Es verdad que, como me dijo una persona que sabe mucho del tema, Sebastiao Salgado "lleva muchos años haciendo lo mismo" desde el punto de vista artístico. No lo es menos que el fotógrafo brasileño es un activista que, como pasa tantas veces con los activistas, tiene ciertos problemas con la verdad, por decirlo de una forma suave. Por ejemplo: en la presentación de su exposición en Madrid esta semana se atrevió a decir que "España ya es un desierto, si la ves desde el aire no hay árboles", una afirmación que es falsa tomada en su literalidad, por supuesto, pero también tomada como comparación o advertencia: nuestro país tiene mucha más masa forestal que hace unas décadas. No sé qué España ves desde el aire, amigo Sebastiao, pero te aseguro que no es la auténtica.
Es cierto también que hay algo que, como mínimo, hay que poner en duda de esa reivindicación del Amazonas como una especie de paraíso terrenal: "Es la realidad de un concepto místico llamado paraíso, el paraíso existe y es la Amazonia", decía el fotógrafo en la presentación antes comentada. Desde luego es un edén por sus valores naturales y para la vida salvaje, pero todo ese mensaje adánico del buen salvaje viviendo en el vergel primigenio es, perdónenme, una basura.
Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, cuando visitas la exposición Amazonia que se acaba de inaugurar en el Centro Cultural Fernando Fernán Gómez, en plena plaza de Colón de Madrid, la calidad y espectacularidad del trabajo de Salgado te deslumbra: las fotos son maravillosas, la exposición en conjunto es impresionante y el montaje es excepcional.
Así es Amazonia
La muestra, que llega a Madrid después de haberse paseado por medio mundo –ha estado ya en París, Roma, Londres, Los Ángeles, Manchester, Sao Paulo, Río de Janeiro, Avignon, Zúrich y Milán–, está hecha a lo grande: más de 200 imágenes, muchas de ellas en gran formato y todas con un revelado exquisito; una iluminación sencillamente espectacular –la sala está en penumbra y unos focos alumbran estrictamente el espacio ocupado por cada imagen sin salirse un milímetro, es visualmente hermoso y facilita ver las obras en todo su esplendor y detalle– y cuenta con varias películas y una especie de banda sonora hecha por Jean-Michel Jarre, uno de los más populares artistas de la música electrónica en los 70 y los 80, que es sin duda lo más prescindible del conjunto.
Las más de 200 fotografías que se exponen son el fruto de siete años de visitas de Salgado a la inmensidad de la selva amazónica, viajes que se adivinan hechos con enormes recursos: son numerosas las imágenes aéreas, bellísimas la mayor parte, que revelan muchas horas de vuelos sobre la selva, por ejemplo, pero esa profusión de medios también se ve en la selección de localizaciones e incluso en el acceso a los numerosos grupos indígenas cuyos retratos son una de las partes importantes de la exposición.
Además de esos retratos, hay imágenes del día a día de las tribus amazónicas –que puede que sean lo mejor de la muestra–, y otras muchas fotografías agrupadas en distintas áreas temáticas: imágenes aéreas, montañas, nubes, los "ríos voladores"… En cada una de estas secciones hay fotografías de una belleza sorprendente, impactante, y el conjunto es toda una experiencia quizá hasta excesivamente intensa o, mejor dicho, un poco demasiado larga: es posible que yo estuviese cansado después de un día muy completo, pero también lo es que se requiera al espectador un esfuerzo excesivo.
Todas las secciones cuentan con textos introductorios e informativos y las propias fotografías tienen pies de foto con bastante información, aunque en ocasiones no informen demasiado. Por ejemplo: entiendo el esfuerzo por individualizarles y recordarnos que son personas como nosotros, pero no necesito conocer los nombres todas las personas que aparecen en todas las imágenes. En cambio, en ningún punto de la muestra se dan datos técnicos –qué cámara y qué objetivo se han usado, qué película en su caso, velocidad, diafragma…– que creo que muchos visitantes, y especialmente los aficionados, agradeceríamos.
En cualquier caso, y como les decía al principio, más allá de todo lo accesorio que rodea a esa especie de rock star de la fotografía que es Salgado, les recomiendo que visiten Amazonia: lo que de verdad importa, que son las fotos, es excepcional.
Amazonia estará en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, en la plaza de Colón de Madrid, hasta el próximo 14 de enero. Las entradas van desde los 9 a los 13,90 euros.