

Hace 40 años se decidió que Las Meninas debían ser restauradas, un proceso relativamente común en cualquier pinacoteca que, sin embargo, generó un revuelo mediático inédito, como recuerda estos días el Museo del Prado. Y todo por ser la obra "más maestra entre las maestras", como dice Javier Portús, Jefe de Conservación de Pintura Española. La restauración comenzó el 14 de mayo de 1984 y duró aproximadamente tres semanas. John Brealey, Jefe del Departamento de Restauración del Metropolitan Museum, fue elegido para esta misión.
Son muchos los estudios que señalan su carácter ejemplar. De hecho, ha sido fuente de inspiración para otros grandes como Goya con La familia de Carlos IV, así como para Picasso, Manet o Sargent.
¿Qué hace de esta pintura tan especial? Su tamaño; la presencia del autorretrato del Velázquez; el número de personajes y su narrativa, que dificultan su etiquetado en un género específico; su compleja composición; la multiplicación de las fuentes de luz o su destino, el dormitorio privado de verano del rey. Era una obra revolucionaria. El pintor y teórico Antonio Palomino escribió en 1724 que era "una pintura inútil" porque no respondía a ninguna de las funciones tradicionales a las que atendía el arte y la definía como "un capricho nuevo", un regalo para Felipe IV.
Las Meninas fue pintada por Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) en 1656. Cuatro siglos después, sigue siendo objeto de gran variedad de interpretaciones. El artista Emilio Cendón (Vigo, 1977) ha tratado de desentrañar sus misterios en Delante de las meninas (Caniche Editorial), un ensayo alejado de "cualquier pretensión académica" con el último fin de explicar por qué y para quién pintó el sevillano Las meninas. Supone, a su vez, un acercamiento al resto de la obra de Velázquez, a su forma de entender el arte y a los episodios de su vida.
"Las Meninas ha resultado ser la entrada a todo Velázquez , al resto de su obra y a su vida, ya que algunas de las claves de su cuadro más importante y famoso están anticipadas en su trabajo anterior" (Pág. 20).

"He atado los cabos sueltos de los numerosos estudios que hay sobre este cuadro. En mi investigación, intento explicar el sentido artístico de la obra, su razón última, y quería revelar uno de sus mayores secretos, hallar la posición del rey frente al espejo", dice Cendón. Velázquez crea una confusión deliberada y opta por colocar al rey en una posición no convencional. Crea una confusión que es imposible de entender si miras al cuadro desde el centro. Es lo que yo sostengo en el libro. Es una trampa y todos los que pasamos por delante caemos. El artista piensa una posición para el rey, para que mire el cuadro desde un punto donde todo cobra sentido", defiende.
Dice el autor de este estudio que el juego de Velázquez pasa por que creamos que lo más importante del cuadro es la hija del rey y que para verlo tenemos que estar de frente a ella. "Lo importante es que permanezcamos siempre en la superficie y como con todas las pinturas, la miraremos desde el centro y de frente, para verla bien, para hacer una lectura detallada. Velázquez sabe que desde ahí no hallaremos ninguna solución", escribe el autor. Eso sí, defiende Cendón que nos da pistas que dejamos pasar: "Aunque el dedo señala la luna, miramos al propio dedo".
En definitiva, "Velázquez ha pintado un cuadro para los ojos de un único espectador, Felipe IV". Durante la restauración de la obra, se le practicó una radiografía que revela que, inicialmente, en el reflejo solo aparece el rey pero hay un lugar reservado para la reina.

Sin embargo, una vez resulto el enigma, quien encuentre el punto desde donde hay que mirar al cuadro, se convertirá en su Majestad: "todos somos el rey, Velázquez nos está pintando". "Es un cuadro que nació con un uso privado, no para estar de cara a la galería. Velázquez se comunica con el rey de forma íntima y personal. Llevaban 30 años juntos", dice el autor. "Velázquez construyó el cuadro para convertirnos en rey a todos", concluye.
Influencias
El autor considera que Las meninas es "un alarde técnico y artístico único que resume toda la carrera de Velázquez". En este ensayo, en el que defiende que cuenta con los suficientes avales para "no lanzar teorías locas", analiza otras obras de gran relevancia de Tintoretto o Veronese. "Hay una influencia clara de Leonardo da Vinci en Las Meninas, algo que de entrada no podía ni sospechar. Tuve muchas dudas, pero los indicios son muy fuertes. Hay un legado y una trasmisión entre artistas que empieza con Van Eyck".
Emilio Cendón resuelve que la influencia más sorprendente es la referida a la Gioconda del Museo del Prado, "que ni siquiera habríamos sospechado conviviendo con Las Meninas en el Alcázar". Lo mismo ocurre con una copia de La última cena, expoliada por las tropas francesas. Sostiene que el interés de Velázquez por Leonardo "está en su biblioteca" y desarrolla esta teoría con dibujos y esquemas que facilitan la comprensión de esas similitudes que él aprecia.
Emilio Cendón participará en la Feria del Libro de Madrid firmando ejemplares el viernes 14 de junio, a partir de las 18 horas, en la Caseta 38.