido el PSOE y sus inesperados esbirros de la gaviota.

Escuchen y juzguen ustedes, debatan. No permitan que les roben con tanta facilidad su juicio crítico.

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