Menú

Maria Luisa Merlo es Leonor de Aquitania, la primera feminista de la Historia

"A Carlos Larrañaga lo seguí queriendo después de divorciarnos".

"A Carlos Larrañaga lo seguí queriendo después de divorciarnos".
Maria Luisa Merlo | Cordon Press

A la lista de una veintena larga de teatros tradicionales de Madrid se les fue agregando de quince años a esta parte otra relación de salas que en su día fueron cines o, incluso sede de negocios bien distintos al arte de Talía, como es el caso del teatro Quevedo, antiguo local concesionario de coches, que tiene una capacidad para ciento cincuenta personas. Su programación es variada y los fines de semana, desde hace tres meses presenta un drama titulado Yo, Leonor de Aquitania, interpretado con éxito por una de nuestras más veteranas actrices: María Luisa Merlo. La función recrea la vida de quien ha pasado a la Historia como la primera mujer feminista, que obligó a los hombres a cortejar educadamente a las mujeres, condenando la brutalidad con la que en su tiempo eran tratadas en la Edad Media. Reina consorte de Francia, al descubrir que su marido le era infiel y hacérselo saber, fue encerrada en dos cárceles, permaneciendo arrestada hasta la muerte del Rey Luis VII en 1189.

Cartel de Yo, Leonor de Aquitania

Tiene la valenciana María Luisa Merlo setenta y tres años. Una joven bisabuela que aún recuerda al que fue el gran amor de su vida, su primer marido, Carlos Larrañaga, con quien convivió cerca de quince años, hasta 1975. Se peleaban con frecuencia. Su divorcio se produjo en 1983: "Lo seguí queriendo incluso después. Fue el hombre que más quise, incluso después de divorciarnos". Pero no podían vivir juntos. Su vida en común era una sucesión de broncas y reconciliaciones. Llegada la enfermedad que llevó a su esposo a la tumba el 30 de agosto de 2012, ella trató de estar a su lado el tiempo que hiciera falta, pero Carlos se lo impidió: no quería que nadie lo viera en el lastimoso estado físico en el que se encontraba. Así es que sólo un par de veces pudo visitarlo. Ambos hacían planes para el futuro, como coincidir de nuevo en los escenarios. Hasta eligieron la comedia con la que pensaban reaparecer. Quien únicamente estuvo cuidando al enfermo fue su hija Amparo los nueve meses en los que Carlos Larrañaga luchó desesperadamente por vivir, sin conseguirlo.

María Luisa Merlo quería ser bailarina. En el cine apenas destacó, con papeles de poca relevancia en una veintena de películas. Sería en el teatro donde María Luisa dejó la impronta de su valía a partir de su debut en la comedia musical Te espero en Eslava en 1957. Luego serían también muy alabados sus trabajos dramáticos en televisión. Precisamente en aquella obra conoció al galán pamplonica Pedro Osinaga, con quien vivió su primera experiencia sexual, según ella misma contó. Tras dos años de relaciones, lo dejaron. Luego se enamoró de Pepe Rubio, con quien rodó El cerro de los locos, pero él, pese a los coqueteos entre ambos, tenía otras apetencias.

Quien entró en la vida sentimental de María Luisa Merlo como un torrente fue Adolfo Marsillach: "A punto estuve de ser su segunda esposa, ya separado de Amparo Soler Leal". ¡Caramba con Adolfo, que muy calladito y con aire de no haber roto un plato en su vida tuvo una agitada vida amorosa! Un año estuvieron juntos Adolfo y María Luisa, que coincidieron en el reparto de la película 091, Policía al habla. "Era maravilloso", recordaba ella de él. "Cuando rompimos, quedé destrozada y Adolfo se pasó llorando nuestra última noche". La razón por la que se separaron quedó sólo para ellos. María Luisa Merlo contaba entonces diecinueve años.

A los veinte comenzó su relación con Carlos Larrañaga, que era el "donjuán" del cine español. Con decirles que Ava Gardner se encaprichó una temporada de él, queda dicho todo. El galán siempre fue un tipo de carácter cambiante y si bien fue el gran amor de María Luisa también a menudo se las hizo pasar canutas. Y eso que ella le demostró una gran comprensión, como considerar hijo propio al primogénito del actor, Juan Carlos, fruto de su relación con una bailarina del "York Club" madrileño. Tres hijos tuvieron Carlos y María Luisa: Amparo, estupenda actriz; Pedro, empresario teatral de éxito casado con Maribel Verdú; y Luis, que en vez de anunciarse en las carteleras con el apellido paterno eligió el materno: es un formidable actor.

Sin haberse separado aún de Carlos, María Luisa relataba muy divertida que Fernando Fernán-Gómez "le metía mano" a la par que exclamaba: "¡Este culo está muy bien!" A Carlos Larrañaga no le molestaban aquellas bromas porque admiraba mucho a Fernando. De quien tuvo celos es de Emilio Gutiérrez Caba, porque salía algunas noches a bailar con María Luisa y se fue enamoriscando. No pasó la cosa de un episodio platónico. La última función que María Luisa Merlo hizo con su marido fue Los peces rojos, época en la que ya estaba relacionada sentimentalmente con un actor llamado Ángel González. "Carlos y yo nos separamos sin bronca, civilizadamente".

La actriz valenciana entró luego en una peligrosa fase de su existencia, probando a menudo hachís, hasta después consumir cocaína. Representando Lecciones de matrimonio se quedó embarazada, aunque a los cinco meses y medio perdió al bebé que esperaba. Más adelante, de gira por América, acabó su convivencia con Ángel, a quien en realidad quiso poco, y hasta reveló que llegó a pegarle una paliza. ¡Ella a él…! En México se encontró con Juan Luis Galiardo, con quien vivió un apasionado romance. María Luisa casi "hacía de madre" con él, un hombre lleno de profundas contradicciones. Digamos que la última aventura amorosa de nuestra admirada actriz sucedió en Londres junto a un antiguo bailarín, luego filólogo, el británico Michael Fenton. Lo sorprendente es que era gay militante, de los de llevar pancartas. Lo cierto es que se casaron civilmente el 16 de marzo de 1992. En Inglaterra ella hizo unos cursos de espiritualidad, sin relación alguna con la religión católica. Venció una depresión que arrastraba desde la muerte de su padre, el gran Ismael Merlo. Aprendió inglés. Sus meditaciones la llevaron a unirse al llamado Movimiento del Sendero Interno del Alma. Su extraño matrimonio acabó "haciendo aguas" en 1997. Y entre viajes a Los Ángeles y ya más estabilizada en Madrid esta gran actriz, con tan excitante vida, afronta su presente llena de optimismo, sin dejar de subirse al escenario.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso