Diego de Velázquez se trasladó desde su Sevilla natal a Madrid cuando tenía 24 años y entró a servir al rey hasta su muerte en 1660. Su obra enriqueció las Colecciones Reales y fueron el germen del Museo del Prado,donde hoy se custodia siendo uno de los principales reclamos de la institución que, por cierto, le dedica una de sus puertas. La política de préstamos de estas telas es bastante restrictiva, pero un acuerdo alcanzado entre la pinacoteca madrileña y CaixaForum Barcelona ha permitido exhibir de forma temporal hasta siete obras del maestro sevillano en la Ciudad Condal en la que es la primera muestra que Barcelona le dedica a Velázquez.
Desde el 16 de noviembre, se pueden en ver en Barcelona obras maestras como Marte, Adoración de los Reyes Magos, El príncipe Baltasar Carlos, a caballo o Felipe IV. La exposición se completa con telas de los artistas que más influencia ejercieron sobre el sevillano, como son Rubens o Tiziano, para entender mejor su originalidad como narrador. Al primero lo conoció durante la estancia de éste en Madrid. Velázquez fue testigo de primera mano de su técnica en la realización de retratos reales y admiró su trabajo. Al segundo lo estudió en un viaje a Italia junto a una comisión del rey, donde tuvo la oportunidad de contemplar las obras maestras de las colecciones reales con especial atención sobre los Tizianos.
La exposición "Velázquez y el Siglo de Oro", comisariada por Javier Portús, jefe de departamento de Pintura Española (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado, está compuesta por sesenta y un cuadros, con más de veinte obras realizadas por artistas italianos, flamencos o franceses, entre los que figuran Tiziano, Rubens, Luca Giordano o Jan Brueghel; y una treintena de españoles, como Ribera, Zurbarán, Murillo y Alonso Cano. Componen un excepcional reflejo del apogeo de la cultura española a través de la pintura y de la ruptura de la barrera de las escuelas nacionales.
