
Mario Vargas Llosa dejó este mundo hace apenas tres días. Se ha ido uno de los grandes, un valedor de la libertad, una persona enamorada de la sociedad abierta y quizás el literato más comprometido con la defensa de la democracia liberal. La obra de Mario Vargas Llosa va más allá de La fiesta del Chivo. Su trabajo ha transitado por los vericuetos del poder, siendo consciente de los peligros que este representa. La novela de dictador, ese género tan iberoamericano y apasionante, ha sido para nuestro escritor terreno conocido, espacio afamado en el cuál denunciar los abusos que a lo largo de la historia han cometido aquellos que, obsesionados por el poder, han intentado concentrarlo, imponiendo su criterio moral a través de la fuerza.
Hay que ir más allá y sumergirnos en La guerra del fin del mundo, El sueño del celta, Conversación en la catedral o Tiempos recios. En el trabajo de Mario Vargas Llosa se denuncia al autoritarismo como forma política, pero también se ataca al fanatismo, al individuo dogmático sin capacidad crítica, al borrego que se deja llevar y colabora activa o pasivamente con el poder. Hablar de don Mario es hablar de un liberal forjado a base de trabajo. Una persona que a fuerza de leer, estudiar y meditar confinado consigo mismo, descubrió el valor de la libertad. Hablamos de un intelectual, no solo de un escritor. Alguien que estuvo dispuesto a ingresar en el barro y participar de la batalla de las ideas. También, del articulista y del ensayista. Un activista en favor del individualismo, de los mercados abiertos, de la democracia liberal y del pluralismo.

Para conocer al escritor y su viaje intelectual y político, es obligado el encuentro con El pez en el agua, Contra viento y marea o La llamada de la tribu, trabajo magistral en el que se analiza la vida y obra de aquellos que le hicieron ser lo que fue: Un amante de la libertad.
Y es que para Mario Vargas Llosa la libertad era solamente una. En ese sentido, el intelectual hispano-peruano seguía la visión que Friedrich August von Hayek -otro premio Nobel- expresó en trabajos como Los Fundamentos de la Libertad o Derecho, Legislación y Libertad. La libertad no se adjetiva. La libertad es una. Se trata de una cuestión de grado y no de clasificación. En las sociedades hay más o menos libertad. Es por esto, porque en esencia es grado, que Mario Vargas Llosa amaba la democracia liberal, considerando esta forma política la mejor que ha existido en la historia de la humanidad. Y es asociada a esta forma política, que nuestro autor apoyó sin cortapisas una sociedad basada en el Estado de Derecho, en el Imperio de la Ley y en el activismo cívico.
Mario Vargas Llosa fue un espíritu libre, una persona que ponía en valor la propiedad como instrumento emancipatorio y de progreso. Por todo ello y en su momento, ya hace más de una década, en el año 2012, Mario Vargas Llosa recibió el Premio Juan de Mariana a toda una vida en defensa de la libertad.
Nada más. Gracias por todo, don Mario. Gracias por su arte, por su compromiso y su forma de ser, por amar la libertad y defenderla hasta el último día de su vida. Descanse en paz.