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Festival de cine de terror y fantástico

Nocturna 2014: de terror, fantasía y engendros involuntarios

El Festival de Cine Fantástico y de Terror que se celebra en Madrid despliega su alfombra negra.

El Festival de Cine Fantástico y de Terror que se celebra en Madrid despliega su alfombra negra.
Fotografía del film "Circus of the dead"

Zombies, fantasmas, extraterrestres y hemoglobina a raudales, como debe ser. Desde este lunes, los cines Palafox de Madrid se han convertido en lugar de encuentro de los adictos al cine fantástico y de terror, fieles a la llamada de esta tercera edición del Festival Nocturna, que finalizará el próximo domingo y que su organizador califica como un "hermano" del celebérrimo de Sitges.

Desglosar la variedad que se proyecta en sus dos salas es todo un un viaje por los laberínticos pasillos de estos géneros, que lejos del lamento por su aún denostada imagen en relamidas esferas, presumen de vigor y aficionados. Con un arranque que proyectó el séptimo episodio de la cuarta temporada de Juego de Tronos con la presencia de la actriz Sibel Kekilli , el Festival está suponiendo un auténtico atracón de más de cuarenta títulos de todo pelaje. Desde el estreno The Zero Theorem de Terry Gilliam, títulos españoles como La Ropavejera o el preestreno de la nueva aventura del runner Tom Cruise Edge of Tomorrow. Con espacio para la nostalgia y homenajes a Argento y Balagueró incluidos. Si no hay empacho es que no hay ganas.

Risas y sorpresas involuntarias

Una variedad que hasta el momento, ha provocado todas las reacciones posibles bajo el mantra del pasarlo bien pasándolo mal. Y es que, en opinión de quien suscribe, la sorpresa no la han dado los títulos que a priori el público esperaba con avidez y palomitas, sino otras cintas con menores galones y resultados brillantes. Como la asfixiante Cruel & Unusual, de cuya trama es preceptivo no desvelar nada más allá de que arrancó aplausos del auditorio y será injusto que no se corresponda con un lugar destacado en el palmarés.

O la más que disfrutable Beneath, que sin cumplir la promesa de erigirse en sucesora de la magnífica The Descent de Neil Marshall, hace merecedor a Ben Ketai de la negra alfombra de premios sobre la que ha llegado hasta Madrid.

Pero el menú también ha sido fecundo en colonoscopias audiovisuales, como la rusa VIY, a la que nadie debería acercarse sin hacer uso de sustancias psicotrópicas para amarrarse a la cordura durante sus casi tres horas de metraje. La cinta llegó avalada por el éxito en tierras rusas (la más taquillera del país, nada menos) pero dejó al auditorio con un palmo de narices, sintiéndose parte de algún tipo de experimento social que midiera el aguante del cerebro humano ante el desvarío. Del peor, además, porque pretende ser tomado en serio y tiene ambición, ahí es nada. Les diría que el argumento trata de un cartógrafo por la Europa del Este, pero créanme que un contundente "aléjense" es lo mejor que puede proferirse ante semejante engendro. Verla hasta el final debería computar en algún tipo de oposiciones a mártir.

Pero como este género también comporta la risa ante el absurdo, el otro gran delirio (y bluff) del festival se hizo más llevadero. Hablamos de The Second Coming, una cinta china que situándose en la oficiosa sección de colonoscopias e hilaridades varias, fue la mayor proveedora de risas en el segundo día de festival. Si se esfuerzan, aún podrán detectar la reverberación de las carcajadas de la sala, que se tomó con paciencia una película lamentable (y en 3D) que solo es peligrosa si consigue atraer a algún neófito del terror asiático. Porque no se engañen, esto no es exponente de nada más que del despropósito más churrigueresco. Quizás encuentre espacio en algún festival de comedia, lejos, muy lejos de aquí. Donde quiera que esté el cacareado prestigio de Herman Yau, por ejemplo.

Y es que ya se sabe que lograr la carcajada no es solo cuestión de voluntad, como demostró April Apocalypse de Jarret Tarnol. Lo que pretendía ser una comedia zombie devino en un ahogado grito de auxilio a George Romero y todo su linaje, para que, de una vez por todas, los homenajes nostálgicos a los clásicos empiecen a prohibirse por decreto. O como mínimo, a gravarse con más saña aún que al producto cultural. Salvo un par de momentos ciertamente simpáticos y un reverendo chicano que duró demasiado poco en pantalla, April Apocalypse despuntó como un rato entretenido entre muertos vivientes bien maquillados para los cuatro duros que ha debido costar el rodaje.

Quien sí que salvó los muebles fue Ti West, con The Sacrament. Aunque quizás no maravilló tanto como se esperaba -por los antecedentes del director, el sello de Eli Roth y el extraordinario potencial de la historia real- ha sido una de las mejores proyecciones del festival. Aunque, a esta enferma confesa por el fenómeno secta en general y lo ocurrido en Jonestown en particular, aún le persista la sensación de que podía haber dado para más. Para muchísimo más. Y es que West consigue victorioso recrear el ambiente opresivo y asfixiante sobre el que se edificó esta comuna del delirio religioso, pero algo falla en la fórmula mockumentary escogida para narrarlo. Y no hablamos de ese sospechoso tinte anaranjado de la sangre que aún no he conseguido interiorizar ni comprender. En definitiva: si el mero relato de la historia real acongoja más que el metraje, es que la perfección está más en el horizonte que en la pantalla.

Fue lastimoso que no supiéramos ver, antes de entrar a la sala, que ante el goloso reclamo de los "payasos nihilistas" con los que se anunciaba Circus of the Dead había poco más que caspa y un puñado de escenas descacharrantes. Buscábamos un terror gore y alucinado en un escenario circense difícilmente más propenso, pero se reveló como trampa mortal para una cinta que quiénes saben del asunto estarán calificando ya de serie Z. Eso, si han conseguido articular palabra. Pero si por algo merece salvarse de la quema es por ese loquísimo casting que hizo de los extras de cualquier anuncio de detergentes unos firmes candidatos al Óscar, César y crowfunding para una estrella en el Paseo de la Fama. Productores de cine para adultos: aquí tienen buen material.

Pero aún quedan dos días por delante y el Festival tiene balas en la recámara para volver a zarandearnos entre la risa o el terror antes de que acabe mayo. Y si -incomprensiblemente- no salen corriendo este sábado para ver a Darío Argento en persona y a Profondo Rosso en pantalla grande; madruguen el domingo para revisitar Los Goonies o Invasores de Marte, que son una apuesta segura y un colofón para el homenaje a Hooper.

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