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El Thyssen, a la conquista del Lejano Oeste con una exposición "asombrosa"

La muestra, que arranca este lunes y concluye el próximo 7 de febrero, cuenta con 86 obras en catálogo "más un gran número de objetos".

La muestra, que arranca este lunes y concluye el próximo 7 de febrero, cuenta con 86 obras en catálogo "más un gran número de objetos".
La ilusión del Far West

Los antecesores naturales de los museos, tal y como los conocemos en la actualidad, eran los cuartos de maravillasWunderkammern, en Alemania-, galerías que, en los siglos XVI y XVII, mezclaban objetos creados o modificados por el hombre con plantas, animales disecados o instrumentos científicos.

Con ese espíritu ha sido presentada este lunes, en el Museo Thyssen-Bornemisza, La ilusión del Lejano Oeste, una muestra que, a través de óleos, fotografías y esculturas, amén de vestidos, pieles, revólveres o, incluso, una cabeza de bisonte, explora los orígenes artísticos del mito romántico del Far West. La exposición, que arranca este lunes y concluye el próximo 7 de febrero, cuenta con 86 obras en catálogo "más un gran número de objetos".

El director artístico del Thyssen, Guillermo Solana, se ha referido a las Wunderkammern a la hora de describir la exposición. En su opinión, los museos se han vuelto "demasiado lisos" y, con esta muestra, se intenta "recuperar el asombro", "refrescar". El comisario de la exposición, Miguel Ángel Blanco, describió la muestra, destacando que "los artistas se enfrentaban a un territorio virgen, por descubrir". También intervino la baronesa, Tita Cervera, quien recordó la afición del difunto Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza profesaba por la literatura, el cine y el arte sobre el Oeste.

La ilusión del Lejano Oeste arranca con el toque español de los mapas del Misisipi o Sierra Gorda, o con el dibujo de un bisonte firmado por el sargento mayor Vicente de Zaldívar en la provincia de Nuevo México, en 1598. Abundan los paisajes de Henry Lewis, George Catlin o Albert Bierstadt, así como las fotografías de Watkins y Jackson, hermosas imágenes que, en la segunda mitad del XIX, tanto contribuyeron a la génesis de los parques nacionales y, en definitiva, a la conservación de la naturaleza.

Bodmer y Catlin

Los artistas más destacados de la muestra son Karl Bodmer y el ya citado George Catlin. El primero llegó a EEUU en 1832 acompañando al príncipe alemán Maximilian zu Wied-Neuwied. La exposición cuenta con un notable número de grabados de este artista suizo que recogen caracteres y/o costumbres de los nativos americanos, como Estructura funeraria para un jefe siux, Danza del búfalo de los indios mandan o Mató-Tope. Ataviado con sus atributos bélicos.

Por su parte, George Catlin, abogado que derivó en historiador y en artista, visitó 48 tribus y pintó 310 retratos al óleo –además de 200 escenas ceremoniales, de juegos, danzas…-. Algunos de ellos se dan cita en el Thyssen, como Jefe Caballo gran jefe pawnee, Danzante Veloz, guerrero u Hombre medicina realizando sus rituales sobre un moribundo.

Muñecos, armas o vestidos

En la sala llamada "Efigies y ceremonias" encontramos retratos fotográficos de jefes indios como Toro Sentado, Joseph o Gerónimo, destacando las imágenes tomadas por Edward S. Curtis. La idea: recoger el tópico cultural del "noble salvaje, el asesino inclemente, el guía amigo, la raza trágicamente desaparecida". También se expone una interesante miscelánea de objetos que cuenta, por ejemplo, con un vestido lakota, una maza komanche o una pipa sioux.

En "Indios y vaqueros", la exposición se detiene en la cultura pop del Lejano Oeste, y nos topamos con carteles de películas, muñecos o revólveres. La muestra finaliza con trece libros-caja de Miguel Ángel Blanco, que forman parte de su Biblioteca del Bosque, "un proyecto escultórico que recrea experiencias y visiones, expresadas en dibujos, imágenes y composiciones con materiales de la naturaleza".

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