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Manuel Román

Ouka Leele, estrella de la movida madrileña

De familia burguesa siempre quiso vivir a su modo. Se cuenta que en Barcelona en algunos días que no tenia para comer, recurrió a los Hare Krishna.

De familia burguesa siempre quiso vivir a su modo. Se cuenta que en Barcelona en algunos días que no tenia para comer, recurrió a los Hare Krishna.
Ouka Leele El beso, 1980 Copia digital (Vitra) © | Ouka Leele/VEGAP

De icono para unos, de símbolo para otros. En cualquiera de los casos relacionada con aquel movimiento que alumbró al comienzo de la década de los 80: películas, canciones, modas transgresoras que se distanciaban de la estética de tiempos anteriores. Ella se significó oon sus fotografías, sus pinturas y también la poesía, aunque ésta fuera más minoritaria, como suele ser frecuentemente.

Con ese seudónimo, aparentemente de raíces africanas, Bárbara Allende Gil de Biedma irrumpió en el mundo artístico, tomado de un cómic de "El Hortelano", que éste había titulado "Europa Réquiem", en el que se le ocurrió dibujar una constelación inventada donde figuraba una estrella que el denominó así, Ouka Leele, sin razón que pudiera explicarse. Se dijo en su entorno que asimismo partía de un cuento ambientado en la polinesia. El caso es que Bárbara, que hasta 1979 firmaba sus trabajos con su simple nombre de pila, adoptó aquel apelativo por el que ha seguido siendo conocida hasta esta hora de su muerte.

Pertenecía a una familia burguesa, con unos padres de procedencia bilbaína con raíces en Neguri, que por parte materna contaba con un tío, gran poeta, Jaime Gil de Biedma; prima segunda de Esperanza Aguirre, de conocido pasado político en las filas del Partido Popular. Bárbara tuvo estudios en la Escuela de Bellas Artes, inducida por su madre, aunque tanbién su progenitor, que era arquitecto, bendecia aquella carrera. De la que en poco tiempo ella desertó pues le interesó más la fotografía. En realidad, en adelante ella combinó la fotografía y la pintura con un estilo muy personal.

No le gustaban las fotos en colores, así es que trabajaba con imágenes en blanco y negro que luego retocaba con pinceles, eso sí ya con pinturas, con lo que obtenía felices, cromáticos trabajos. Andy Warhol había conseguido una fama utilizando una cámara sencilla, de aficionados, obteniendo negativos que utilizaba después coloreándolos. Uno cree que Ouka Leele superaba sus imágenes con más arte, con una técnica propia. Sus retratos o temáticas en general se rellenaban de objetos sin orden ni concierto, extravagantes o no, pero que nada tenían que ver para un profano en arte ni con un bodegón ni cualquier estudio clásico o, digamos, normal. Y es que Ouka Leele mezclaba botellas, limones, tortugas, pulpos y jeringas, como un esperpéntico "collage" que deslumbraba a la progresía que visitaba sus exposiciones, en salas de prestigio desde luego. Los críticos de arte, los gurús de aquellos momentos de posmodernidad, escribieron loas y sesudos comentarios que quienes no hemos llegado a pertenecer a tales cenáculos sencillamente nunca comprendimos; aunque, eso sí, Ouka Leele nos pareció con tales atrevimientos que se servía de una manera distinta de entender la fotografía combinada con una atrevida pintura asimismo. Llámese ese arte como quieran llamarlo los "entendidos", Ouka era una pionera de sus fotos y cuadros. Así es que se convirtió en la década de los 80 y 90 en un personaje a menudo requerido por las televisiones, diarios y revistas. Vendía, sí; ganaba dinero. Aunque ella siempre dijo que nunca se hizo millonaria, pese "a tener nombre".

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Bárbara Allende Gil de Biedma, Ouka Leele, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2016 (cuarta por la izquierda)

Le rodeaba la parafernalia, como una musa de la movida. Era atractiva. Y yo creo que, en el fondo, modesta. Cuando aún no era del todo popular, publicaba en "fanzines". Y algo que a ella le produjo estupor: que revistas eróticas de lujo le propusieran trabajos, en "Penthouse", "Playboy" y otras. Tuvo amores a los diecinueve años con un tipo que le prohibía pintar. Algo extraño. ¿Por qué? En una mujer liberal como ella debió causarle hasta risa. Formó parte de unos singulares pintores, ilustradores del "pop-art" con los que vivió, no sé si en forma de pequeña comuna, pero sí muy compenetrados: Ceesepé y "El Hortelano". Con éste, que se llamaba José Alfonso Morera Ortiz, incluso llegó a casarse. Ambos ya fallecidos. Ouka Leele se relacionaría también con otros brillantes fotógrafos de aquella época: García-Alix y Pablo Pérez Minguez.

Siendo perteneciente a una familia acomodada Ouka Leele siempre quiso vivir a su modo y manera. No sé si pudo ser cierto pero en Barcelona, en algúnos días que no tenia para comer, recurrió a los Hare Krishna. A lo mejor es sólo parte de la leyenda de una mujer libre, e independiente. En Madrid, su ciudad, colaboró con Pedro Almodóvar diseñando sombreros para la película Laberinto de pasiones. Se ha dicho más de una vez que ambos dejaron de hablarse, lo que no es cierto. Ella siempre lo admiró y a su vez también el manchego.

La creatividad de esta mujer era incesante, llegando en los últimos tiempos a decorar prendas recicladas. Para la historia queda como una gran fotógrafa, que en 2005 fue honrada con el Premio Nacional de Fotografía. Tenía una hija, María Rosenfeldt. Nunca quiso decir públicamente quién era su padre. Con ella, ahora con treinta y un años, siempre se llevó muy bien. María heredó ese espíritu de su madre por el arte y fue diseñadora y creadora de moda. En 2012 se difundió un anuncio de Loewe en el que se exhibía con naturalidad y estilo. También desfiló para Agatha Ruíz de la Prada. En la actualidad se ha dedicado más a otro cometido, el de profesora de yoga. Con su madre, ha estado hasta sus últimos momentos. Ouka Leele había padecido a la edad de veintidós años un cáncer que logró superar. Pero otro ha acabado con su vida, cuando luchaba con la muerte en el hospital Ruber de Madrid. El próxinmo 29 de junio hubiera cumplido sesenta y cinco años.

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