Velázquez es muy español y Rembrandt es muy holandés. Esto se ha dicho desde siempre con una clara intención. La Guerra de los Ochenta años que condujo a la independencia de los Países Bajos en el siglo XVII alimentó la tendencia a resaltar la singularidad de ambas naciones, colocándole la etiqueta de "patrio" a cualquiera aspecto que ayudase a la causa. El relato tradicional ha buscado subrayar las diferencias entre España y Holanda, insistiendo en obviar las similitudes. Pero, inevitablemente, "la pintura holandesa comparte rasgos fundamentales con la realizada en las tierras de la monarquía de la que se independizó". Precisamente, con el objetivo de acabar con este "prejuicio nacionalista" nace la exposición que inaugura el día 25 de junio el Museo del Prado.
"El nacionalismo ha contaminado el relato de la historia del arte. Ni Velázquez, ni Vermeer, ni otros pintores de la época expresaron en su arte la esencia de sus naciones, como se ha afirmado frecuentemente, sino unos ideales estéticos que compartían con una comunidad supranacional de artistas", aseguró Alejandro Vergara, comisario de la exposición Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines. "Hay sensibilidades muy parecidas en pintores que no se conocieron, lo que confirma que compartían una misma cultura europea, unas ideas y unos planteamientos compartidos por toda la comunidad paneuropea de artistas", agregó durante la presentación de la muestra.
El Prado reúne pintura holandesa y española de finales del siglo XVI y del siglo XVII en colaboración con el Rijksmuseum de Ámsterdam y busca confrontar los mitos históricos y las realidades artísticas de ambos ámbitos a través de Velázquez, Rembrandt, Ribera, Frans Hals o Vermeer. "No se trata de cambiar el relato tradicional por completo, sino, al menos, ponerlo en cuestión", insistió Vergara. En total, se exponen 72 obras de 15 prestadores.
A pesar de que la pintura española y holandesa se ha interpretado como contrapuesta, El Prado organiza la muestra en cuestión por sus afinidades. Por ejemplo, en la forma de vestir. "Tanto en los cuadros holandeses como españoles vemos a personajes vestidas de una forma muy similar: de negro", explicó el comisario. Este aspecto es una clara herencia de los Duques de Borgoña. Carlos V y especialmente Felipe II pusieron de moda el negro en la corte con un revolucionario tinte venido directamente de América, el palo campeche. Los holandeses también se enamoraron de su elegancia.
Pero no solo los personajes vestían parecido, sino que posaban en posiciones casi idénticas y sus gestos son igualmente comparables. "El recurso de colocar a los personajes del cuadro como si se interrumpiese la acción es consecuencia de pensar lo mismo en lugares diferentes". El visitante podrá comprobarlo por sí mismo deteniéndose frente a Los oficiales del gremio de pañeros, de Rembrand, y Cuatro figuras en un escalón, de Murillo.
Otra de las cuestiones que acercan ambos países desde el punto de vista artístico es esa tendencia hacia el realismo como alternativa al idealismo renacentista, que pervivió de manera especial en España y Holanda frente al resto de Europa. Lo mismo ocurre con la técnica descrita como "pintar a golpe de pinceles groseros", que perduró en ambas naciones más que en otros centros artísticos del resto del continente.
Ficha:
Lugar: Museo del Prado, Madrid.
Nombre: Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines
Comisario: Alejandro Vergara
Número de obras: 72
Fecha: Del 25 de junio al 29 de septiembre