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La reacción emocional ante un cuadro cambia si es una copia

Una investigación neurocientífica presentada en el Mauritshuis de La Haya confirma que el cerebro se activa de una forma distinta

Una investigación neurocientífica presentada en el Mauritshuis de La Haya confirma que el cerebro se activa de una forma distinta
Detalle de 'Lo joven de la perla', de Vermeer | Museo Mauritshuis de La Haya.

Cuando el escritor francés Marie-Henri Beyle, más conocido como Stendhal, visitó Florencia en el primer tercio del siglo XIX, sintió "una especie de éxtasis" al contemplar el arte que albergaba la ciudad italiana. "Me sobrecogió una feroz palpitación del corazón", escribió. Dio nombre a un síndrome que causa un elevado ritmo cardíaco, felicidad, palpitaciones y emoción ante una manifestación artística. Una investigación neurocientífica presentada en la galería Mauritshuis de La Haya confirma que las sensaciones que experimenta el cerebro son distintas si estamos ante un original o si nos encontramos ante una copia.

El estudio se ha desarrollado sobre varias obras, pero especialmente sobre La joven de la perla, de Johannes Vermeer, y ha concluido que observar esta pintura produce una reacción emocional diez veces más fuerte que ver una reproducción de la misma. Se activa la precuña, una parte del cerebro que actúa sobre la conciencia, la reflexión y los recuerdos personales.

"Claramente, algo sucede en nuestros cerebros con esta obra en particular que hace que gente del otro lado del mundo, Japón o Estados Unidos, venga a experimentarla, así que quisimos saber qué la hace tan especial en comparación con otras pinturas", aseguró Martin de Munnik, cofundador de Neurensics, una agencia de investigación independiente especializada en neurociencia del consumidor, según recoge la agencia EFE.

Otros de los cuadros estudiados han sido Autorretrato y Lección de anatomía, de Rembrandt; Vista de Delft, de Vermeer; y La violinista, de Van Honthorst. Los expertos han comprobado, a través de electroencefalogramas, que la reacción es hasta diez veces más fuerte cuando se observa una obra original.

La investigación monitorizó a diez personas, entre 21 y 65 años, que usaron un rastreador ocular y un casco portátil de electroencefalograma, mientras recorrían el museo observando las pinturas de la colección. Después, se acercaron a tres reproducciones de las pinturas en la biblioteca del Mauritshuis. Con otro grupo de similares características, se realizó de forma inversa, primero vieron las copias y luego las originales.

"Las pinturas mostraron en su forma real una necesidad de ser apreciadas mucho mayor que las mismas en reproducción", explicó de Munnik, quien añadió que también influyen factores como la ambientación que lo rodea, el marco de la pintura y la iluminación.

Con La joven de la perla se produce "un fenómeno neurológico particular" porque los espectadores caen en un "bucle de atención sostenida", es decir, permanecen ante esa pintura más tiempo. Primero se detiene a mirar los ojos y la boca, y luego dirige su atención hacia la perla, tras lo que regresa a la cara y, de nuevo, a la joya.
"Sabíamos que la joven era especial, pero el porqué fue una sorpresa para nosotros. El bucle de atención sostenida descubierto es la explicación detrás de todas las opiniones sobre la atención que la joven nos exige. Un impacto que se intensifica cuando la obra se admira en un museo", dice De Munnik.

Erik Scherder, profesor de neuropsicología en la Universidad Libre de Ámsterdam, subrayó que "observar el arte estimula el cerebro en diferentes niveles, provoca emoción, fomenta la fantasía y te hace reflexionar sobre lo que ves". "Es una experiencia enriquecedora que activa el cerebro de manera óptima", añadió.

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