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Juan Manuel González

Crítica: 'Al encuentro de Mr. Banks', con Emma Thompson y Tom Hanks

La película que bucea en la confección de Mary Poppins resulta un entretenimiento ejemplar.

Póster Al encuentro de Mr. Banks
Puntuación: 8 / 10

A medio camino entre el retrato íntimo y cierto historicismo cinematográfico, Al encuentro de Mr. Banks relata la infernal concepción de uno de los filmes trascendentales de Walt Disney, Mary Poppins, y la tortura que la escritora del relato ejerció sobre el hombre más poderoso de Hollywood antes de la cesión de los derechos. Claro que, por el camino y más todavía que la creación de aquella obra maestra, lo que importa en la película de John Lee Hancock es el dibujo del trauma de su protagonista, la escritora P.L. Travers, que va haciéndose de carne y hueso ante el espectador gracias a la portentosa caracterización de Emma Thompson. El viaje de Travers a Los Angeles hace que ésta evoque otro de naturaleza más profunda, el de la relación de ésta con su padre Travers Goff (Colin Farrell), en cuyo recuerdo se esconde no sólo el misterio de la creación de su personaje, sino también el de la retorcida personalidad de la escritora.

El director del drama The Blind Side entreteje la confección de Mary Poppins, así como el cómico pero complejo enfrentamiento de Travers con Disney (un secundario pero esencial Tom Hanks) con los flashbacks que relatan la infancia de ella en Australia. Un diseño que funciona durante la mayor parte del largometraje salvo en su larga sección central, donde se produce cierto colapso y un importante frenazo en el ritmo del filme. Hancock pierde de vista momentáneamente la lucha de egos de Travers con Disney, y con ello la armonía en uno de los aspectos que mejor alimentaban el relato, sometiendo al filme a cierto exceso de explicaciones relativas al padre de la escritora.

Es el único pero a un largometraje abiertamente sentimental, deliciosamente amable pero también lo bastante profundo y amargo como para seducir y convencer a un público más -digámoslo así- ambicioso y no tan familiar. No tengo ni idea de si Al encuentro de Mr. Banks es una de las mejores películas del año, lo que sí es seguro es que tampoco le hace falta. La película de Hancock pone en escena de manera emocionante un viaje de descubrimiento y perdón, así como un retrato psicológico complejo, y lo ambienta en un mundo fascinante: el imperio cinematográfico creado por Walt Disney en su auténtica Edad de Oro. Y de postre relata, pese a la evidente dulcificación (justificable debido a la perspectiva infantil del relato) cómo un hombre bueno se vino abajo y por el camino se llevó por delante a su hija, una niña que más tarde se hizo mujer y, por supuesto, escritora.

La ironía desplegada por Emma Thompson, la solidez y naturalidad de Tom Hanks, y un grupo de solventes secundarios (atención a Paul Giamatti, pero también a Colin Farrell, convincente pese a todas las reservas), convierten Al encuentro de Mr. Banks en un filme emocionante e impecable en su construcción icónica del mundo de Walt Disney. Evidentemente, en su humanización de éste y Travers, la película no bucea en el lado oscuro de sus personajes ni violenta su recuerdo. No tiene por qué hacerlo. En el fondo, lo que hace Hancock es recuperar cierta tradición dramática en los filmes de la casa del ratón, que puede ser tan introspectiva como idealista, tan clásica como fabulosa en todas sus acepciones.

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