La fuente de la gracia, la única pintura del entorno de Jan Van Eyck que posee el Museo del Prado y también una de las más relevantes de sus colecciones, vuelve a brillar y a hacer honor a su título tras la restauración no solo material y la investigación acometidas en torno a esta tabla de enigmático origen.
"Estamos muy contentos, porque ahora sabemos mucho más, como que solo estando muy vinculada al taller de Jan Van Eyck se pudo crear una obra como esta", ha subrayado el técnico de conservación José Juan Pérez Preciado, comisario de la muestra que estará abierta al público hasta el 27 de enero de 2019.
La primera documentación conocida referida a La fuente de la gracia la sitúa como un regalo de Enrique IV al monasterio jerónimo de Santa María del Parral (Segovia) antes de 1454.
Allí fue descubierta hace 200 años y rápidamente se vinculó a la figura del célebre pintor flamenco y al políptico que realizara junto a su hermano Hubert para la catedral de San Bavón de Gante, pero las numerosas dudas que la rodean, especialmente cómo llegó a España o que pudiera no ser una obra pintada directamente por el maestro, hicieron que perdiera interés paulatinamente.
La constatación ahora de la autoría "intelectual" de Jan Van Eyck es "la gran aportación" de la investigación emprendida en torno a la pintura, pero no la única. Por ejemplo, por análisis químicos se ha podido demostrar asimismo que en efecto se realizó en Flandes y que se trata de una obra "ex novo", no de una copia.
En su opinión, La fuente de la gloria, "una obra que fascinó desde su reaparición" en el siglo XIX, puede considerarse"uno de los grandes referentes de la pintura neerlandesa", lo que "hizo que la presencia de España en el conocimiento de este arte fuera mucho más apreciado".
15 meses de trabajo
Según ha explicado Enrique Quintana, coordinador jefe de Restauración de Pintura del Prado, los quince meses de trabajo no consecutivos emprendidos en 2015 se han centrado sobre todo en recuperar la "riqueza" de la pintura, ya que la estructura de madera de roble se encontraba en "muy buen estado" y se decidió no tocarla.
La eliminación de capas de barniz oxidado que ocultaban algunos espacios y que daban al cuadro un tono pardo han dado paso a unos colores brillantes "muy bien conservados", especialmente llamativos en el caso de los verdes que, como ha destacado el experto, normalmente son los más sufridos por las alteraciones químicas que induce el paso del tiempo.
"Ahora parece recién pintada", se han felicitado los responsables del Prado por el aspecto que luce La fuente de la gracia, la cual, al término de la muestra de la que es protagonista, "será colgada en un lugar más preeminente" del museo.