
Isabella Stewart Gardner (Nueva York, 1840-1924) fue una de las coleccionista de arte, filántropa y mecenas más destacadas de Estados Unidos. Hija de un acaudalado comerciante textil, tuvo la oportunidad de viajar por todo el mundo desde su infancia y conocer de primera mano distintos museos y colecciones de arte. Pronto despertaron en ella una fascinación que se convertiría en su modo de vida. Participó de la vida social y cultural del país y fue amiga de destacados artistas y escritores de la época como John Singer Sargent, James McNeill Whistler o Henry James.
Junto a su marido, Jack Gardner, Isabella viajó docenas de veces al extranjero a lo largo de los años, sobre todo a Venecia, París o Roma. El matrimonio se fue haciendo con una importante colección de piezas de arte en galerías, anticuarios y casas de subastas, como El concierto, de Vermeer (c. 1664), adquirido en la capital francesa en 1892. Cada vez contaban con más piezas, desde pinturas de Manet a esculturas del antiguo Egipto, así como tapices, fotografías, artículos de plata, cerámicas o manuscritos.
A principios del siglo XX, esta colección —que ya sumaba nombres como Botticelli , Rafael o Diego Velázquez—, tomó forma y el Museo Gardner abrió sus puertas en Boston. La propia Isabella se instaló en el cuarto piso del edificio y, cuando murió, el director del museo se trasladó a esas dependencias. Así fue hasta finales de los años 80.
La madrugada del 18 de marzo de 1990, el Museo Gardner sufrió el robo de trece de sus obras, valoradas 500 millones de dólares, un saqueo calificado por el FBI como "el mayor robo del mundo del arte". Hasta la fecha –y se han cumplido 30 años—, las obras no han sido recuperadas y se desconoce su paradero. Si tiene alguna pista, sepa que hay diez millones de dólares de recompensa.
Ladrones disfrazados de policías
Los sensores de movimiento detectaron a dos intrusos a las 1:48 am. Sin embargo, nadie respondió al aviso desde el centro de control: los vigilantes de seguridad estaban maniatados en el sótano del edificio. Previamente, dos hombres, disfrazados de policías de Boston, llamaron a la puerta del museo con la excusa de haber recibido un informe sobre disturbios en las inmediaciones. Era la noche de San Patricio y el alboroto era considerable, así que a los guardias no les pareció descabellado. En una rápida maniobra, los ladrones redujeron a los vigilantes, los esposaron a una tubería en el sótano, les amordazaron y les taparon los ojos.

Fueron directamente a la sala holandesa, con Rembrandt como principal objetivo. Se llevaron la única marina que conocemos del artista holandés, el cuadro Dama y caballero en negro (1630) y un pequeño grabado en blanco y negro. Olvidaron un Autorretrato que el maestro pintó con solo 23 años, una pieza clave para la colección Gardner porque, con su adquisición, Isabella se decidió definitivamente a crear el museo, como la propia coleccionista desveló en una carta.
Se llevaron, sin embargo, un Govaert Flinck, erróneamente atribuido a Rembrandt años atrás (parece ser que los cacos no estaban al día con las últimas investigaciones). Luego, fueron a por El concierto, de Vermeer, un duro golpe para el mundo del arte porque solo hay registradas 36 pinturas de este artista.

Los ladrones pasaron por la sala de maestros italianos sin reparar en los cuadros de Rafael o Tintoreto y sin mirar, por fortuna, El rapto de Europa de Tiziano, una obra pintada por encargo de Felipe II. Según la investigación, parece que querían específicamente cinco dibujos de Edgar Degas, tres de los cuales ilustraban a jinetes a caballo. De esta cámara se llevaron un Manet -otro se salvó porque estaba siendo restaurado- y un objeto francés de la época de Napoleón, un remate de estandarte en forma de águila –por el que se ofrece una recompensa específica de 100.000 dólares—.
No subieron a la planta tercera ni cuarta. En total, estuvieron 81 minutos, tomándose tiempo para descolgar los lienzos de sus marcos. El incidente no se descubrió hasta las 8:00 de la mañana, cuando llegaron los guardias del turno de día.
Isabella Stewart Gardner dejó ordenado en su testamento que la colección debía mantenerse sin cambios, así que actualmente se muestran los marcos vacíos donde antes colgaban las obras robadas.

Además, el museo ofrece una audioguía, disponible también a través de su web, que narra el recorrido de los ladrones y cuenta detalles del suceso. Comienza así: "Hola, soy Anthony Amore, jefe de seguridad del museo e investigador. Estás a punto de escuchar la historia de un horrible robo que privó al Museo Gardner y a usted, el público, de algunas de las mejores obras maestras de América. Gracias por acompañarme mientras volvemos sobre los pasos de los ladrones y descubrimos lo que realmente sucedió el 18 de marzo de 1990". Les invito a hacer este recorrido virtual.