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El Museo Arqueológico exhibe por primera vez en 120 años el ataúd de la sacerdotisa de Amón

La pieza, de 3000 años de antigüedad, ha sido sometido a una compleja restauración que ha arrojado información nueva sobre su propietaria.

La pieza, de 3000 años de antigüedad, ha sido sometido a una compleja restauración que ha arrojado información nueva sobre su propietaria.
El Museo Arqueológico Nacional exhibe el ataúd egipcio de la sacerdotisa y música de Amón (1069 - 945 a.C). | EFE

Ha permanecido casi 120 años almacenada en la trastienda del Museo Arqueológico Nacional. Se pensaba que era un sarcófago de Ruru, sacerdotisa y cantora de Amón, pero, tras siete meses de minuciosa restauración y estudio, se ha confirmado que el ataúd egipcio, de más de 2 metros de largo y madera de sicomoro, perteneció a la sacerdotisa y música de Amón, una "amada" del rey de los dioses en el antiguo Egipto.

La verdadera identidad se ha descubierto gracias a una inscripción a los pies de la caja que reza: "Amada en la boca de Amón, Mer (t) – Ra – Amón". A pesar de que no desvela el nombre explícitamente, los expertos han podido esclarecer que se trata de esta importante mujer entregada al culto al dios supremo.

La pieza, de más de 3000 años de antigüedad, se halló en 1891 en el escondrijo secreto de Bab el-Gasus, donde se ocultaban momias de sacerdotes y sacerdotisas del templo de Amón en Tebas (Luxor) junto a sus ajuares funerarios. El Gobierno egipcio la donó al Estado español en 1893 e ingresó en el Museo Arqueológico Nacional en 1895.

Durante su presentación, la directora del Museo Arqueológico, Isabel Izquierdo, aclaró que la policromía de la caja superior, en la que la difunta aparece representada haciendo ofrendas a los hijos del dios Horus, estaba en un "estado muy delicado". En el interior, que no puede verse, hay una imagen de la diosa Neftis recibiendo a la "amada" en su viaje al Más Allá.

El restaurador de la obra, Ignacio D'Olhaberriague, explicó que ha sido necesario la retirada de los depósitos de suciedad así como los repintes y barnices que se aplicaron en una intervención en 1986. De esta forma, ha sido posible recuperar los pigmentos originales y potenciar la legibilidad y decoración pictórica.

Su exhibición coincide con la celebración del Comité Internacional para Egiptólogos de Museos-CIPEG, del ICOM, que este año tiene su sede en el museo madrileño.

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